Huellas pedagógicas

Jaime A, Guzmán R.

Casualmente, he tenido la oportunidad de leer un numero de la revista MD en español del año 1965 y me he quedado maravillado encontrarme con un ensayo intitulado “Los Imagineros del Alma” del doctor Félix Martí Ibáñez, el más grande investigador, literato, historiador y humanista de España.

En el mencionado estudio dicho escritor nos cuenta que el famoso pedagogo, doctor Gregorio Marañón, fue un “revolucionario de las técnicas de enseñanza”. Compendiando a términos concretos dice: “Las clases de Marañón no tenían un programa definido, sino que lo hacía con la práctica; tampoco creía en los clásicos exámenes; en su lugar, daba a elegir al alumno el tema de su predilección, para que hablase a su gusto sobre el mismo, con lo que se suprimió el inevitable nerviosismo, la ansiedad y stress de los exámenes, y mediante hábiles preguntas iba enlazando este tema con otros hasta acabar por hacer que el alumno discurriera sobre casi todos los problemas de la materia que dictaba”. Nos enseñó Marañón, agrega: “a cultivar el deber de la cortesía; el respeto a los maestros y colegas; el valor, como oro purísimo de una estricta ética”.

Ahora que nuestro sistema educativo está ponderadamente cuestionado y con una alta insatisfacción con los resultados obtenidos, nada mejor, pues, que insinuar a las autoridades educacionales y a los profesores en particular para que, siguiendo la huella- o mejor- la lección magistral de tan excelso formador de juventudes, utilicen nuevas alternativas para mejorar el nivel educativo de nuestro país, esencialmente a través de cambios que estén encaminados a mejorar y/o fortalecer la selección, formación y desempeño de los maestros. (O)

[email protected]

Jaime A, Guzmán R.

Casualmente, he tenido la oportunidad de leer un numero de la revista MD en español del año 1965 y me he quedado maravillado encontrarme con un ensayo intitulado “Los Imagineros del Alma” del doctor Félix Martí Ibáñez, el más grande investigador, literato, historiador y humanista de España.

En el mencionado estudio dicho escritor nos cuenta que el famoso pedagogo, doctor Gregorio Marañón, fue un “revolucionario de las técnicas de enseñanza”. Compendiando a términos concretos dice: “Las clases de Marañón no tenían un programa definido, sino que lo hacía con la práctica; tampoco creía en los clásicos exámenes; en su lugar, daba a elegir al alumno el tema de su predilección, para que hablase a su gusto sobre el mismo, con lo que se suprimió el inevitable nerviosismo, la ansiedad y stress de los exámenes, y mediante hábiles preguntas iba enlazando este tema con otros hasta acabar por hacer que el alumno discurriera sobre casi todos los problemas de la materia que dictaba”. Nos enseñó Marañón, agrega: “a cultivar el deber de la cortesía; el respeto a los maestros y colegas; el valor, como oro purísimo de una estricta ética”.

Ahora que nuestro sistema educativo está ponderadamente cuestionado y con una alta insatisfacción con los resultados obtenidos, nada mejor, pues, que insinuar a las autoridades educacionales y a los profesores en particular para que, siguiendo la huella- o mejor- la lección magistral de tan excelso formador de juventudes, utilicen nuevas alternativas para mejorar el nivel educativo de nuestro país, esencialmente a través de cambios que estén encaminados a mejorar y/o fortalecer la selección, formación y desempeño de los maestros. (O)

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Casualmente, he tenido la oportunidad de leer un numero de la revista MD en español del año 1965 y me he quedado maravillado encontrarme con un ensayo intitulado “Los Imagineros del Alma” del doctor Félix Martí Ibáñez, el más grande investigador, literato, historiador y humanista de España.

En el mencionado estudio dicho escritor nos cuenta que el famoso pedagogo, doctor Gregorio Marañón, fue un “revolucionario de las técnicas de enseñanza”. Compendiando a términos concretos dice: “Las clases de Marañón no tenían un programa definido, sino que lo hacía con la práctica; tampoco creía en los clásicos exámenes; en su lugar, daba a elegir al alumno el tema de su predilección, para que hablase a su gusto sobre el mismo, con lo que se suprimió el inevitable nerviosismo, la ansiedad y stress de los exámenes, y mediante hábiles preguntas iba enlazando este tema con otros hasta acabar por hacer que el alumno discurriera sobre casi todos los problemas de la materia que dictaba”. Nos enseñó Marañón, agrega: “a cultivar el deber de la cortesía; el respeto a los maestros y colegas; el valor, como oro purísimo de una estricta ética”.

Ahora que nuestro sistema educativo está ponderadamente cuestionado y con una alta insatisfacción con los resultados obtenidos, nada mejor, pues, que insinuar a las autoridades educacionales y a los profesores en particular para que, siguiendo la huella- o mejor- la lección magistral de tan excelso formador de juventudes, utilicen nuevas alternativas para mejorar el nivel educativo de nuestro país, esencialmente a través de cambios que estén encaminados a mejorar y/o fortalecer la selección, formación y desempeño de los maestros. (O)

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Jaime A, Guzmán R.

Casualmente, he tenido la oportunidad de leer un numero de la revista MD en español del año 1965 y me he quedado maravillado encontrarme con un ensayo intitulado “Los Imagineros del Alma” del doctor Félix Martí Ibáñez, el más grande investigador, literato, historiador y humanista de España.

En el mencionado estudio dicho escritor nos cuenta que el famoso pedagogo, doctor Gregorio Marañón, fue un “revolucionario de las técnicas de enseñanza”. Compendiando a términos concretos dice: “Las clases de Marañón no tenían un programa definido, sino que lo hacía con la práctica; tampoco creía en los clásicos exámenes; en su lugar, daba a elegir al alumno el tema de su predilección, para que hablase a su gusto sobre el mismo, con lo que se suprimió el inevitable nerviosismo, la ansiedad y stress de los exámenes, y mediante hábiles preguntas iba enlazando este tema con otros hasta acabar por hacer que el alumno discurriera sobre casi todos los problemas de la materia que dictaba”. Nos enseñó Marañón, agrega: “a cultivar el deber de la cortesía; el respeto a los maestros y colegas; el valor, como oro purísimo de una estricta ética”.

Ahora que nuestro sistema educativo está ponderadamente cuestionado y con una alta insatisfacción con los resultados obtenidos, nada mejor, pues, que insinuar a las autoridades educacionales y a los profesores en particular para que, siguiendo la huella- o mejor- la lección magistral de tan excelso formador de juventudes, utilicen nuevas alternativas para mejorar el nivel educativo de nuestro país, esencialmente a través de cambios que estén encaminados a mejorar y/o fortalecer la selección, formación y desempeño de los maestros. (O)

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