El infierno de Virgilio

Obviamente no me referiré al Virgilio de la obra de Dante, analizaré a otro Virgilio, aquel que atormentado por sus demonios luego de los ataques a Quito, donde fue el gran ‘mariscal’, aquel que dirigía y animaba las criminales acciones que por 11 días hicieron de la capital del Ecuador un verdadero infierno, digno de la ‘Divina Comedia’. Pero no se entregó para expiar sus culpas, de entrada llegó vociferando que era un perseguido político, parte imprescindible del libreto de los ‘robolucionarios’; pero, además, en clara burla a Quito y al país, se preguntaba de qué ataques y de qué golpe lo acusaban, seguramente ya se olvidó de sus órdenes por chat, de sus arengas desestabilizadoras, tal vez la Contraloría se incendió sola.

Según él, no hubo ningún intento de golpe porque no hubo de por medio armas de fuego, ¿sino dónde están? Lo que se dio en esos días, para este anarquista irresponsable, fue un simple ‘jueguito’ los ‘bazukasos’, los destrozos y los saqueos fueron espejismos de la ‘prensa corrupta’ como solía decir el cobarde prófugo, ese que viaja por ahí dando conferencias sobre cómo quebrar un país y luego idiotizar a sus ciudadanos para que agradezcan los atracos. Este Virgilio que era parte de la banda que terminado el fallido golpe corrieron a esconderse, excepto Pabón que hizo de la Prefectura de Pichincha una guarida de vándalos y hoy para bien de Quito ya se halla tras las rejas.

No es nuevo que los susodichos y sus abogados griten y vociferen de la manera más cínica y descarada, que son perseguidos políticos y que son inocentes, eso ahora no les servirá, ya no tienen los jueces que dictaban sentencias redactadas en Carondelet, esperemos que esos jueces 100/100 pero cero en conciencia, decencia y honestidad hayan quedado en la historia. No nos sorprende que fiel a su libreto, Virgilio Hernández se hizo acompañar de un séquito de bulliciosos ovejunos. Hubiera querido ver a algunos quiteños de los muchos perjudicados por la violencia y la desmesura, de esos que dicen querer mucho a Quito, pero que no aparecieron cuando este agitador se entregaba, para exigir su máxima condena.

Lo cierto es que este Virgilio que primero causó un infierno, ahora tendrá su purgatorio entre rejas y al igual que en la obra del genial italiano, nunca podrá entrar al paraíso, ni él ni su banda podrán hacerlo.

[email protected]

Obviamente no me referiré al Virgilio de la obra de Dante, analizaré a otro Virgilio, aquel que atormentado por sus demonios luego de los ataques a Quito, donde fue el gran ‘mariscal’, aquel que dirigía y animaba las criminales acciones que por 11 días hicieron de la capital del Ecuador un verdadero infierno, digno de la ‘Divina Comedia’. Pero no se entregó para expiar sus culpas, de entrada llegó vociferando que era un perseguido político, parte imprescindible del libreto de los ‘robolucionarios’; pero, además, en clara burla a Quito y al país, se preguntaba de qué ataques y de qué golpe lo acusaban, seguramente ya se olvidó de sus órdenes por chat, de sus arengas desestabilizadoras, tal vez la Contraloría se incendió sola.

Según él, no hubo ningún intento de golpe porque no hubo de por medio armas de fuego, ¿sino dónde están? Lo que se dio en esos días, para este anarquista irresponsable, fue un simple ‘jueguito’ los ‘bazukasos’, los destrozos y los saqueos fueron espejismos de la ‘prensa corrupta’ como solía decir el cobarde prófugo, ese que viaja por ahí dando conferencias sobre cómo quebrar un país y luego idiotizar a sus ciudadanos para que agradezcan los atracos. Este Virgilio que era parte de la banda que terminado el fallido golpe corrieron a esconderse, excepto Pabón que hizo de la Prefectura de Pichincha una guarida de vándalos y hoy para bien de Quito ya se halla tras las rejas.

No es nuevo que los susodichos y sus abogados griten y vociferen de la manera más cínica y descarada, que son perseguidos políticos y que son inocentes, eso ahora no les servirá, ya no tienen los jueces que dictaban sentencias redactadas en Carondelet, esperemos que esos jueces 100/100 pero cero en conciencia, decencia y honestidad hayan quedado en la historia. No nos sorprende que fiel a su libreto, Virgilio Hernández se hizo acompañar de un séquito de bulliciosos ovejunos. Hubiera querido ver a algunos quiteños de los muchos perjudicados por la violencia y la desmesura, de esos que dicen querer mucho a Quito, pero que no aparecieron cuando este agitador se entregaba, para exigir su máxima condena.

Lo cierto es que este Virgilio que primero causó un infierno, ahora tendrá su purgatorio entre rejas y al igual que en la obra del genial italiano, nunca podrá entrar al paraíso, ni él ni su banda podrán hacerlo.

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Obviamente no me referiré al Virgilio de la obra de Dante, analizaré a otro Virgilio, aquel que atormentado por sus demonios luego de los ataques a Quito, donde fue el gran ‘mariscal’, aquel que dirigía y animaba las criminales acciones que por 11 días hicieron de la capital del Ecuador un verdadero infierno, digno de la ‘Divina Comedia’. Pero no se entregó para expiar sus culpas, de entrada llegó vociferando que era un perseguido político, parte imprescindible del libreto de los ‘robolucionarios’; pero, además, en clara burla a Quito y al país, se preguntaba de qué ataques y de qué golpe lo acusaban, seguramente ya se olvidó de sus órdenes por chat, de sus arengas desestabilizadoras, tal vez la Contraloría se incendió sola.

Según él, no hubo ningún intento de golpe porque no hubo de por medio armas de fuego, ¿sino dónde están? Lo que se dio en esos días, para este anarquista irresponsable, fue un simple ‘jueguito’ los ‘bazukasos’, los destrozos y los saqueos fueron espejismos de la ‘prensa corrupta’ como solía decir el cobarde prófugo, ese que viaja por ahí dando conferencias sobre cómo quebrar un país y luego idiotizar a sus ciudadanos para que agradezcan los atracos. Este Virgilio que era parte de la banda que terminado el fallido golpe corrieron a esconderse, excepto Pabón que hizo de la Prefectura de Pichincha una guarida de vándalos y hoy para bien de Quito ya se halla tras las rejas.

No es nuevo que los susodichos y sus abogados griten y vociferen de la manera más cínica y descarada, que son perseguidos políticos y que son inocentes, eso ahora no les servirá, ya no tienen los jueces que dictaban sentencias redactadas en Carondelet, esperemos que esos jueces 100/100 pero cero en conciencia, decencia y honestidad hayan quedado en la historia. No nos sorprende que fiel a su libreto, Virgilio Hernández se hizo acompañar de un séquito de bulliciosos ovejunos. Hubiera querido ver a algunos quiteños de los muchos perjudicados por la violencia y la desmesura, de esos que dicen querer mucho a Quito, pero que no aparecieron cuando este agitador se entregaba, para exigir su máxima condena.

Lo cierto es que este Virgilio que primero causó un infierno, ahora tendrá su purgatorio entre rejas y al igual que en la obra del genial italiano, nunca podrá entrar al paraíso, ni él ni su banda podrán hacerlo.

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Obviamente no me referiré al Virgilio de la obra de Dante, analizaré a otro Virgilio, aquel que atormentado por sus demonios luego de los ataques a Quito, donde fue el gran ‘mariscal’, aquel que dirigía y animaba las criminales acciones que por 11 días hicieron de la capital del Ecuador un verdadero infierno, digno de la ‘Divina Comedia’. Pero no se entregó para expiar sus culpas, de entrada llegó vociferando que era un perseguido político, parte imprescindible del libreto de los ‘robolucionarios’; pero, además, en clara burla a Quito y al país, se preguntaba de qué ataques y de qué golpe lo acusaban, seguramente ya se olvidó de sus órdenes por chat, de sus arengas desestabilizadoras, tal vez la Contraloría se incendió sola.

Según él, no hubo ningún intento de golpe porque no hubo de por medio armas de fuego, ¿sino dónde están? Lo que se dio en esos días, para este anarquista irresponsable, fue un simple ‘jueguito’ los ‘bazukasos’, los destrozos y los saqueos fueron espejismos de la ‘prensa corrupta’ como solía decir el cobarde prófugo, ese que viaja por ahí dando conferencias sobre cómo quebrar un país y luego idiotizar a sus ciudadanos para que agradezcan los atracos. Este Virgilio que era parte de la banda que terminado el fallido golpe corrieron a esconderse, excepto Pabón que hizo de la Prefectura de Pichincha una guarida de vándalos y hoy para bien de Quito ya se halla tras las rejas.

No es nuevo que los susodichos y sus abogados griten y vociferen de la manera más cínica y descarada, que son perseguidos políticos y que son inocentes, eso ahora no les servirá, ya no tienen los jueces que dictaban sentencias redactadas en Carondelet, esperemos que esos jueces 100/100 pero cero en conciencia, decencia y honestidad hayan quedado en la historia. No nos sorprende que fiel a su libreto, Virgilio Hernández se hizo acompañar de un séquito de bulliciosos ovejunos. Hubiera querido ver a algunos quiteños de los muchos perjudicados por la violencia y la desmesura, de esos que dicen querer mucho a Quito, pero que no aparecieron cuando este agitador se entregaba, para exigir su máxima condena.

Lo cierto es que este Virgilio que primero causó un infierno, ahora tendrá su purgatorio entre rejas y al igual que en la obra del genial italiano, nunca podrá entrar al paraíso, ni él ni su banda podrán hacerlo.

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