SE DISIPAN LOS NUBARRONES

Cada que pasa, los ecuatorianos conocemos un dato más de lo sucedido a inicios de octubre en las calles de varias ciudades de nuestro país. En ocasiones son dudas sin respuesta, otras, declaraciones de los actores del drama, acaso también aclaraciones de los investigadores y hasta infidencias de algún personaje protagonista de esos hechos.

La protesta popular por la firma de un decreto administrativo del presidente de la República, que eliminó ciertos subsidios a los combustibles, como todos recordamos, derivó en un enfrentamiento encarnizado que tiñó de sangre y fuego las calles, especialmente de la capital de la república.

Asombró que, en el primer día de las protestas, grupos de ciudadanos intentaran incendiar el edificio de la Contraloría general del Estado; pero mucho más que luego de 10 días volvieran a terminar su labor y dicho edificio fuera realmente incendiado. ¿Qué tenía que ver el edificio de la Contraloría con las marchas indígenas? ¿Por qué fue atacado el quinto piso de ese local?

Asombró que, de manera imprevista, grupos de ciudadanos atacaran el cuartel militar de la Balbina, ubicado al suroriente de Quito, en las afueras de la ciudad. ¿Qué tenía que ver ese cuartel con las manifestaciones que sucedían en la capital?

Hoy, gracias a las investigaciones de la Fiscalía hemos escuchado conversaciones telefónicas, hemos visto mensajes de whats up, que dan cuenta de órdenes emitidas por líderes escondidos a quienes participaron en estos eventos.

Resulta inexplicable que una asambleísta imbabureña acudiera presurosa a la embajada de México a pedir protección y amparo cuando no existía ninguna acusación en contra suya. A ella se sumaron otros dos asambleístas y el esposo de una de ellas. Sobre ninguno de ellos pesa acusación judicial alguna. ¿Por qué pedían protección? ¿de quién? ¿quién les amenazaba?

También hemos escuchado denunciar a la ministra del Interior, denunciar en la Asamblea, que ciertos grupos políticos intentaban dar un “golpe de estado” el día 12 de octubre; es decir, que las autoridades han logrado establecer, con detalle, que una conspiración se puso en marcha, en esos días. ¿Quiénes encabezaban ese intento?

Pero aún está en el misterio, si los líderes indígenas que encauzaron su marcha sabían de este intento de golpe de estado, si ellos formaron parte del mismo. Sabemos que la mayoría de los indígenas acudieron al llamado de sus líderes de buena fe, a luchar por su economía, y que no sabían de las oscuras intenciones de estos grupos.

Seguramente, en las próximas semanas conoceremos más detalles de estos hechos y las dudas se irán disipando. Queda claro, eso sí, que las protestas indígenas fueron el escudo de protección de ciertos grupos políticos interesados en trastocar la vida democrática del país.

Cada que pasa, los ecuatorianos conocemos un dato más de lo sucedido a inicios de octubre en las calles de varias ciudades de nuestro país. En ocasiones son dudas sin respuesta, otras, declaraciones de los actores del drama, acaso también aclaraciones de los investigadores y hasta infidencias de algún personaje protagonista de esos hechos.

La protesta popular por la firma de un decreto administrativo del presidente de la República, que eliminó ciertos subsidios a los combustibles, como todos recordamos, derivó en un enfrentamiento encarnizado que tiñó de sangre y fuego las calles, especialmente de la capital de la república.

Asombró que, en el primer día de las protestas, grupos de ciudadanos intentaran incendiar el edificio de la Contraloría general del Estado; pero mucho más que luego de 10 días volvieran a terminar su labor y dicho edificio fuera realmente incendiado. ¿Qué tenía que ver el edificio de la Contraloría con las marchas indígenas? ¿Por qué fue atacado el quinto piso de ese local?

Asombró que, de manera imprevista, grupos de ciudadanos atacaran el cuartel militar de la Balbina, ubicado al suroriente de Quito, en las afueras de la ciudad. ¿Qué tenía que ver ese cuartel con las manifestaciones que sucedían en la capital?

Hoy, gracias a las investigaciones de la Fiscalía hemos escuchado conversaciones telefónicas, hemos visto mensajes de whats up, que dan cuenta de órdenes emitidas por líderes escondidos a quienes participaron en estos eventos.

Resulta inexplicable que una asambleísta imbabureña acudiera presurosa a la embajada de México a pedir protección y amparo cuando no existía ninguna acusación en contra suya. A ella se sumaron otros dos asambleístas y el esposo de una de ellas. Sobre ninguno de ellos pesa acusación judicial alguna. ¿Por qué pedían protección? ¿de quién? ¿quién les amenazaba?

También hemos escuchado denunciar a la ministra del Interior, denunciar en la Asamblea, que ciertos grupos políticos intentaban dar un “golpe de estado” el día 12 de octubre; es decir, que las autoridades han logrado establecer, con detalle, que una conspiración se puso en marcha, en esos días. ¿Quiénes encabezaban ese intento?

Pero aún está en el misterio, si los líderes indígenas que encauzaron su marcha sabían de este intento de golpe de estado, si ellos formaron parte del mismo. Sabemos que la mayoría de los indígenas acudieron al llamado de sus líderes de buena fe, a luchar por su economía, y que no sabían de las oscuras intenciones de estos grupos.

Seguramente, en las próximas semanas conoceremos más detalles de estos hechos y las dudas se irán disipando. Queda claro, eso sí, que las protestas indígenas fueron el escudo de protección de ciertos grupos políticos interesados en trastocar la vida democrática del país.

Cada que pasa, los ecuatorianos conocemos un dato más de lo sucedido a inicios de octubre en las calles de varias ciudades de nuestro país. En ocasiones son dudas sin respuesta, otras, declaraciones de los actores del drama, acaso también aclaraciones de los investigadores y hasta infidencias de algún personaje protagonista de esos hechos.

La protesta popular por la firma de un decreto administrativo del presidente de la República, que eliminó ciertos subsidios a los combustibles, como todos recordamos, derivó en un enfrentamiento encarnizado que tiñó de sangre y fuego las calles, especialmente de la capital de la república.

Asombró que, en el primer día de las protestas, grupos de ciudadanos intentaran incendiar el edificio de la Contraloría general del Estado; pero mucho más que luego de 10 días volvieran a terminar su labor y dicho edificio fuera realmente incendiado. ¿Qué tenía que ver el edificio de la Contraloría con las marchas indígenas? ¿Por qué fue atacado el quinto piso de ese local?

Asombró que, de manera imprevista, grupos de ciudadanos atacaran el cuartel militar de la Balbina, ubicado al suroriente de Quito, en las afueras de la ciudad. ¿Qué tenía que ver ese cuartel con las manifestaciones que sucedían en la capital?

Hoy, gracias a las investigaciones de la Fiscalía hemos escuchado conversaciones telefónicas, hemos visto mensajes de whats up, que dan cuenta de órdenes emitidas por líderes escondidos a quienes participaron en estos eventos.

Resulta inexplicable que una asambleísta imbabureña acudiera presurosa a la embajada de México a pedir protección y amparo cuando no existía ninguna acusación en contra suya. A ella se sumaron otros dos asambleístas y el esposo de una de ellas. Sobre ninguno de ellos pesa acusación judicial alguna. ¿Por qué pedían protección? ¿de quién? ¿quién les amenazaba?

También hemos escuchado denunciar a la ministra del Interior, denunciar en la Asamblea, que ciertos grupos políticos intentaban dar un “golpe de estado” el día 12 de octubre; es decir, que las autoridades han logrado establecer, con detalle, que una conspiración se puso en marcha, en esos días. ¿Quiénes encabezaban ese intento?

Pero aún está en el misterio, si los líderes indígenas que encauzaron su marcha sabían de este intento de golpe de estado, si ellos formaron parte del mismo. Sabemos que la mayoría de los indígenas acudieron al llamado de sus líderes de buena fe, a luchar por su economía, y que no sabían de las oscuras intenciones de estos grupos.

Seguramente, en las próximas semanas conoceremos más detalles de estos hechos y las dudas se irán disipando. Queda claro, eso sí, que las protestas indígenas fueron el escudo de protección de ciertos grupos políticos interesados en trastocar la vida democrática del país.

Cada que pasa, los ecuatorianos conocemos un dato más de lo sucedido a inicios de octubre en las calles de varias ciudades de nuestro país. En ocasiones son dudas sin respuesta, otras, declaraciones de los actores del drama, acaso también aclaraciones de los investigadores y hasta infidencias de algún personaje protagonista de esos hechos.

La protesta popular por la firma de un decreto administrativo del presidente de la República, que eliminó ciertos subsidios a los combustibles, como todos recordamos, derivó en un enfrentamiento encarnizado que tiñó de sangre y fuego las calles, especialmente de la capital de la república.

Asombró que, en el primer día de las protestas, grupos de ciudadanos intentaran incendiar el edificio de la Contraloría general del Estado; pero mucho más que luego de 10 días volvieran a terminar su labor y dicho edificio fuera realmente incendiado. ¿Qué tenía que ver el edificio de la Contraloría con las marchas indígenas? ¿Por qué fue atacado el quinto piso de ese local?

Asombró que, de manera imprevista, grupos de ciudadanos atacaran el cuartel militar de la Balbina, ubicado al suroriente de Quito, en las afueras de la ciudad. ¿Qué tenía que ver ese cuartel con las manifestaciones que sucedían en la capital?

Hoy, gracias a las investigaciones de la Fiscalía hemos escuchado conversaciones telefónicas, hemos visto mensajes de whats up, que dan cuenta de órdenes emitidas por líderes escondidos a quienes participaron en estos eventos.

Resulta inexplicable que una asambleísta imbabureña acudiera presurosa a la embajada de México a pedir protección y amparo cuando no existía ninguna acusación en contra suya. A ella se sumaron otros dos asambleístas y el esposo de una de ellas. Sobre ninguno de ellos pesa acusación judicial alguna. ¿Por qué pedían protección? ¿de quién? ¿quién les amenazaba?

También hemos escuchado denunciar a la ministra del Interior, denunciar en la Asamblea, que ciertos grupos políticos intentaban dar un “golpe de estado” el día 12 de octubre; es decir, que las autoridades han logrado establecer, con detalle, que una conspiración se puso en marcha, en esos días. ¿Quiénes encabezaban ese intento?

Pero aún está en el misterio, si los líderes indígenas que encauzaron su marcha sabían de este intento de golpe de estado, si ellos formaron parte del mismo. Sabemos que la mayoría de los indígenas acudieron al llamado de sus líderes de buena fe, a luchar por su economía, y que no sabían de las oscuras intenciones de estos grupos.

Seguramente, en las próximas semanas conoceremos más detalles de estos hechos y las dudas se irán disipando. Queda claro, eso sí, que las protestas indígenas fueron el escudo de protección de ciertos grupos políticos interesados en trastocar la vida democrática del país.