Zoon politikón

CARLOS CONCHA JIJÓN

Es la definición que dio Aristóteles al hombre, ser un animal político, determinando una realidad, que liga tanto al hombre, como al animal, pues, ambos son sociables cuando viven en comunidad, pero solo el hombre es político, más no el animal.

No existe duda que la política hizo al hombre un ‘zoon politikón’ y que la palabra político significaba ciudadano tal como es en la actualidad, pero también hemos podido constatar, que aquel ciudadano, que debiera como tal, decir la verdad y practicar con eficacia una conducta contrastante entre lo que ofrece y lo que practica, cuando llegan al poder no se cumple.

Los políticos, casi de una manera generalizada, nos conducen a llenar nuestra imaginación con un raudal de propuestas, de planes y programas de trabajo, que a fin de cuentas, luego de la tormenta eleccionaria, se esparcen como basura, en otras palabras, aparecen, como lo que fueron en su génesis en la conciencia del ofertante político, pura demagogia, tomadura de pelo o burla despreciable.

Aquí nos damos cuenta que el término ‘ciudadano’ aplicado al ‘zoon politikón’, deja de ser tal y se transforma en ‘embaucador de ciudadanos’, para satisfacer las aspiraciones muchas veces deleznables de aquellos que creyéndose superiores, juegan con el egocentrismo enfilando sus acciones encubiertas en lo político, para dominar a los ciudadanos asumiendo una posición de dictadorzuelos o tiranos implacables, violadores de principios, derechos y libertades de la colectividad, como lo experimentado en los crueles, corruptos y lacerantes años del correato.

Frente a las verdades que no se pueden esconder en las actuaciones nocivas y descabelladas de ciertos ‘zoon politikón’ con membretes de embaucadores de ciudadanos, aparece reluciente la necesidad de resucitar a la política seria y responsable, para darle una directriz correcta, poniéndola al servicio del pueblo, por un camino de interés general, con soluciones que satisfagan las aspiraciones democráticas del conglomerado social.

[email protected]

CARLOS CONCHA JIJÓN

Es la definición que dio Aristóteles al hombre, ser un animal político, determinando una realidad, que liga tanto al hombre, como al animal, pues, ambos son sociables cuando viven en comunidad, pero solo el hombre es político, más no el animal.

No existe duda que la política hizo al hombre un ‘zoon politikón’ y que la palabra político significaba ciudadano tal como es en la actualidad, pero también hemos podido constatar, que aquel ciudadano, que debiera como tal, decir la verdad y practicar con eficacia una conducta contrastante entre lo que ofrece y lo que practica, cuando llegan al poder no se cumple.

Los políticos, casi de una manera generalizada, nos conducen a llenar nuestra imaginación con un raudal de propuestas, de planes y programas de trabajo, que a fin de cuentas, luego de la tormenta eleccionaria, se esparcen como basura, en otras palabras, aparecen, como lo que fueron en su génesis en la conciencia del ofertante político, pura demagogia, tomadura de pelo o burla despreciable.

Aquí nos damos cuenta que el término ‘ciudadano’ aplicado al ‘zoon politikón’, deja de ser tal y se transforma en ‘embaucador de ciudadanos’, para satisfacer las aspiraciones muchas veces deleznables de aquellos que creyéndose superiores, juegan con el egocentrismo enfilando sus acciones encubiertas en lo político, para dominar a los ciudadanos asumiendo una posición de dictadorzuelos o tiranos implacables, violadores de principios, derechos y libertades de la colectividad, como lo experimentado en los crueles, corruptos y lacerantes años del correato.

Frente a las verdades que no se pueden esconder en las actuaciones nocivas y descabelladas de ciertos ‘zoon politikón’ con membretes de embaucadores de ciudadanos, aparece reluciente la necesidad de resucitar a la política seria y responsable, para darle una directriz correcta, poniéndola al servicio del pueblo, por un camino de interés general, con soluciones que satisfagan las aspiraciones democráticas del conglomerado social.

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Es la definición que dio Aristóteles al hombre, ser un animal político, determinando una realidad, que liga tanto al hombre, como al animal, pues, ambos son sociables cuando viven en comunidad, pero solo el hombre es político, más no el animal.

No existe duda que la política hizo al hombre un ‘zoon politikón’ y que la palabra político significaba ciudadano tal como es en la actualidad, pero también hemos podido constatar, que aquel ciudadano, que debiera como tal, decir la verdad y practicar con eficacia una conducta contrastante entre lo que ofrece y lo que practica, cuando llegan al poder no se cumple.

Los políticos, casi de una manera generalizada, nos conducen a llenar nuestra imaginación con un raudal de propuestas, de planes y programas de trabajo, que a fin de cuentas, luego de la tormenta eleccionaria, se esparcen como basura, en otras palabras, aparecen, como lo que fueron en su génesis en la conciencia del ofertante político, pura demagogia, tomadura de pelo o burla despreciable.

Aquí nos damos cuenta que el término ‘ciudadano’ aplicado al ‘zoon politikón’, deja de ser tal y se transforma en ‘embaucador de ciudadanos’, para satisfacer las aspiraciones muchas veces deleznables de aquellos que creyéndose superiores, juegan con el egocentrismo enfilando sus acciones encubiertas en lo político, para dominar a los ciudadanos asumiendo una posición de dictadorzuelos o tiranos implacables, violadores de principios, derechos y libertades de la colectividad, como lo experimentado en los crueles, corruptos y lacerantes años del correato.

Frente a las verdades que no se pueden esconder en las actuaciones nocivas y descabelladas de ciertos ‘zoon politikón’ con membretes de embaucadores de ciudadanos, aparece reluciente la necesidad de resucitar a la política seria y responsable, para darle una directriz correcta, poniéndola al servicio del pueblo, por un camino de interés general, con soluciones que satisfagan las aspiraciones democráticas del conglomerado social.

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Es la definición que dio Aristóteles al hombre, ser un animal político, determinando una realidad, que liga tanto al hombre, como al animal, pues, ambos son sociables cuando viven en comunidad, pero solo el hombre es político, más no el animal.

No existe duda que la política hizo al hombre un ‘zoon politikón’ y que la palabra político significaba ciudadano tal como es en la actualidad, pero también hemos podido constatar, que aquel ciudadano, que debiera como tal, decir la verdad y practicar con eficacia una conducta contrastante entre lo que ofrece y lo que practica, cuando llegan al poder no se cumple.

Los políticos, casi de una manera generalizada, nos conducen a llenar nuestra imaginación con un raudal de propuestas, de planes y programas de trabajo, que a fin de cuentas, luego de la tormenta eleccionaria, se esparcen como basura, en otras palabras, aparecen, como lo que fueron en su génesis en la conciencia del ofertante político, pura demagogia, tomadura de pelo o burla despreciable.

Aquí nos damos cuenta que el término ‘ciudadano’ aplicado al ‘zoon politikón’, deja de ser tal y se transforma en ‘embaucador de ciudadanos’, para satisfacer las aspiraciones muchas veces deleznables de aquellos que creyéndose superiores, juegan con el egocentrismo enfilando sus acciones encubiertas en lo político, para dominar a los ciudadanos asumiendo una posición de dictadorzuelos o tiranos implacables, violadores de principios, derechos y libertades de la colectividad, como lo experimentado en los crueles, corruptos y lacerantes años del correato.

Frente a las verdades que no se pueden esconder en las actuaciones nocivas y descabelladas de ciertos ‘zoon politikón’ con membretes de embaucadores de ciudadanos, aparece reluciente la necesidad de resucitar a la política seria y responsable, para darle una directriz correcta, poniéndola al servicio del pueblo, por un camino de interés general, con soluciones que satisfagan las aspiraciones democráticas del conglomerado social.

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