Purikuna, culturas unidas por la danza

Diversidad. Miembros de varias comunidades indígenas son parte del colectivo.
Diversidad. Miembros de varias comunidades indígenas son parte del colectivo.
Diversidad. Miembros de varias comunidades indígenas son parte del colectivo.
Diversidad. Miembros de varias comunidades indígenas son parte del colectivo.
Diversidad. Miembros de varias comunidades indígenas son parte del colectivo.
Diversidad. Miembros de varias comunidades indígenas son parte del colectivo.
Diversidad. Miembros de varias comunidades indígenas son parte del colectivo.
Diversidad. Miembros de varias comunidades indígenas son parte del colectivo.

TUNGURAHUA • Varias agrupaciones artísticas se dedican a representar las danzas tradicionales, patrimonio vivo de las nacionalidades que coexisten en el territorio nacional. Purikuna es una de ellas. Este colectivo se caracteriza por involucrar en su trabajo a varios jóvenes de distintos pueblos indígenas, lo que les ha permitido desarrollar su arte apegándose a la realidad particular de las comunidades.

Salsakas, chibuleos, otavalos, shuares y mestizos son parte del conjunto que fue fundado hace tres años por Magaly Ruiz. En ese entonces, dos jóvenes del pueblo Salasaka y Shuar fueron parte del proceso que, de a poco, llamó la atención de miembros de otras comunidades, que comenzaron a acudir a los ensayos y a compartir sus conocimientos.

“La idea desde siempre fue que sea una agrupación intercultural, nos mantuvimos con este afán. Así, devolvemos un poco de lo que los pueblos hacen por nosotros, permitiéndonos investigar y apoyándonos, e involucramos a la juventud de los pueblos de la provincia”, afirmó Ruiz.

Convivencia
La directora aseguró que la diversidad en el elenco es un gran aporte al momento de compartir las tradiciones y guiar al grupo: “Nos hacen parte de las costumbres, por ejemplo, nos llevan a ver cómo es un matrimonio tradicional. Todo esto nos sirve al momento de presentar los trabajos; así, ponemos en evidencia que en los pueblos existe mucha tradición y cultura”, aseguró.

Todo lo que se vive en esta microcomunidad de bailarines, añadió, les sirve para representar las danzas tradicionales: “Demostramos que se pueden realizar trabajos con investigación, que van apegados a la realidad del pueblo al que estamos representando en escenario”.

Además, la pluralidad de voces ha ayudado a mantener la fidelidad y el respeto a los elementos que componen la puesta en escena original, como los pasos de baile, la música y la indumentaria de los danzantes.

Mediante la convivencia entre las múltiples culturas que forman parte de los Purikuna se ha logrado crear un espacio de aprendizaje mutuo, en el que se han revalorizado las costumbres, la vestimenta y las composiciones musicales.

Preservar la cultura
Los jóvenes bailarines han sabido sacarle provecho a las oportunidades que les abre Purikuna para dar a conocer su cultura. Al ser embajadores de su pueblo en los escenarios de todo el país e internacionales, han decidido reivindicar sus tradiciones y su lengua materna: el kichwa.

“Hay personas que tenían vergüenza de ponerse su ropa tradicional, pero al ingresar al grupo tomaron otra actitud, en la que revalorizan y aprecian su cultura. Trabajamos en la recuperación del idioma y de la esencia de cada pueblo”, señaló la directora. Quienes se van sumando a la agrupación se familiarizan pronto con palabras que no conocían del kichwa e, incluso, en cada presentación hay un momento en que se dirigen al público en este idioma.

La experiencia ha resultado satisfactoria en todos los ámbitos, pues incluso los saberes gastronómicos son compartidos entre los integrantes. (AVI)

TUNGURAHUA • Varias agrupaciones artísticas se dedican a representar las danzas tradicionales, patrimonio vivo de las nacionalidades que coexisten en el territorio nacional. Purikuna es una de ellas. Este colectivo se caracteriza por involucrar en su trabajo a varios jóvenes de distintos pueblos indígenas, lo que les ha permitido desarrollar su arte apegándose a la realidad particular de las comunidades.

Salsakas, chibuleos, otavalos, shuares y mestizos son parte del conjunto que fue fundado hace tres años por Magaly Ruiz. En ese entonces, dos jóvenes del pueblo Salasaka y Shuar fueron parte del proceso que, de a poco, llamó la atención de miembros de otras comunidades, que comenzaron a acudir a los ensayos y a compartir sus conocimientos.

“La idea desde siempre fue que sea una agrupación intercultural, nos mantuvimos con este afán. Así, devolvemos un poco de lo que los pueblos hacen por nosotros, permitiéndonos investigar y apoyándonos, e involucramos a la juventud de los pueblos de la provincia”, afirmó Ruiz.

Convivencia
La directora aseguró que la diversidad en el elenco es un gran aporte al momento de compartir las tradiciones y guiar al grupo: “Nos hacen parte de las costumbres, por ejemplo, nos llevan a ver cómo es un matrimonio tradicional. Todo esto nos sirve al momento de presentar los trabajos; así, ponemos en evidencia que en los pueblos existe mucha tradición y cultura”, aseguró.

Todo lo que se vive en esta microcomunidad de bailarines, añadió, les sirve para representar las danzas tradicionales: “Demostramos que se pueden realizar trabajos con investigación, que van apegados a la realidad del pueblo al que estamos representando en escenario”.

Además, la pluralidad de voces ha ayudado a mantener la fidelidad y el respeto a los elementos que componen la puesta en escena original, como los pasos de baile, la música y la indumentaria de los danzantes.

Mediante la convivencia entre las múltiples culturas que forman parte de los Purikuna se ha logrado crear un espacio de aprendizaje mutuo, en el que se han revalorizado las costumbres, la vestimenta y las composiciones musicales.

Preservar la cultura
Los jóvenes bailarines han sabido sacarle provecho a las oportunidades que les abre Purikuna para dar a conocer su cultura. Al ser embajadores de su pueblo en los escenarios de todo el país e internacionales, han decidido reivindicar sus tradiciones y su lengua materna: el kichwa.

“Hay personas que tenían vergüenza de ponerse su ropa tradicional, pero al ingresar al grupo tomaron otra actitud, en la que revalorizan y aprecian su cultura. Trabajamos en la recuperación del idioma y de la esencia de cada pueblo”, señaló la directora. Quienes se van sumando a la agrupación se familiarizan pronto con palabras que no conocían del kichwa e, incluso, en cada presentación hay un momento en que se dirigen al público en este idioma.

La experiencia ha resultado satisfactoria en todos los ámbitos, pues incluso los saberes gastronómicos son compartidos entre los integrantes. (AVI)

TUNGURAHUA • Varias agrupaciones artísticas se dedican a representar las danzas tradicionales, patrimonio vivo de las nacionalidades que coexisten en el territorio nacional. Purikuna es una de ellas. Este colectivo se caracteriza por involucrar en su trabajo a varios jóvenes de distintos pueblos indígenas, lo que les ha permitido desarrollar su arte apegándose a la realidad particular de las comunidades.

Salsakas, chibuleos, otavalos, shuares y mestizos son parte del conjunto que fue fundado hace tres años por Magaly Ruiz. En ese entonces, dos jóvenes del pueblo Salasaka y Shuar fueron parte del proceso que, de a poco, llamó la atención de miembros de otras comunidades, que comenzaron a acudir a los ensayos y a compartir sus conocimientos.

“La idea desde siempre fue que sea una agrupación intercultural, nos mantuvimos con este afán. Así, devolvemos un poco de lo que los pueblos hacen por nosotros, permitiéndonos investigar y apoyándonos, e involucramos a la juventud de los pueblos de la provincia”, afirmó Ruiz.

Convivencia
La directora aseguró que la diversidad en el elenco es un gran aporte al momento de compartir las tradiciones y guiar al grupo: “Nos hacen parte de las costumbres, por ejemplo, nos llevan a ver cómo es un matrimonio tradicional. Todo esto nos sirve al momento de presentar los trabajos; así, ponemos en evidencia que en los pueblos existe mucha tradición y cultura”, aseguró.

Todo lo que se vive en esta microcomunidad de bailarines, añadió, les sirve para representar las danzas tradicionales: “Demostramos que se pueden realizar trabajos con investigación, que van apegados a la realidad del pueblo al que estamos representando en escenario”.

Además, la pluralidad de voces ha ayudado a mantener la fidelidad y el respeto a los elementos que componen la puesta en escena original, como los pasos de baile, la música y la indumentaria de los danzantes.

Mediante la convivencia entre las múltiples culturas que forman parte de los Purikuna se ha logrado crear un espacio de aprendizaje mutuo, en el que se han revalorizado las costumbres, la vestimenta y las composiciones musicales.

Preservar la cultura
Los jóvenes bailarines han sabido sacarle provecho a las oportunidades que les abre Purikuna para dar a conocer su cultura. Al ser embajadores de su pueblo en los escenarios de todo el país e internacionales, han decidido reivindicar sus tradiciones y su lengua materna: el kichwa.

“Hay personas que tenían vergüenza de ponerse su ropa tradicional, pero al ingresar al grupo tomaron otra actitud, en la que revalorizan y aprecian su cultura. Trabajamos en la recuperación del idioma y de la esencia de cada pueblo”, señaló la directora. Quienes se van sumando a la agrupación se familiarizan pronto con palabras que no conocían del kichwa e, incluso, en cada presentación hay un momento en que se dirigen al público en este idioma.

La experiencia ha resultado satisfactoria en todos los ámbitos, pues incluso los saberes gastronómicos son compartidos entre los integrantes. (AVI)

TUNGURAHUA • Varias agrupaciones artísticas se dedican a representar las danzas tradicionales, patrimonio vivo de las nacionalidades que coexisten en el territorio nacional. Purikuna es una de ellas. Este colectivo se caracteriza por involucrar en su trabajo a varios jóvenes de distintos pueblos indígenas, lo que les ha permitido desarrollar su arte apegándose a la realidad particular de las comunidades.

Salsakas, chibuleos, otavalos, shuares y mestizos son parte del conjunto que fue fundado hace tres años por Magaly Ruiz. En ese entonces, dos jóvenes del pueblo Salasaka y Shuar fueron parte del proceso que, de a poco, llamó la atención de miembros de otras comunidades, que comenzaron a acudir a los ensayos y a compartir sus conocimientos.

“La idea desde siempre fue que sea una agrupación intercultural, nos mantuvimos con este afán. Así, devolvemos un poco de lo que los pueblos hacen por nosotros, permitiéndonos investigar y apoyándonos, e involucramos a la juventud de los pueblos de la provincia”, afirmó Ruiz.

Convivencia
La directora aseguró que la diversidad en el elenco es un gran aporte al momento de compartir las tradiciones y guiar al grupo: “Nos hacen parte de las costumbres, por ejemplo, nos llevan a ver cómo es un matrimonio tradicional. Todo esto nos sirve al momento de presentar los trabajos; así, ponemos en evidencia que en los pueblos existe mucha tradición y cultura”, aseguró.

Todo lo que se vive en esta microcomunidad de bailarines, añadió, les sirve para representar las danzas tradicionales: “Demostramos que se pueden realizar trabajos con investigación, que van apegados a la realidad del pueblo al que estamos representando en escenario”.

Además, la pluralidad de voces ha ayudado a mantener la fidelidad y el respeto a los elementos que componen la puesta en escena original, como los pasos de baile, la música y la indumentaria de los danzantes.

Mediante la convivencia entre las múltiples culturas que forman parte de los Purikuna se ha logrado crear un espacio de aprendizaje mutuo, en el que se han revalorizado las costumbres, la vestimenta y las composiciones musicales.

Preservar la cultura
Los jóvenes bailarines han sabido sacarle provecho a las oportunidades que les abre Purikuna para dar a conocer su cultura. Al ser embajadores de su pueblo en los escenarios de todo el país e internacionales, han decidido reivindicar sus tradiciones y su lengua materna: el kichwa.

“Hay personas que tenían vergüenza de ponerse su ropa tradicional, pero al ingresar al grupo tomaron otra actitud, en la que revalorizan y aprecian su cultura. Trabajamos en la recuperación del idioma y de la esencia de cada pueblo”, señaló la directora. Quienes se van sumando a la agrupación se familiarizan pronto con palabras que no conocían del kichwa e, incluso, en cada presentación hay un momento en que se dirigen al público en este idioma.

La experiencia ha resultado satisfactoria en todos los ámbitos, pues incluso los saberes gastronómicos son compartidos entre los integrantes. (AVI)

Leyendas que se hacen danza
° Entre los proyectos para mantener la esencia de los pueblos de Tungurahua, destaca en el repertorio del grupo de danza Purikuna la obra ‘La pastora y el cóndor’, basada en una leyenda del pueblo Chibuleo y que fue estrenada el pasado septiembre. Esta pieza fusiona la danza contemporánea y tradicional con la historia de amor entre una pastora y un cóndor que toma forma humana para enamorar a la joven. (Foto: Casa de la Cultura)

Leyendas que se hacen danza
° Entre los proyectos para mantener la esencia de los pueblos de Tungurahua, destaca en el repertorio del grupo de danza Purikuna la obra ‘La pastora y el cóndor’, basada en una leyenda del pueblo Chibuleo y que fue estrenada el pasado septiembre. Esta pieza fusiona la danza contemporánea y tradicional con la historia de amor entre una pastora y un cóndor que toma forma humana para enamorar a la joven. (Foto: Casa de la Cultura)

Leyendas que se hacen danza
° Entre los proyectos para mantener la esencia de los pueblos de Tungurahua, destaca en el repertorio del grupo de danza Purikuna la obra ‘La pastora y el cóndor’, basada en una leyenda del pueblo Chibuleo y que fue estrenada el pasado septiembre. Esta pieza fusiona la danza contemporánea y tradicional con la historia de amor entre una pastora y un cóndor que toma forma humana para enamorar a la joven. (Foto: Casa de la Cultura)

Leyendas que se hacen danza
° Entre los proyectos para mantener la esencia de los pueblos de Tungurahua, destaca en el repertorio del grupo de danza Purikuna la obra ‘La pastora y el cóndor’, basada en una leyenda del pueblo Chibuleo y que fue estrenada el pasado septiembre. Esta pieza fusiona la danza contemporánea y tradicional con la historia de amor entre una pastora y un cóndor que toma forma humana para enamorar a la joven. (Foto: Casa de la Cultura)