Acerca de nuestra nacionalidad

Germánico Solis

Los sucesos ocurridos en nuestro país, en los que se sintieron una determinante presencia indígena, y que logra que el gobierno deje sin efecto el decreto que motivó enfrentamientos entre el pueblo y la fuerza pública, deja lecturas que se analizaran por mucho tiempo. No sólo fue una confrontación por el alza de la gasolina, sino que, se adicionaron temples diversos y la intrusión política astuta.

Se sostiene que el Ecuador y el resto de países latinoamericanos tienen un origen común, y que existe un proceso como naciones en formación. En nuestro caso, tenemos un territorio determinado y un gobierno al que se sujetan indígenas y no indígenas. Así mismo, se mantiene que los grupos que habitaron el antiguo Ecuador, carecieron de unificación social y política, cediendo a la conquista de caras e incas.

La unificación de estos grupos permitió unidad social y administrativa, aunque no fue posible la conformación de una consistente nacionalidad. Este sustento se comprueba cuando razonamos el porqué del resquebrajamiento entre las diferentes confederaciones y su conducta frente a los invasores ibéricos.

La conquista española domina y subyuga al imperio incásico, justo por los desacuerdos y ausencia de defensa. Se impone o se adaptan las condiciones locales, para que prevalezca la nueva cultura que hace lo posible por borrar la indígena. Difícil resultó desaparecer la cultura indígena, y al no logarlo, se desarrolla una nacionalidad débil, dividida y con procederes unilaterales.

Se dice que la verdadera nacionalidad radica en el mestizo, mientras que otros manifiestos aseguran está representada por la población indígena, marginada por mucho tiempo y al decir heredera de estas tierras y sus riquezas. Acaso será mejor pensar que el proceso conduce a colegir que la verdadera conciencia de nación se encuentra en decidida formación en base a una real integración.

Las diferencias encarnizadas en las redes y otros análisis equivocados arruinan la estructura política y social existente, aviva la brecha social y la permanencia de un ominoso racismo; en definitiva, es un importante momento histórico que exige unidad para cimentar nuestra nacionalidad.

Germánico Solis

Los sucesos ocurridos en nuestro país, en los que se sintieron una determinante presencia indígena, y que logra que el gobierno deje sin efecto el decreto que motivó enfrentamientos entre el pueblo y la fuerza pública, deja lecturas que se analizaran por mucho tiempo. No sólo fue una confrontación por el alza de la gasolina, sino que, se adicionaron temples diversos y la intrusión política astuta.

Se sostiene que el Ecuador y el resto de países latinoamericanos tienen un origen común, y que existe un proceso como naciones en formación. En nuestro caso, tenemos un territorio determinado y un gobierno al que se sujetan indígenas y no indígenas. Así mismo, se mantiene que los grupos que habitaron el antiguo Ecuador, carecieron de unificación social y política, cediendo a la conquista de caras e incas.

La unificación de estos grupos permitió unidad social y administrativa, aunque no fue posible la conformación de una consistente nacionalidad. Este sustento se comprueba cuando razonamos el porqué del resquebrajamiento entre las diferentes confederaciones y su conducta frente a los invasores ibéricos.

La conquista española domina y subyuga al imperio incásico, justo por los desacuerdos y ausencia de defensa. Se impone o se adaptan las condiciones locales, para que prevalezca la nueva cultura que hace lo posible por borrar la indígena. Difícil resultó desaparecer la cultura indígena, y al no logarlo, se desarrolla una nacionalidad débil, dividida y con procederes unilaterales.

Se dice que la verdadera nacionalidad radica en el mestizo, mientras que otros manifiestos aseguran está representada por la población indígena, marginada por mucho tiempo y al decir heredera de estas tierras y sus riquezas. Acaso será mejor pensar que el proceso conduce a colegir que la verdadera conciencia de nación se encuentra en decidida formación en base a una real integración.

Las diferencias encarnizadas en las redes y otros análisis equivocados arruinan la estructura política y social existente, aviva la brecha social y la permanencia de un ominoso racismo; en definitiva, es un importante momento histórico que exige unidad para cimentar nuestra nacionalidad.

Germánico Solis

Los sucesos ocurridos en nuestro país, en los que se sintieron una determinante presencia indígena, y que logra que el gobierno deje sin efecto el decreto que motivó enfrentamientos entre el pueblo y la fuerza pública, deja lecturas que se analizaran por mucho tiempo. No sólo fue una confrontación por el alza de la gasolina, sino que, se adicionaron temples diversos y la intrusión política astuta.

Se sostiene que el Ecuador y el resto de países latinoamericanos tienen un origen común, y que existe un proceso como naciones en formación. En nuestro caso, tenemos un territorio determinado y un gobierno al que se sujetan indígenas y no indígenas. Así mismo, se mantiene que los grupos que habitaron el antiguo Ecuador, carecieron de unificación social y política, cediendo a la conquista de caras e incas.

La unificación de estos grupos permitió unidad social y administrativa, aunque no fue posible la conformación de una consistente nacionalidad. Este sustento se comprueba cuando razonamos el porqué del resquebrajamiento entre las diferentes confederaciones y su conducta frente a los invasores ibéricos.

La conquista española domina y subyuga al imperio incásico, justo por los desacuerdos y ausencia de defensa. Se impone o se adaptan las condiciones locales, para que prevalezca la nueva cultura que hace lo posible por borrar la indígena. Difícil resultó desaparecer la cultura indígena, y al no logarlo, se desarrolla una nacionalidad débil, dividida y con procederes unilaterales.

Se dice que la verdadera nacionalidad radica en el mestizo, mientras que otros manifiestos aseguran está representada por la población indígena, marginada por mucho tiempo y al decir heredera de estas tierras y sus riquezas. Acaso será mejor pensar que el proceso conduce a colegir que la verdadera conciencia de nación se encuentra en decidida formación en base a una real integración.

Las diferencias encarnizadas en las redes y otros análisis equivocados arruinan la estructura política y social existente, aviva la brecha social y la permanencia de un ominoso racismo; en definitiva, es un importante momento histórico que exige unidad para cimentar nuestra nacionalidad.

Germánico Solis

Los sucesos ocurridos en nuestro país, en los que se sintieron una determinante presencia indígena, y que logra que el gobierno deje sin efecto el decreto que motivó enfrentamientos entre el pueblo y la fuerza pública, deja lecturas que se analizaran por mucho tiempo. No sólo fue una confrontación por el alza de la gasolina, sino que, se adicionaron temples diversos y la intrusión política astuta.

Se sostiene que el Ecuador y el resto de países latinoamericanos tienen un origen común, y que existe un proceso como naciones en formación. En nuestro caso, tenemos un territorio determinado y un gobierno al que se sujetan indígenas y no indígenas. Así mismo, se mantiene que los grupos que habitaron el antiguo Ecuador, carecieron de unificación social y política, cediendo a la conquista de caras e incas.

La unificación de estos grupos permitió unidad social y administrativa, aunque no fue posible la conformación de una consistente nacionalidad. Este sustento se comprueba cuando razonamos el porqué del resquebrajamiento entre las diferentes confederaciones y su conducta frente a los invasores ibéricos.

La conquista española domina y subyuga al imperio incásico, justo por los desacuerdos y ausencia de defensa. Se impone o se adaptan las condiciones locales, para que prevalezca la nueva cultura que hace lo posible por borrar la indígena. Difícil resultó desaparecer la cultura indígena, y al no logarlo, se desarrolla una nacionalidad débil, dividida y con procederes unilaterales.

Se dice que la verdadera nacionalidad radica en el mestizo, mientras que otros manifiestos aseguran está representada por la población indígena, marginada por mucho tiempo y al decir heredera de estas tierras y sus riquezas. Acaso será mejor pensar que el proceso conduce a colegir que la verdadera conciencia de nación se encuentra en decidida formación en base a una real integración.

Las diferencias encarnizadas en las redes y otros análisis equivocados arruinan la estructura política y social existente, aviva la brecha social y la permanencia de un ominoso racismo; en definitiva, es un importante momento histórico que exige unidad para cimentar nuestra nacionalidad.