Insolencia y anarquía

POR: Germánico Solis

En varias oportunidades me he referido al desorden e irrespeto a ley y ordenanzas por parte de los ciertos habitantes que residen en la ciudad de Ibarra. Innúmeras veces consecuencia de las indolencias de la autoridad municipal y en otras, irresponsabilidades de las instituciones del Estado con representación en la ciudad y en la provincia. Hay que recordar la envestidura de la Gobernación y su personero en toda la demarcación, el ordenamiento administrativo y político que dispone a la Policía, Intendencia, jefe político, tenientes políticos y Comisarías.

Caso manifiesto es la declaración del gobernador en el tema del gas doméstico, cuando ratifica el costo de la bombona y que debía ser respetado por los camiones distribuidores del producto. Nadie acata esa declaración, aduciendo que el incremento obedece a cualquier ridícula invención. La gente protesta, salta y brinca, sin que nadie le escuche. Luego, el consumidor se allana a la especulación y se hace al dolor, termina por necesidad aceptando la arbitrariedad haciéndose costumbre y que en derecho es fuente de ley.

En otro tema, la ciudad es un gran teatro donde protagonizamos un libreto útil a cada interés. Conocemos la inmensa utilidad del uso del celular en la comunicación en las actividades de las personas. Sin embargo, hay abusos y abusivos que complican la vida de los demás en los hogares, trabajo y en la calle.

El uso del celular se ha vuelto una práctica ineludible de niños, jóvenes y adultos; hombres y mujeres de todas las edades y condición lo usan. Nadie se admira como hace unos años ver aquel aparato en manos de un campesino o estibador, en el oído de una bella mujer o una autoridad, aquel aparato es el transmisor de las más increíbles voces, unas tiernas y dulces, otras, agresivas que disponen u ordenan sin lugar a la réplica.

Es prohibido por la ley usar el celular cuando se conduce, sin embargo, la gran mayoría hace caso omiso de la sanción. Nadie cumple las recomendaciones que usar el teléfono mientras conduce, conlleva a desastres y accidentes, al contrario es mal visto quien critica ese comportamiento a vista y paciencia de las autoridades de control y la misma Policía.

POR: Germánico Solis

En varias oportunidades me he referido al desorden e irrespeto a ley y ordenanzas por parte de los ciertos habitantes que residen en la ciudad de Ibarra. Innúmeras veces consecuencia de las indolencias de la autoridad municipal y en otras, irresponsabilidades de las instituciones del Estado con representación en la ciudad y en la provincia. Hay que recordar la envestidura de la Gobernación y su personero en toda la demarcación, el ordenamiento administrativo y político que dispone a la Policía, Intendencia, jefe político, tenientes políticos y Comisarías.

Caso manifiesto es la declaración del gobernador en el tema del gas doméstico, cuando ratifica el costo de la bombona y que debía ser respetado por los camiones distribuidores del producto. Nadie acata esa declaración, aduciendo que el incremento obedece a cualquier ridícula invención. La gente protesta, salta y brinca, sin que nadie le escuche. Luego, el consumidor se allana a la especulación y se hace al dolor, termina por necesidad aceptando la arbitrariedad haciéndose costumbre y que en derecho es fuente de ley.

En otro tema, la ciudad es un gran teatro donde protagonizamos un libreto útil a cada interés. Conocemos la inmensa utilidad del uso del celular en la comunicación en las actividades de las personas. Sin embargo, hay abusos y abusivos que complican la vida de los demás en los hogares, trabajo y en la calle.

El uso del celular se ha vuelto una práctica ineludible de niños, jóvenes y adultos; hombres y mujeres de todas las edades y condición lo usan. Nadie se admira como hace unos años ver aquel aparato en manos de un campesino o estibador, en el oído de una bella mujer o una autoridad, aquel aparato es el transmisor de las más increíbles voces, unas tiernas y dulces, otras, agresivas que disponen u ordenan sin lugar a la réplica.

Es prohibido por la ley usar el celular cuando se conduce, sin embargo, la gran mayoría hace caso omiso de la sanción. Nadie cumple las recomendaciones que usar el teléfono mientras conduce, conlleva a desastres y accidentes, al contrario es mal visto quien critica ese comportamiento a vista y paciencia de las autoridades de control y la misma Policía.

POR: Germánico Solis

En varias oportunidades me he referido al desorden e irrespeto a ley y ordenanzas por parte de los ciertos habitantes que residen en la ciudad de Ibarra. Innúmeras veces consecuencia de las indolencias de la autoridad municipal y en otras, irresponsabilidades de las instituciones del Estado con representación en la ciudad y en la provincia. Hay que recordar la envestidura de la Gobernación y su personero en toda la demarcación, el ordenamiento administrativo y político que dispone a la Policía, Intendencia, jefe político, tenientes políticos y Comisarías.

Caso manifiesto es la declaración del gobernador en el tema del gas doméstico, cuando ratifica el costo de la bombona y que debía ser respetado por los camiones distribuidores del producto. Nadie acata esa declaración, aduciendo que el incremento obedece a cualquier ridícula invención. La gente protesta, salta y brinca, sin que nadie le escuche. Luego, el consumidor se allana a la especulación y se hace al dolor, termina por necesidad aceptando la arbitrariedad haciéndose costumbre y que en derecho es fuente de ley.

En otro tema, la ciudad es un gran teatro donde protagonizamos un libreto útil a cada interés. Conocemos la inmensa utilidad del uso del celular en la comunicación en las actividades de las personas. Sin embargo, hay abusos y abusivos que complican la vida de los demás en los hogares, trabajo y en la calle.

El uso del celular se ha vuelto una práctica ineludible de niños, jóvenes y adultos; hombres y mujeres de todas las edades y condición lo usan. Nadie se admira como hace unos años ver aquel aparato en manos de un campesino o estibador, en el oído de una bella mujer o una autoridad, aquel aparato es el transmisor de las más increíbles voces, unas tiernas y dulces, otras, agresivas que disponen u ordenan sin lugar a la réplica.

Es prohibido por la ley usar el celular cuando se conduce, sin embargo, la gran mayoría hace caso omiso de la sanción. Nadie cumple las recomendaciones que usar el teléfono mientras conduce, conlleva a desastres y accidentes, al contrario es mal visto quien critica ese comportamiento a vista y paciencia de las autoridades de control y la misma Policía.

POR: Germánico Solis

En varias oportunidades me he referido al desorden e irrespeto a ley y ordenanzas por parte de los ciertos habitantes que residen en la ciudad de Ibarra. Innúmeras veces consecuencia de las indolencias de la autoridad municipal y en otras, irresponsabilidades de las instituciones del Estado con representación en la ciudad y en la provincia. Hay que recordar la envestidura de la Gobernación y su personero en toda la demarcación, el ordenamiento administrativo y político que dispone a la Policía, Intendencia, jefe político, tenientes políticos y Comisarías.

Caso manifiesto es la declaración del gobernador en el tema del gas doméstico, cuando ratifica el costo de la bombona y que debía ser respetado por los camiones distribuidores del producto. Nadie acata esa declaración, aduciendo que el incremento obedece a cualquier ridícula invención. La gente protesta, salta y brinca, sin que nadie le escuche. Luego, el consumidor se allana a la especulación y se hace al dolor, termina por necesidad aceptando la arbitrariedad haciéndose costumbre y que en derecho es fuente de ley.

En otro tema, la ciudad es un gran teatro donde protagonizamos un libreto útil a cada interés. Conocemos la inmensa utilidad del uso del celular en la comunicación en las actividades de las personas. Sin embargo, hay abusos y abusivos que complican la vida de los demás en los hogares, trabajo y en la calle.

El uso del celular se ha vuelto una práctica ineludible de niños, jóvenes y adultos; hombres y mujeres de todas las edades y condición lo usan. Nadie se admira como hace unos años ver aquel aparato en manos de un campesino o estibador, en el oído de una bella mujer o una autoridad, aquel aparato es el transmisor de las más increíbles voces, unas tiernas y dulces, otras, agresivas que disponen u ordenan sin lugar a la réplica.

Es prohibido por la ley usar el celular cuando se conduce, sin embargo, la gran mayoría hace caso omiso de la sanción. Nadie cumple las recomendaciones que usar el teléfono mientras conduce, conlleva a desastres y accidentes, al contrario es mal visto quien critica ese comportamiento a vista y paciencia de las autoridades de control y la misma Policía.