Réquiem por un distinguido lojano

Darío Granda Astudillo

Eso fue Miguel Ángel Guerrero Jaramillo, distinguido en toda la extensión de la palabra y, cuyo deceso, ocurrido el sábado 26 de octubre, ha causado una profunda consternación entre sus allegados, amigos y sociedad lojana.

Fue distinguido, primero en el seno de su familia, en donde con Rocío, su entrañable esposa y compañera, formó un hogar del que, a todas luces, desbordaba amor, respeto, admiración y una convivencia inigualable de la que disfrutaron sus hijos Juan Carlos, Miguel Ángel, Diana y Renato, velando por su desarrollo y formación hasta convertirlos en profesionales, para sentirse satisfecho al ver que su semilla se había multiplicado con la integración de nuevos hogares, porque así dispone el mandato divino.

Distinguido como profesional, alcanzando los más altos niveles de preparación académica con las respectivas titulaciones que avalaron su esmerado esfuerzo por involucrarse de manera directa con la ciencia y la sabiduría. Lo recuerdo, allá por 1972, cuando pisamos la Universidad Nacional. Nuestro anhelo era ser docentes de Lengua y Literatura…allí se forjó una amistad de casi medio siglo. Más tarde en el doctorado en Ciencias de la Educación y, posteriormente, en Ciencias Jurídicas.

Distinguido como educador. Juntos, y por varios años, en la tradicional escuela La Salle, de los tiempos del Hno. Luis Vinueza, trabajamos en la innovadora enseñanza personalizada. Más tarde, Miguel Ángel, centró en la docencia universitaria su afán de servicio a la juventud lojana, actuando siempre con probidad y profesionalismo.

Distinguido como amigo: leal, sincero y solidario. Siempre tenía a flor de labio el verbo fino y la palabra elegante, haciendo del diálogo el mecanismo adecuado para proponer momentos de esparcimiento, jolgorio y de sana ironía. “Calla hombre”, era uno de sus modismos clásicos del que se desprendía una agradable conversación.

Distinguido como periodista. Un gran narrador deportivo, calificado como “El espectacular”; su voz recorrió toda la patria: clara, sonora, agradable, inconfundible…y lo de “La “auténtica voz con brillo”, acompañaba a mi nombre, cada vez que me presentaba para el comentario.

Así fue Miguel Ángel, un gran lojano que se ha ido, pero su recuerdo será eterno. Mi solidaridad, muy sentida, para su querida familia. Descansa en paz. (O)

Darío Granda Astudillo

Eso fue Miguel Ángel Guerrero Jaramillo, distinguido en toda la extensión de la palabra y, cuyo deceso, ocurrido el sábado 26 de octubre, ha causado una profunda consternación entre sus allegados, amigos y sociedad lojana.

Fue distinguido, primero en el seno de su familia, en donde con Rocío, su entrañable esposa y compañera, formó un hogar del que, a todas luces, desbordaba amor, respeto, admiración y una convivencia inigualable de la que disfrutaron sus hijos Juan Carlos, Miguel Ángel, Diana y Renato, velando por su desarrollo y formación hasta convertirlos en profesionales, para sentirse satisfecho al ver que su semilla se había multiplicado con la integración de nuevos hogares, porque así dispone el mandato divino.

Distinguido como profesional, alcanzando los más altos niveles de preparación académica con las respectivas titulaciones que avalaron su esmerado esfuerzo por involucrarse de manera directa con la ciencia y la sabiduría. Lo recuerdo, allá por 1972, cuando pisamos la Universidad Nacional. Nuestro anhelo era ser docentes de Lengua y Literatura…allí se forjó una amistad de casi medio siglo. Más tarde en el doctorado en Ciencias de la Educación y, posteriormente, en Ciencias Jurídicas.

Distinguido como educador. Juntos, y por varios años, en la tradicional escuela La Salle, de los tiempos del Hno. Luis Vinueza, trabajamos en la innovadora enseñanza personalizada. Más tarde, Miguel Ángel, centró en la docencia universitaria su afán de servicio a la juventud lojana, actuando siempre con probidad y profesionalismo.

Distinguido como amigo: leal, sincero y solidario. Siempre tenía a flor de labio el verbo fino y la palabra elegante, haciendo del diálogo el mecanismo adecuado para proponer momentos de esparcimiento, jolgorio y de sana ironía. “Calla hombre”, era uno de sus modismos clásicos del que se desprendía una agradable conversación.

Distinguido como periodista. Un gran narrador deportivo, calificado como “El espectacular”; su voz recorrió toda la patria: clara, sonora, agradable, inconfundible…y lo de “La “auténtica voz con brillo”, acompañaba a mi nombre, cada vez que me presentaba para el comentario.

Así fue Miguel Ángel, un gran lojano que se ha ido, pero su recuerdo será eterno. Mi solidaridad, muy sentida, para su querida familia. Descansa en paz. (O)

Darío Granda Astudillo

Eso fue Miguel Ángel Guerrero Jaramillo, distinguido en toda la extensión de la palabra y, cuyo deceso, ocurrido el sábado 26 de octubre, ha causado una profunda consternación entre sus allegados, amigos y sociedad lojana.

Fue distinguido, primero en el seno de su familia, en donde con Rocío, su entrañable esposa y compañera, formó un hogar del que, a todas luces, desbordaba amor, respeto, admiración y una convivencia inigualable de la que disfrutaron sus hijos Juan Carlos, Miguel Ángel, Diana y Renato, velando por su desarrollo y formación hasta convertirlos en profesionales, para sentirse satisfecho al ver que su semilla se había multiplicado con la integración de nuevos hogares, porque así dispone el mandato divino.

Distinguido como profesional, alcanzando los más altos niveles de preparación académica con las respectivas titulaciones que avalaron su esmerado esfuerzo por involucrarse de manera directa con la ciencia y la sabiduría. Lo recuerdo, allá por 1972, cuando pisamos la Universidad Nacional. Nuestro anhelo era ser docentes de Lengua y Literatura…allí se forjó una amistad de casi medio siglo. Más tarde en el doctorado en Ciencias de la Educación y, posteriormente, en Ciencias Jurídicas.

Distinguido como educador. Juntos, y por varios años, en la tradicional escuela La Salle, de los tiempos del Hno. Luis Vinueza, trabajamos en la innovadora enseñanza personalizada. Más tarde, Miguel Ángel, centró en la docencia universitaria su afán de servicio a la juventud lojana, actuando siempre con probidad y profesionalismo.

Distinguido como amigo: leal, sincero y solidario. Siempre tenía a flor de labio el verbo fino y la palabra elegante, haciendo del diálogo el mecanismo adecuado para proponer momentos de esparcimiento, jolgorio y de sana ironía. “Calla hombre”, era uno de sus modismos clásicos del que se desprendía una agradable conversación.

Distinguido como periodista. Un gran narrador deportivo, calificado como “El espectacular”; su voz recorrió toda la patria: clara, sonora, agradable, inconfundible…y lo de “La “auténtica voz con brillo”, acompañaba a mi nombre, cada vez que me presentaba para el comentario.

Así fue Miguel Ángel, un gran lojano que se ha ido, pero su recuerdo será eterno. Mi solidaridad, muy sentida, para su querida familia. Descansa en paz. (O)

Darío Granda Astudillo

Eso fue Miguel Ángel Guerrero Jaramillo, distinguido en toda la extensión de la palabra y, cuyo deceso, ocurrido el sábado 26 de octubre, ha causado una profunda consternación entre sus allegados, amigos y sociedad lojana.

Fue distinguido, primero en el seno de su familia, en donde con Rocío, su entrañable esposa y compañera, formó un hogar del que, a todas luces, desbordaba amor, respeto, admiración y una convivencia inigualable de la que disfrutaron sus hijos Juan Carlos, Miguel Ángel, Diana y Renato, velando por su desarrollo y formación hasta convertirlos en profesionales, para sentirse satisfecho al ver que su semilla se había multiplicado con la integración de nuevos hogares, porque así dispone el mandato divino.

Distinguido como profesional, alcanzando los más altos niveles de preparación académica con las respectivas titulaciones que avalaron su esmerado esfuerzo por involucrarse de manera directa con la ciencia y la sabiduría. Lo recuerdo, allá por 1972, cuando pisamos la Universidad Nacional. Nuestro anhelo era ser docentes de Lengua y Literatura…allí se forjó una amistad de casi medio siglo. Más tarde en el doctorado en Ciencias de la Educación y, posteriormente, en Ciencias Jurídicas.

Distinguido como educador. Juntos, y por varios años, en la tradicional escuela La Salle, de los tiempos del Hno. Luis Vinueza, trabajamos en la innovadora enseñanza personalizada. Más tarde, Miguel Ángel, centró en la docencia universitaria su afán de servicio a la juventud lojana, actuando siempre con probidad y profesionalismo.

Distinguido como amigo: leal, sincero y solidario. Siempre tenía a flor de labio el verbo fino y la palabra elegante, haciendo del diálogo el mecanismo adecuado para proponer momentos de esparcimiento, jolgorio y de sana ironía. “Calla hombre”, era uno de sus modismos clásicos del que se desprendía una agradable conversación.

Distinguido como periodista. Un gran narrador deportivo, calificado como “El espectacular”; su voz recorrió toda la patria: clara, sonora, agradable, inconfundible…y lo de “La “auténtica voz con brillo”, acompañaba a mi nombre, cada vez que me presentaba para el comentario.

Así fue Miguel Ángel, un gran lojano que se ha ido, pero su recuerdo será eterno. Mi solidaridad, muy sentida, para su querida familia. Descansa en paz. (O)