Entre mares y volcanes, los universos multicolor de Aída Watson

TRABAJO. Watson pinta desde los 4 años. Se especializó en fotografía y arte en California.
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TRABAJO. Watson pinta desde los 4 años. Se especializó en fotografía y arte en California.
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OBRA. El paisajismo es su temática predilecta, en especial de los escenarios nacionales. Aunque también tiene cuadros de su paso por otros países.
OBRA. El paisajismo es su temática predilecta, en especial de los escenarios nacionales. Aunque también tiene cuadros de su paso por otros países.
OBRA. El paisajismo es su temática predilecta, en especial de los escenarios nacionales. Aunque también tiene cuadros de su paso por otros países.
OBRA. El paisajismo es su temática predilecta, en especial de los escenarios nacionales. Aunque también tiene cuadros de su paso por otros países.
OBRA. El paisajismo es su temática predilecta, en especial de los escenarios nacionales. Aunque también tiene cuadros de su paso por otros países.
OBRA. El paisajismo es su temática predilecta, en especial de los escenarios nacionales. Aunque también tiene cuadros de su paso por otros países.
OBRA. El paisajismo es su temática predilecta, en especial de los escenarios nacionales. Aunque también tiene cuadros de su paso por otros países.
OBRA. El paisajismo es su temática predilecta, en especial de los escenarios nacionales. Aunque también tiene cuadros de su paso por otros países.

“El mejor amor de mi vida ha sido la pintura” dice la artista Aída LeMarie de Watson, quien a sus casi 90 años continúa trazando, con el pulso firme y delicado, la seductora silueta de los nevados que rodean Quito, inspirada en la vista panorámica de la ciudad que tiene desde su estudio, en el sexto piso del Hotel Savoy Inn.

Cada rincón del inmueble, propiedad de su familia desde hace más de 100 años, conforma una inmensa galería que reúne bodegones, preciosos desnudos femeninos y retratos de todo tipo, pero donde destacan los deslumbrantes paisajes del océano y la cordillera:

“Hay que levantarse temprano, a las 5:00 o 5:30, para ver el amanecer”, cuenta Watson. Los tintes lilas, anaranjados y celestes de los primeros rayos del sol bañando las montañas dan un toque casi surreal a sus escenarios, que son un homenaje a la naturaleza que tanto le ha enseñado: “Ella es mi profesora. Yo converso con toda la Avenida de los Volcanes desde mi taller”, dice.

Sus cuadros más recientes muestran atardeceres en mares de colores, cada uno inspirado en un fragmento del inmenso mundo que pervive en la memoria de Watson. La espuma chocando contra las rocas le recuerda los paseos en familia y visitas a amigos en el otro lado del planeta.

Arte viajero
Con la misma energía con la que pinta, Watson recorre de arriba a abajo los pasillos de su negocio, comprobando que todo esté en su sitio. Al tiempo de nuestra llegada, se entretiene en la cocina preparando postres tradicionales de Oriente, legado de su ascendencia libanesa. La vitalidad en sus movimientos y sus palabras transmite ese fervor que plasma también en la pintura: “La vida hay que disfrutarla. Si no, ¿ya para qué?”, comenta.

De su prolífica producción poco se ha vendido. Muchos cuadros, en cambio, han sido donados: EE.UU., donde vivió varios años por estudio estudio; Líbano, Suiza, Sierra Leona, China y varios lugares de Sudamérica conservan parte de su obra en colecciones personales. Incluso, uno de sus cuadros fue obsequiado al Vaticano, durante la visita del papa Juan Pablo II a Ecuador, en 1985.

Entre las casi 2.000 piezas que conserva hay reliquias insólitas, como seis retratos basados en ‘Cumandá’, de Juan León Mera, la novela inaugural de la literatura ecuatoriana, o la reproducción de ‘ikebanas’, arreglos florales japoneses, y otras estéticas aprendidas en los múltiples viajes de la artista.

Sus últimos trabajos formarán parte de la muestra pictórica ‘Volcanes espléndidos e irresistibles mares del Ecuador’, en una exposición colectiva con el reconocido artista Pedro Herrera. La exhibición se inaugurará mañana, a las 19:00 en el hotel, con entrada libre. (AA)

FRASE

Un artista debe tener imaginación y cariño por la naturaleza, porque es la mejor profesora en el mundo. Los árboles, las montañas, los mares… Ahí está la verdadera belleza”. Aída Watson artista.

“El mejor amor de mi vida ha sido la pintura” dice la artista Aída LeMarie de Watson, quien a sus casi 90 años continúa trazando, con el pulso firme y delicado, la seductora silueta de los nevados que rodean Quito, inspirada en la vista panorámica de la ciudad que tiene desde su estudio, en el sexto piso del Hotel Savoy Inn.

Cada rincón del inmueble, propiedad de su familia desde hace más de 100 años, conforma una inmensa galería que reúne bodegones, preciosos desnudos femeninos y retratos de todo tipo, pero donde destacan los deslumbrantes paisajes del océano y la cordillera:

“Hay que levantarse temprano, a las 5:00 o 5:30, para ver el amanecer”, cuenta Watson. Los tintes lilas, anaranjados y celestes de los primeros rayos del sol bañando las montañas dan un toque casi surreal a sus escenarios, que son un homenaje a la naturaleza que tanto le ha enseñado: “Ella es mi profesora. Yo converso con toda la Avenida de los Volcanes desde mi taller”, dice.

Sus cuadros más recientes muestran atardeceres en mares de colores, cada uno inspirado en un fragmento del inmenso mundo que pervive en la memoria de Watson. La espuma chocando contra las rocas le recuerda los paseos en familia y visitas a amigos en el otro lado del planeta.

Arte viajero
Con la misma energía con la que pinta, Watson recorre de arriba a abajo los pasillos de su negocio, comprobando que todo esté en su sitio. Al tiempo de nuestra llegada, se entretiene en la cocina preparando postres tradicionales de Oriente, legado de su ascendencia libanesa. La vitalidad en sus movimientos y sus palabras transmite ese fervor que plasma también en la pintura: “La vida hay que disfrutarla. Si no, ¿ya para qué?”, comenta.

De su prolífica producción poco se ha vendido. Muchos cuadros, en cambio, han sido donados: EE.UU., donde vivió varios años por estudio estudio; Líbano, Suiza, Sierra Leona, China y varios lugares de Sudamérica conservan parte de su obra en colecciones personales. Incluso, uno de sus cuadros fue obsequiado al Vaticano, durante la visita del papa Juan Pablo II a Ecuador, en 1985.

Entre las casi 2.000 piezas que conserva hay reliquias insólitas, como seis retratos basados en ‘Cumandá’, de Juan León Mera, la novela inaugural de la literatura ecuatoriana, o la reproducción de ‘ikebanas’, arreglos florales japoneses, y otras estéticas aprendidas en los múltiples viajes de la artista.

Sus últimos trabajos formarán parte de la muestra pictórica ‘Volcanes espléndidos e irresistibles mares del Ecuador’, en una exposición colectiva con el reconocido artista Pedro Herrera. La exhibición se inaugurará mañana, a las 19:00 en el hotel, con entrada libre. (AA)

FRASE

Un artista debe tener imaginación y cariño por la naturaleza, porque es la mejor profesora en el mundo. Los árboles, las montañas, los mares… Ahí está la verdadera belleza”. Aída Watson artista.

“El mejor amor de mi vida ha sido la pintura” dice la artista Aída LeMarie de Watson, quien a sus casi 90 años continúa trazando, con el pulso firme y delicado, la seductora silueta de los nevados que rodean Quito, inspirada en la vista panorámica de la ciudad que tiene desde su estudio, en el sexto piso del Hotel Savoy Inn.

Cada rincón del inmueble, propiedad de su familia desde hace más de 100 años, conforma una inmensa galería que reúne bodegones, preciosos desnudos femeninos y retratos de todo tipo, pero donde destacan los deslumbrantes paisajes del océano y la cordillera:

“Hay que levantarse temprano, a las 5:00 o 5:30, para ver el amanecer”, cuenta Watson. Los tintes lilas, anaranjados y celestes de los primeros rayos del sol bañando las montañas dan un toque casi surreal a sus escenarios, que son un homenaje a la naturaleza que tanto le ha enseñado: “Ella es mi profesora. Yo converso con toda la Avenida de los Volcanes desde mi taller”, dice.

Sus cuadros más recientes muestran atardeceres en mares de colores, cada uno inspirado en un fragmento del inmenso mundo que pervive en la memoria de Watson. La espuma chocando contra las rocas le recuerda los paseos en familia y visitas a amigos en el otro lado del planeta.

Arte viajero
Con la misma energía con la que pinta, Watson recorre de arriba a abajo los pasillos de su negocio, comprobando que todo esté en su sitio. Al tiempo de nuestra llegada, se entretiene en la cocina preparando postres tradicionales de Oriente, legado de su ascendencia libanesa. La vitalidad en sus movimientos y sus palabras transmite ese fervor que plasma también en la pintura: “La vida hay que disfrutarla. Si no, ¿ya para qué?”, comenta.

De su prolífica producción poco se ha vendido. Muchos cuadros, en cambio, han sido donados: EE.UU., donde vivió varios años por estudio estudio; Líbano, Suiza, Sierra Leona, China y varios lugares de Sudamérica conservan parte de su obra en colecciones personales. Incluso, uno de sus cuadros fue obsequiado al Vaticano, durante la visita del papa Juan Pablo II a Ecuador, en 1985.

Entre las casi 2.000 piezas que conserva hay reliquias insólitas, como seis retratos basados en ‘Cumandá’, de Juan León Mera, la novela inaugural de la literatura ecuatoriana, o la reproducción de ‘ikebanas’, arreglos florales japoneses, y otras estéticas aprendidas en los múltiples viajes de la artista.

Sus últimos trabajos formarán parte de la muestra pictórica ‘Volcanes espléndidos e irresistibles mares del Ecuador’, en una exposición colectiva con el reconocido artista Pedro Herrera. La exhibición se inaugurará mañana, a las 19:00 en el hotel, con entrada libre. (AA)

FRASE

Un artista debe tener imaginación y cariño por la naturaleza, porque es la mejor profesora en el mundo. Los árboles, las montañas, los mares… Ahí está la verdadera belleza”. Aída Watson artista.

“El mejor amor de mi vida ha sido la pintura” dice la artista Aída LeMarie de Watson, quien a sus casi 90 años continúa trazando, con el pulso firme y delicado, la seductora silueta de los nevados que rodean Quito, inspirada en la vista panorámica de la ciudad que tiene desde su estudio, en el sexto piso del Hotel Savoy Inn.

Cada rincón del inmueble, propiedad de su familia desde hace más de 100 años, conforma una inmensa galería que reúne bodegones, preciosos desnudos femeninos y retratos de todo tipo, pero donde destacan los deslumbrantes paisajes del océano y la cordillera:

“Hay que levantarse temprano, a las 5:00 o 5:30, para ver el amanecer”, cuenta Watson. Los tintes lilas, anaranjados y celestes de los primeros rayos del sol bañando las montañas dan un toque casi surreal a sus escenarios, que son un homenaje a la naturaleza que tanto le ha enseñado: “Ella es mi profesora. Yo converso con toda la Avenida de los Volcanes desde mi taller”, dice.

Sus cuadros más recientes muestran atardeceres en mares de colores, cada uno inspirado en un fragmento del inmenso mundo que pervive en la memoria de Watson. La espuma chocando contra las rocas le recuerda los paseos en familia y visitas a amigos en el otro lado del planeta.

Arte viajero
Con la misma energía con la que pinta, Watson recorre de arriba a abajo los pasillos de su negocio, comprobando que todo esté en su sitio. Al tiempo de nuestra llegada, se entretiene en la cocina preparando postres tradicionales de Oriente, legado de su ascendencia libanesa. La vitalidad en sus movimientos y sus palabras transmite ese fervor que plasma también en la pintura: “La vida hay que disfrutarla. Si no, ¿ya para qué?”, comenta.

De su prolífica producción poco se ha vendido. Muchos cuadros, en cambio, han sido donados: EE.UU., donde vivió varios años por estudio estudio; Líbano, Suiza, Sierra Leona, China y varios lugares de Sudamérica conservan parte de su obra en colecciones personales. Incluso, uno de sus cuadros fue obsequiado al Vaticano, durante la visita del papa Juan Pablo II a Ecuador, en 1985.

Entre las casi 2.000 piezas que conserva hay reliquias insólitas, como seis retratos basados en ‘Cumandá’, de Juan León Mera, la novela inaugural de la literatura ecuatoriana, o la reproducción de ‘ikebanas’, arreglos florales japoneses, y otras estéticas aprendidas en los múltiples viajes de la artista.

Sus últimos trabajos formarán parte de la muestra pictórica ‘Volcanes espléndidos e irresistibles mares del Ecuador’, en una exposición colectiva con el reconocido artista Pedro Herrera. La exhibición se inaugurará mañana, a las 19:00 en el hotel, con entrada libre. (AA)

FRASE

Un artista debe tener imaginación y cariño por la naturaleza, porque es la mejor profesora en el mundo. Los árboles, las montañas, los mares… Ahí está la verdadera belleza”. Aída Watson artista.