Las lecturas del postparo

Giuseppe Cabrera

El paro tuvo un tránsito de transportistas a indígenas que terminó por convertirse en una lucha transversal, sin que eso sea privativo de que la vanguardia fueron los pueblos y nacionalidades indígenas, pero si la Conaie cree que por eso están en capacidad de crear un partido político y presentar una candidatura ganadora, están equivocados y solo van a dinamitar el capital político que han construido, no ahora, sino desde las victorias en las elecciones seccionales. Ya existe un partido nativista, que es Pachakutik, el crear otro solo haría que se resten votos mutuamente, porque son partidos de nicho y por tanto comparten un electorado común.

Nebot labró un surco que definirá las próximas elecciones, la disputa Costa-Sierra, que de hecho inició en 2017 cuando Lasso ganó en casi toda la Sierra y Moreno en la Costa. Y, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto reposicionarán la disputa secularismo-laicismo.

Una política como la ecuatoriana tan condiciona a la economía y sus ciclos de crisis hace que podamos prever ciertos eventos políticos. Encuentro similitudes entre las protestas de los ‘forajidos’ del 2005 y las actuales de los ‘zánganos’ no por sus actores o grado de tensión, pero sí por lo que los provocaron. El programa de recortes de las políticas neoliberales hace que las instituciones dejen de servir a la gente y solo actúen en función del pago de la deuda, ante esto se generan demandas que quedan insatisfechas, sumado al desprestigio de las instituciones (70% no cree en la Asamblea y apenas el 15% aprueba al Ejecutivo) genera la receta perfecta para el surgimiento del mesías antisistema. Eso sí, la política es contingente, por lo que bien podría ser un candidato de extrema derecha, un bolsonaro ecuatoriano, nada raro después de la legitimación de mucha gente de los excesos y la violencia por parte de la fuerza pública (la CIDH y Amnistía Internacional lo denunciaron) o un nuevo “revolucionario” de izquierda con ganas de acumular el poder. Sí, un populista nos espera en 2021, no lo confunda con demagogo por favor, pero sí con alguien que deposita toda la confianza de la política en sí mismo y no en las instituciones.

Giuseppe Cabrera

El paro tuvo un tránsito de transportistas a indígenas que terminó por convertirse en una lucha transversal, sin que eso sea privativo de que la vanguardia fueron los pueblos y nacionalidades indígenas, pero si la Conaie cree que por eso están en capacidad de crear un partido político y presentar una candidatura ganadora, están equivocados y solo van a dinamitar el capital político que han construido, no ahora, sino desde las victorias en las elecciones seccionales. Ya existe un partido nativista, que es Pachakutik, el crear otro solo haría que se resten votos mutuamente, porque son partidos de nicho y por tanto comparten un electorado común.

Nebot labró un surco que definirá las próximas elecciones, la disputa Costa-Sierra, que de hecho inició en 2017 cuando Lasso ganó en casi toda la Sierra y Moreno en la Costa. Y, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto reposicionarán la disputa secularismo-laicismo.

Una política como la ecuatoriana tan condiciona a la economía y sus ciclos de crisis hace que podamos prever ciertos eventos políticos. Encuentro similitudes entre las protestas de los ‘forajidos’ del 2005 y las actuales de los ‘zánganos’ no por sus actores o grado de tensión, pero sí por lo que los provocaron. El programa de recortes de las políticas neoliberales hace que las instituciones dejen de servir a la gente y solo actúen en función del pago de la deuda, ante esto se generan demandas que quedan insatisfechas, sumado al desprestigio de las instituciones (70% no cree en la Asamblea y apenas el 15% aprueba al Ejecutivo) genera la receta perfecta para el surgimiento del mesías antisistema. Eso sí, la política es contingente, por lo que bien podría ser un candidato de extrema derecha, un bolsonaro ecuatoriano, nada raro después de la legitimación de mucha gente de los excesos y la violencia por parte de la fuerza pública (la CIDH y Amnistía Internacional lo denunciaron) o un nuevo “revolucionario” de izquierda con ganas de acumular el poder. Sí, un populista nos espera en 2021, no lo confunda con demagogo por favor, pero sí con alguien que deposita toda la confianza de la política en sí mismo y no en las instituciones.

Giuseppe Cabrera

El paro tuvo un tránsito de transportistas a indígenas que terminó por convertirse en una lucha transversal, sin que eso sea privativo de que la vanguardia fueron los pueblos y nacionalidades indígenas, pero si la Conaie cree que por eso están en capacidad de crear un partido político y presentar una candidatura ganadora, están equivocados y solo van a dinamitar el capital político que han construido, no ahora, sino desde las victorias en las elecciones seccionales. Ya existe un partido nativista, que es Pachakutik, el crear otro solo haría que se resten votos mutuamente, porque son partidos de nicho y por tanto comparten un electorado común.

Nebot labró un surco que definirá las próximas elecciones, la disputa Costa-Sierra, que de hecho inició en 2017 cuando Lasso ganó en casi toda la Sierra y Moreno en la Costa. Y, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto reposicionarán la disputa secularismo-laicismo.

Una política como la ecuatoriana tan condiciona a la economía y sus ciclos de crisis hace que podamos prever ciertos eventos políticos. Encuentro similitudes entre las protestas de los ‘forajidos’ del 2005 y las actuales de los ‘zánganos’ no por sus actores o grado de tensión, pero sí por lo que los provocaron. El programa de recortes de las políticas neoliberales hace que las instituciones dejen de servir a la gente y solo actúen en función del pago de la deuda, ante esto se generan demandas que quedan insatisfechas, sumado al desprestigio de las instituciones (70% no cree en la Asamblea y apenas el 15% aprueba al Ejecutivo) genera la receta perfecta para el surgimiento del mesías antisistema. Eso sí, la política es contingente, por lo que bien podría ser un candidato de extrema derecha, un bolsonaro ecuatoriano, nada raro después de la legitimación de mucha gente de los excesos y la violencia por parte de la fuerza pública (la CIDH y Amnistía Internacional lo denunciaron) o un nuevo “revolucionario” de izquierda con ganas de acumular el poder. Sí, un populista nos espera en 2021, no lo confunda con demagogo por favor, pero sí con alguien que deposita toda la confianza de la política en sí mismo y no en las instituciones.

Giuseppe Cabrera

El paro tuvo un tránsito de transportistas a indígenas que terminó por convertirse en una lucha transversal, sin que eso sea privativo de que la vanguardia fueron los pueblos y nacionalidades indígenas, pero si la Conaie cree que por eso están en capacidad de crear un partido político y presentar una candidatura ganadora, están equivocados y solo van a dinamitar el capital político que han construido, no ahora, sino desde las victorias en las elecciones seccionales. Ya existe un partido nativista, que es Pachakutik, el crear otro solo haría que se resten votos mutuamente, porque son partidos de nicho y por tanto comparten un electorado común.

Nebot labró un surco que definirá las próximas elecciones, la disputa Costa-Sierra, que de hecho inició en 2017 cuando Lasso ganó en casi toda la Sierra y Moreno en la Costa. Y, el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto reposicionarán la disputa secularismo-laicismo.

Una política como la ecuatoriana tan condiciona a la economía y sus ciclos de crisis hace que podamos prever ciertos eventos políticos. Encuentro similitudes entre las protestas de los ‘forajidos’ del 2005 y las actuales de los ‘zánganos’ no por sus actores o grado de tensión, pero sí por lo que los provocaron. El programa de recortes de las políticas neoliberales hace que las instituciones dejen de servir a la gente y solo actúen en función del pago de la deuda, ante esto se generan demandas que quedan insatisfechas, sumado al desprestigio de las instituciones (70% no cree en la Asamblea y apenas el 15% aprueba al Ejecutivo) genera la receta perfecta para el surgimiento del mesías antisistema. Eso sí, la política es contingente, por lo que bien podría ser un candidato de extrema derecha, un bolsonaro ecuatoriano, nada raro después de la legitimación de mucha gente de los excesos y la violencia por parte de la fuerza pública (la CIDH y Amnistía Internacional lo denunciaron) o un nuevo “revolucionario” de izquierda con ganas de acumular el poder. Sí, un populista nos espera en 2021, no lo confunda con demagogo por favor, pero sí con alguien que deposita toda la confianza de la política en sí mismo y no en las instituciones.