El ecuatoriano I

Patricio Durán

El ecuatoriano se caracteriza y define, principalmente, porque no cree en Ecuador y no respeta a sus autoridades.

Ecuador es una entidad confusa, como casi todas las entidades nacionales, pero el ecuatoriano siempre la encarna en algo: de la eliminación de subsidios a los combustibles –saludable para la economía- a un levantamiento indígena con tintes golpistas aupados por fuerzas oscuras. La superstición de Ecuador es una de las más fuertes, variadas y constantes del Ecuador irracional. Se reparte entre la izquierda carnívora y la derecha anquilosada. Vemos un Ecuador confuso de autonomías y terrorismo. El ecuatoriano se ha pasado la vida preguntándose por Ecuador, desde el Libertador Bolívar, que decía que somos un pueblo ingobernable, hasta el inefable dirigente indígena Jaime Vargas, que quiere formar un ejército paramilitar para la “seguridad de los indígenas”.

Los ecuatorianos solemos entender mejor Ecuador hacia adentro. El escritor ambateño Jorgenrique Adoum -el turco- escribió en su libro Ecuador, señas particulares, que el ecuatoriano se caracteriza por la pereza, el incumplimiento, la improvisación y por su puesto la viveza criolla. Ecuador, en la última movilización indígena, se convirtió en sinónimo de vergüenza al evidenciarse el racismo de blancos, mestizos e indígenas. Ecuador siempre ha sido un país de regionalismos, dividido por la lucha que nos mantiene en la pobreza, tal es evidente en frases como “los monos a la jungla”, “los indígenas que se queden en el páramo”. Hay tanta división hasta el punto en que cada ecuatoriano sugiere una solución y ningún gobierno la encuentra porque cada uno la ven desde su punto de vista. El patriotismo autentico y colectivo se presenta solamente cuando se derroca a un presidente corrupto, cuando hay guerras y tal vez en el fútbol. Continuará.

Patricio Durán

El ecuatoriano se caracteriza y define, principalmente, porque no cree en Ecuador y no respeta a sus autoridades.

Ecuador es una entidad confusa, como casi todas las entidades nacionales, pero el ecuatoriano siempre la encarna en algo: de la eliminación de subsidios a los combustibles –saludable para la economía- a un levantamiento indígena con tintes golpistas aupados por fuerzas oscuras. La superstición de Ecuador es una de las más fuertes, variadas y constantes del Ecuador irracional. Se reparte entre la izquierda carnívora y la derecha anquilosada. Vemos un Ecuador confuso de autonomías y terrorismo. El ecuatoriano se ha pasado la vida preguntándose por Ecuador, desde el Libertador Bolívar, que decía que somos un pueblo ingobernable, hasta el inefable dirigente indígena Jaime Vargas, que quiere formar un ejército paramilitar para la “seguridad de los indígenas”.

Los ecuatorianos solemos entender mejor Ecuador hacia adentro. El escritor ambateño Jorgenrique Adoum -el turco- escribió en su libro Ecuador, señas particulares, que el ecuatoriano se caracteriza por la pereza, el incumplimiento, la improvisación y por su puesto la viveza criolla. Ecuador, en la última movilización indígena, se convirtió en sinónimo de vergüenza al evidenciarse el racismo de blancos, mestizos e indígenas. Ecuador siempre ha sido un país de regionalismos, dividido por la lucha que nos mantiene en la pobreza, tal es evidente en frases como “los monos a la jungla”, “los indígenas que se queden en el páramo”. Hay tanta división hasta el punto en que cada ecuatoriano sugiere una solución y ningún gobierno la encuentra porque cada uno la ven desde su punto de vista. El patriotismo autentico y colectivo se presenta solamente cuando se derroca a un presidente corrupto, cuando hay guerras y tal vez en el fútbol. Continuará.

Patricio Durán

El ecuatoriano se caracteriza y define, principalmente, porque no cree en Ecuador y no respeta a sus autoridades.

Ecuador es una entidad confusa, como casi todas las entidades nacionales, pero el ecuatoriano siempre la encarna en algo: de la eliminación de subsidios a los combustibles –saludable para la economía- a un levantamiento indígena con tintes golpistas aupados por fuerzas oscuras. La superstición de Ecuador es una de las más fuertes, variadas y constantes del Ecuador irracional. Se reparte entre la izquierda carnívora y la derecha anquilosada. Vemos un Ecuador confuso de autonomías y terrorismo. El ecuatoriano se ha pasado la vida preguntándose por Ecuador, desde el Libertador Bolívar, que decía que somos un pueblo ingobernable, hasta el inefable dirigente indígena Jaime Vargas, que quiere formar un ejército paramilitar para la “seguridad de los indígenas”.

Los ecuatorianos solemos entender mejor Ecuador hacia adentro. El escritor ambateño Jorgenrique Adoum -el turco- escribió en su libro Ecuador, señas particulares, que el ecuatoriano se caracteriza por la pereza, el incumplimiento, la improvisación y por su puesto la viveza criolla. Ecuador, en la última movilización indígena, se convirtió en sinónimo de vergüenza al evidenciarse el racismo de blancos, mestizos e indígenas. Ecuador siempre ha sido un país de regionalismos, dividido por la lucha que nos mantiene en la pobreza, tal es evidente en frases como “los monos a la jungla”, “los indígenas que se queden en el páramo”. Hay tanta división hasta el punto en que cada ecuatoriano sugiere una solución y ningún gobierno la encuentra porque cada uno la ven desde su punto de vista. El patriotismo autentico y colectivo se presenta solamente cuando se derroca a un presidente corrupto, cuando hay guerras y tal vez en el fútbol. Continuará.

Patricio Durán

El ecuatoriano se caracteriza y define, principalmente, porque no cree en Ecuador y no respeta a sus autoridades.

Ecuador es una entidad confusa, como casi todas las entidades nacionales, pero el ecuatoriano siempre la encarna en algo: de la eliminación de subsidios a los combustibles –saludable para la economía- a un levantamiento indígena con tintes golpistas aupados por fuerzas oscuras. La superstición de Ecuador es una de las más fuertes, variadas y constantes del Ecuador irracional. Se reparte entre la izquierda carnívora y la derecha anquilosada. Vemos un Ecuador confuso de autonomías y terrorismo. El ecuatoriano se ha pasado la vida preguntándose por Ecuador, desde el Libertador Bolívar, que decía que somos un pueblo ingobernable, hasta el inefable dirigente indígena Jaime Vargas, que quiere formar un ejército paramilitar para la “seguridad de los indígenas”.

Los ecuatorianos solemos entender mejor Ecuador hacia adentro. El escritor ambateño Jorgenrique Adoum -el turco- escribió en su libro Ecuador, señas particulares, que el ecuatoriano se caracteriza por la pereza, el incumplimiento, la improvisación y por su puesto la viveza criolla. Ecuador, en la última movilización indígena, se convirtió en sinónimo de vergüenza al evidenciarse el racismo de blancos, mestizos e indígenas. Ecuador siempre ha sido un país de regionalismos, dividido por la lucha que nos mantiene en la pobreza, tal es evidente en frases como “los monos a la jungla”, “los indígenas que se queden en el páramo”. Hay tanta división hasta el punto en que cada ecuatoriano sugiere una solución y ningún gobierno la encuentra porque cada uno la ven desde su punto de vista. El patriotismo autentico y colectivo se presenta solamente cuando se derroca a un presidente corrupto, cuando hay guerras y tal vez en el fútbol. Continuará.