Democracias frágiles

ANDRÉS GÓMEZ CARRIÓN

El mundo político se encuentra en una transición desde el Realismo clásico del siglo XX hacia el Constructivismo moderno. Esto significa un intento por consolidar la democracia a través de la inclusión de nuevos actores dentro del sistema y de temas inéditos dentro de la agenda de discusión pública.

Una transición es sinónimo de ausencia de solidificación. Por consiguiente, todos los fenómenos que surgen dentro de ese proceso tienden a ser frágiles en su estructura y aplicación; siendo la democracia uno de los sistemas que se ve inmerso dentro de esa categoría.

A nivel mundial no existe en ningún Estado con un sistema de democracia plena. Los más cercanos pudiesen ser los países nórdicos de quienes aún estamos muy lejos, y no me estoy refiriendo a la dimensión geográfica. Esto no es una deficiencia propia de los países en vías de desarrollo, los Estados geopolíticamente denominados ‘hegemones’ también son democracias frágiles.

Estados Unidos y Rusia, los dos países más representativos del sistema mundial, aún son senos emanadores de políticas poco democráticas. Por ejemplo, el gobierno del gigante euroasiático ha decidido limitar la difusión de ciertos géneros músicales por considerarlos nocivos para la juventud. Sin embargo, esa medida va más allá de la moralidad. Responde a que el ‘rap’, en su composición lírica, hace alusión a la resistencia social ante gobiernos autoritarios; hecho que, según el gobierno, estaba volviendo ingobernable a la juventud.

Es en este punto donde me surge la pregunta, ¿el mejor sistema de organización política es la democracia? Creería que sí, no por convicción y sí por descarte. Es la estructura que más capacidad le otorga a los actores sociales para hacer contrapeso al régimen político de turno.

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