Golpe de Estado

Demostrando su propensión a la ira como parte de sus respuestas cerebrales de atacar a todo y a todos, el expresidente Rafael Correa calificó el miércoles anterior de «golpe de Estado» la decisión del actual mandatario, Lenín Moreno, de convocar mediante decreto ejecutivo a una consulta popular, sin esperar el pronunciamiento de la Corte Constitucional, con la que busca entre otros asuntos, anular la posibilidad de reelección indefinida.

Para que nadie se engañe, es necesario recordar que un golpe de Estado está conceptuado como una “actuación violenta y rápida, generalmente por fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o intenta apoderarse de los resortes del gobierno de un Estado, desplazando a las autoridades existentes”. Políticamente este concepto fue ampliado por el historiador inglés Samuel E. Finer, que en su libro Los militares en la política mundial, distinguió varias acciones que se considerarían golpes de Estado: 1. Presión sobre el gobierno o los parlamentarios para influir a favor de los intereses de los golpistas; 2. Ultimátum a los Poderes Ejecutivo o Legislativo bajo advertencia de que, de no ser aceptadas las exigencias, se iniciarán otras acciones que equivaldrían a un «golpe de Estado tácito», obligando al gobernante a acatar las decisiones del grupo de presión; 3. Uso de la violencia o amenaza de violencia para reemplazar al gobierno civil por un gobierno civil o un gobierno militar.

Luego de leer la definición y ampliación a la misma contenidas en el párrafo anterior, vale preguntarnos: ¿la convocatoria del presidente Moreno a la consulta, puede considerarse golpe de Estado como maliciosamente insinúa Correa, que durante 10 años presidió el gobierno más corrupto que ha tenido el Ecuador? No, definitivamente no. Todo lo que afirma este señor en relación a la consulta no son más que desvaríos y efectos emocionales serios al ver que la malhadada circunstancia de la reelección indefinida aprobada por sus obedientes asambleístas para convertirse en gobernante vitalicio será derogada, pues como se observa, las adhesiones que va recibiendo la consulta por parte de la ciudadanía, dejan entrever que el ‘sí’ ganará arrolladoramente. El ocaso y final del caudillo se avecinan.

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