Felicidades a quienes lo lograron

Margarita Figueroa Robles

Es imposible ganar si no sabemos perder, así como lo es andar sin antes haber caído, lo importante es que vivimos en un continuo aprendizaje, en una práctica diaria para la cual jamás nos sobra el apoyo o unas palabras de aliento. De ahí que un mundo perfecto donde existan recetas mágicas de felicidad, es simplemente una utopía; y es en ese preciso instante cuando nos damos cuenta que no solo importan los días buenos, sino también aquellas experiencias desagradables o inesperadas, que aportan a nuestro crecimiento y nos forjan como personas enérgicas y decididas.

Si bien es cierto quienes nacimos en una ciudad creativa, donde la cultura y el arte vibran en nuestros suelos fértiles, rodeados de versos y canciones, adivinanzas y coplas entonadas, leyendas y tradiciones vernáculas contadas por nuestros abuelos, mientras nos deleitaban con sus más dulces potajes, en donde no podía faltar la máchica, y uno que otro caramelo como los chupetes envueltos en papel de despacho, sentimos que no es imprescindible un título para saber quiénes somos, y de dónde venimos. Lojanos con una guitarra en los portales de su casa, lojanos con un libro en el parque central, lojanos pintando las calles, lojanos transeúntes del mundo, quienes desde su zona esparcen arte y cultura como símbolos de esperanza. No cabe duda que del fracaso se aprende, y si algo nos queda como lección es que la unión y el esfuerzo conjunto, constituyen el único camino que nos llevará al éxito, porque los egoísmos estériles y los protagonismos simplemente nos dividen. Es momento de tomar responsabilidad de nuestras acciones individuales, y la colectividad estará mejor. Felicitemos a quienes lo lograron con nuestra frente siempre en alto, fortalezcámonos y hagamos que nuestras voces y nuestra música se escuche en unidad y hermandad. ¡Ánimo y que el arte vibre aún más en nuestro último rincón del mundo! (O)

[email protected]

Margarita Figueroa Robles

Es imposible ganar si no sabemos perder, así como lo es andar sin antes haber caído, lo importante es que vivimos en un continuo aprendizaje, en una práctica diaria para la cual jamás nos sobra el apoyo o unas palabras de aliento. De ahí que un mundo perfecto donde existan recetas mágicas de felicidad, es simplemente una utopía; y es en ese preciso instante cuando nos damos cuenta que no solo importan los días buenos, sino también aquellas experiencias desagradables o inesperadas, que aportan a nuestro crecimiento y nos forjan como personas enérgicas y decididas.

Si bien es cierto quienes nacimos en una ciudad creativa, donde la cultura y el arte vibran en nuestros suelos fértiles, rodeados de versos y canciones, adivinanzas y coplas entonadas, leyendas y tradiciones vernáculas contadas por nuestros abuelos, mientras nos deleitaban con sus más dulces potajes, en donde no podía faltar la máchica, y uno que otro caramelo como los chupetes envueltos en papel de despacho, sentimos que no es imprescindible un título para saber quiénes somos, y de dónde venimos. Lojanos con una guitarra en los portales de su casa, lojanos con un libro en el parque central, lojanos pintando las calles, lojanos transeúntes del mundo, quienes desde su zona esparcen arte y cultura como símbolos de esperanza. No cabe duda que del fracaso se aprende, y si algo nos queda como lección es que la unión y el esfuerzo conjunto, constituyen el único camino que nos llevará al éxito, porque los egoísmos estériles y los protagonismos simplemente nos dividen. Es momento de tomar responsabilidad de nuestras acciones individuales, y la colectividad estará mejor. Felicitemos a quienes lo lograron con nuestra frente siempre en alto, fortalezcámonos y hagamos que nuestras voces y nuestra música se escuche en unidad y hermandad. ¡Ánimo y que el arte vibre aún más en nuestro último rincón del mundo! (O)

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Es imposible ganar si no sabemos perder, así como lo es andar sin antes haber caído, lo importante es que vivimos en un continuo aprendizaje, en una práctica diaria para la cual jamás nos sobra el apoyo o unas palabras de aliento. De ahí que un mundo perfecto donde existan recetas mágicas de felicidad, es simplemente una utopía; y es en ese preciso instante cuando nos damos cuenta que no solo importan los días buenos, sino también aquellas experiencias desagradables o inesperadas, que aportan a nuestro crecimiento y nos forjan como personas enérgicas y decididas.

Si bien es cierto quienes nacimos en una ciudad creativa, donde la cultura y el arte vibran en nuestros suelos fértiles, rodeados de versos y canciones, adivinanzas y coplas entonadas, leyendas y tradiciones vernáculas contadas por nuestros abuelos, mientras nos deleitaban con sus más dulces potajes, en donde no podía faltar la máchica, y uno que otro caramelo como los chupetes envueltos en papel de despacho, sentimos que no es imprescindible un título para saber quiénes somos, y de dónde venimos. Lojanos con una guitarra en los portales de su casa, lojanos con un libro en el parque central, lojanos pintando las calles, lojanos transeúntes del mundo, quienes desde su zona esparcen arte y cultura como símbolos de esperanza. No cabe duda que del fracaso se aprende, y si algo nos queda como lección es que la unión y el esfuerzo conjunto, constituyen el único camino que nos llevará al éxito, porque los egoísmos estériles y los protagonismos simplemente nos dividen. Es momento de tomar responsabilidad de nuestras acciones individuales, y la colectividad estará mejor. Felicitemos a quienes lo lograron con nuestra frente siempre en alto, fortalezcámonos y hagamos que nuestras voces y nuestra música se escuche en unidad y hermandad. ¡Ánimo y que el arte vibre aún más en nuestro último rincón del mundo! (O)

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Es imposible ganar si no sabemos perder, así como lo es andar sin antes haber caído, lo importante es que vivimos en un continuo aprendizaje, en una práctica diaria para la cual jamás nos sobra el apoyo o unas palabras de aliento. De ahí que un mundo perfecto donde existan recetas mágicas de felicidad, es simplemente una utopía; y es en ese preciso instante cuando nos damos cuenta que no solo importan los días buenos, sino también aquellas experiencias desagradables o inesperadas, que aportan a nuestro crecimiento y nos forjan como personas enérgicas y decididas.

Si bien es cierto quienes nacimos en una ciudad creativa, donde la cultura y el arte vibran en nuestros suelos fértiles, rodeados de versos y canciones, adivinanzas y coplas entonadas, leyendas y tradiciones vernáculas contadas por nuestros abuelos, mientras nos deleitaban con sus más dulces potajes, en donde no podía faltar la máchica, y uno que otro caramelo como los chupetes envueltos en papel de despacho, sentimos que no es imprescindible un título para saber quiénes somos, y de dónde venimos. Lojanos con una guitarra en los portales de su casa, lojanos con un libro en el parque central, lojanos pintando las calles, lojanos transeúntes del mundo, quienes desde su zona esparcen arte y cultura como símbolos de esperanza. No cabe duda que del fracaso se aprende, y si algo nos queda como lección es que la unión y el esfuerzo conjunto, constituyen el único camino que nos llevará al éxito, porque los egoísmos estériles y los protagonismos simplemente nos dividen. Es momento de tomar responsabilidad de nuestras acciones individuales, y la colectividad estará mejor. Felicitemos a quienes lo lograron con nuestra frente siempre en alto, fortalezcámonos y hagamos que nuestras voces y nuestra música se escuche en unidad y hermandad. ¡Ánimo y que el arte vibre aún más en nuestro último rincón del mundo! (O)

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