Icebergs: ¿fertilizadores flotantes de los océanos?

ANÁLISIS. El derretimiento podría tener un efecto colateral menos adverso de lo esperado.
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ANÁLISIS. El derretimiento podría tener un efecto colateral menos adverso de lo esperado.
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ANÁLISIS. El derretimiento podría tener un efecto colateral menos adverso de lo esperado.
ANÁLISIS. El derretimiento podría tener un efecto colateral menos adverso de lo esperado.
ANÁLISIS. El derretimiento podría tener un efecto colateral menos adverso de lo esperado.
ANÁLISIS. El derretimiento podría tener un efecto colateral menos adverso de lo esperado.

TOMADO DE DW

Uno de los efectos más visibles del cambio climático es el retroceso de los glaciares y el acelerado desprendimiento de icebergs. Estas masas de hielo flotante no son sólo agua congelada. También llevan sedimentos que han incorporado durante la formación de los glaciares sobre tierra y rocas.

Entre otros, contienen un elemento clave para la vida: el hierro. Este metal es un micronutriente esencial para todos los organismos vivos. Los humanos lo tenemos en la sangre y nos ayuda a transportar oxígeno a las células. En los océanos, el hierro actúa como un fertilizante natural, que aumenta la productividad marina.

Aunque es abundante en la corteza terrestre, es muy escaso en los océanos, sobre todo en los polares. «Especialmente el Océano Austral, que rodea la Antártida, es una de las grandes zonas que, hablando en términos humanos, es totalmente anémica”, explica a DW el Dr. Juan Höfer, oceanógrafo e investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), de la Universidad Austral de Chile.

Una de las formas en que los mares se nutren de hierro es por medio de los icebergs. «Se van derritiendo lentamente a medida que se mueven y poco a poco van liberando hierro”, indica Höfer, quien es también académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).

Hasta hace poco, a nivel mundial se contaba con menos de diez muestras de hierro en icebergs y los investigadores usaban un valor promedio para estimar su efecto. Una investigación internacional, recién publicada en la prestigiosa revista Nature Communications, reveló que el hierro no se distribuye uniformemente en los icebergs, como se pensaba.

El estudio, encabezado por el Dr. Mark Hopwood, químico del Centro Helmholtz de Investigación Oceánica GEOMAR, de Kiel, Alemania, analizó 207 muestras de distintos lugares, como la Patagonia, la Antártida, Groenlandia e Islandia. En el proyecto participó, entre otros, el Centro IDEAL.

«En los icebergs hay desde el agua más limpia que se pueda encontrar hasta otra increíblemente sucia. Hay grandes diferencias entre las menores y mayores concentraciones de hierro”, explica Hopwood a DW. Así también, su efecto fertilizador de los mares es diverso.

«Este trabajo nos entrega información sobre las magnitudes y cómo se produce esta fertilización, desde sistemas como Groenlandia hasta la Antártida”, destaca el oceanógrafo Dr. Humberto González, director de IDEAL, en diálogo con DW.

¿Menos CO2 y más oxígeno?

«El hierro regula procesos clave. Especialmente en los sistemas de altas latitudes, donde hay muchos nutrientes, pero falta uno fundamental, que es el hierro”, destaca González.

«En el contexto actual de cambio climático, se supone que este flujo de icebergs se va a incrementar. Esto debería aumentar la cantidad de hierro disponible. La teoría es que crecería más fitoplancton que ayudaría a captar dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y podría ayudarnos hasta cierto punto a mitigar las emisiones de este gas”, dice Höfer.

Hopwood observa que «algunos plantean que los icebergs pueden tener un gran efecto y calculan que el 30 por ciento de la captura de CO2 en el océano austral es gracias a estas masas de hielo, pero otros sugieren mucho menos, alrededor del 5 por ciento. Nuestro estudio muestra que esto puede variar, porque realmente depende de qué números se usen. En el mundo real no hay promedios”.

El Dr. Mark Hopwood, químico de GEOMAR, dirigió el estudio que reunió a investigadores de diferentes centros del mundo.

La mayoría de las muestras de hielo analizadas no tienen tanto poder fertilizante y en sólo el 4 por ciento se concentra más del 90 por ciento del hierro total. Como el hierro no se distribuye uniformemente en los icebergs, el efecto fertilizador no es tan sencillo de predecir.

Cooperación científica por el medio ambiente

Hopwood, que se encuentra actualmente en Chile como investigador adjunto del Centro IDEAL, indica que el efecto biológico de estos hielos depende fuertemente de cómo sus sedimentos se asientan en el glaciar. «Hay que mirar más cercanamente los hielos y sus sedimentos para investigar cómo afectan biológicamente la productividad marina, el plancton y los peces”, señala.

La colaboración entre distintas instituciones es fundamental en este tipo de estudios, coinciden los científicos. González, quien obtuvo su grado de Doctor en el Alfred Wegener Institut de Bremerhaven, en Alemania, destaca las ventajas del trabajo conjunto, del cual se nutren los diversos centros que participan.

Para Hopwood, es fundamental contar con colaboradores en diferentes latitudes: «El trabajo de cooperación es más sustentable, da acceso al conocimiento de unos y otros, y podemos hacer una investigación más amistosa con el medio ambiente, porque no se necesita tener un científico viajando por todo el mundo ni visitando muchos lugares diferentes”.

«Para hacer investigación, sobre todo en sistemas de altas latitudes, donde es muy difícil llegar y se necesitan muchos recursos, las alianzas y la cooperación son claves para seguir avanzando en investigación en estos lugares tan remotos”, corrobora González. (dzc)

TOMADO DE DW

Uno de los efectos más visibles del cambio climático es el retroceso de los glaciares y el acelerado desprendimiento de icebergs. Estas masas de hielo flotante no son sólo agua congelada. También llevan sedimentos que han incorporado durante la formación de los glaciares sobre tierra y rocas.

Entre otros, contienen un elemento clave para la vida: el hierro. Este metal es un micronutriente esencial para todos los organismos vivos. Los humanos lo tenemos en la sangre y nos ayuda a transportar oxígeno a las células. En los océanos, el hierro actúa como un fertilizante natural, que aumenta la productividad marina.

Aunque es abundante en la corteza terrestre, es muy escaso en los océanos, sobre todo en los polares. «Especialmente el Océano Austral, que rodea la Antártida, es una de las grandes zonas que, hablando en términos humanos, es totalmente anémica”, explica a DW el Dr. Juan Höfer, oceanógrafo e investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), de la Universidad Austral de Chile.

Una de las formas en que los mares se nutren de hierro es por medio de los icebergs. «Se van derritiendo lentamente a medida que se mueven y poco a poco van liberando hierro”, indica Höfer, quien es también académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).

Hasta hace poco, a nivel mundial se contaba con menos de diez muestras de hierro en icebergs y los investigadores usaban un valor promedio para estimar su efecto. Una investigación internacional, recién publicada en la prestigiosa revista Nature Communications, reveló que el hierro no se distribuye uniformemente en los icebergs, como se pensaba.

El estudio, encabezado por el Dr. Mark Hopwood, químico del Centro Helmholtz de Investigación Oceánica GEOMAR, de Kiel, Alemania, analizó 207 muestras de distintos lugares, como la Patagonia, la Antártida, Groenlandia e Islandia. En el proyecto participó, entre otros, el Centro IDEAL.

«En los icebergs hay desde el agua más limpia que se pueda encontrar hasta otra increíblemente sucia. Hay grandes diferencias entre las menores y mayores concentraciones de hierro”, explica Hopwood a DW. Así también, su efecto fertilizador de los mares es diverso.

«Este trabajo nos entrega información sobre las magnitudes y cómo se produce esta fertilización, desde sistemas como Groenlandia hasta la Antártida”, destaca el oceanógrafo Dr. Humberto González, director de IDEAL, en diálogo con DW.

¿Menos CO2 y más oxígeno?

«El hierro regula procesos clave. Especialmente en los sistemas de altas latitudes, donde hay muchos nutrientes, pero falta uno fundamental, que es el hierro”, destaca González.

«En el contexto actual de cambio climático, se supone que este flujo de icebergs se va a incrementar. Esto debería aumentar la cantidad de hierro disponible. La teoría es que crecería más fitoplancton que ayudaría a captar dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y podría ayudarnos hasta cierto punto a mitigar las emisiones de este gas”, dice Höfer.

Hopwood observa que «algunos plantean que los icebergs pueden tener un gran efecto y calculan que el 30 por ciento de la captura de CO2 en el océano austral es gracias a estas masas de hielo, pero otros sugieren mucho menos, alrededor del 5 por ciento. Nuestro estudio muestra que esto puede variar, porque realmente depende de qué números se usen. En el mundo real no hay promedios”.

El Dr. Mark Hopwood, químico de GEOMAR, dirigió el estudio que reunió a investigadores de diferentes centros del mundo.

La mayoría de las muestras de hielo analizadas no tienen tanto poder fertilizante y en sólo el 4 por ciento se concentra más del 90 por ciento del hierro total. Como el hierro no se distribuye uniformemente en los icebergs, el efecto fertilizador no es tan sencillo de predecir.

Cooperación científica por el medio ambiente

Hopwood, que se encuentra actualmente en Chile como investigador adjunto del Centro IDEAL, indica que el efecto biológico de estos hielos depende fuertemente de cómo sus sedimentos se asientan en el glaciar. «Hay que mirar más cercanamente los hielos y sus sedimentos para investigar cómo afectan biológicamente la productividad marina, el plancton y los peces”, señala.

La colaboración entre distintas instituciones es fundamental en este tipo de estudios, coinciden los científicos. González, quien obtuvo su grado de Doctor en el Alfred Wegener Institut de Bremerhaven, en Alemania, destaca las ventajas del trabajo conjunto, del cual se nutren los diversos centros que participan.

Para Hopwood, es fundamental contar con colaboradores en diferentes latitudes: «El trabajo de cooperación es más sustentable, da acceso al conocimiento de unos y otros, y podemos hacer una investigación más amistosa con el medio ambiente, porque no se necesita tener un científico viajando por todo el mundo ni visitando muchos lugares diferentes”.

«Para hacer investigación, sobre todo en sistemas de altas latitudes, donde es muy difícil llegar y se necesitan muchos recursos, las alianzas y la cooperación son claves para seguir avanzando en investigación en estos lugares tan remotos”, corrobora González. (dzc)

TOMADO DE DW

Uno de los efectos más visibles del cambio climático es el retroceso de los glaciares y el acelerado desprendimiento de icebergs. Estas masas de hielo flotante no son sólo agua congelada. También llevan sedimentos que han incorporado durante la formación de los glaciares sobre tierra y rocas.

Entre otros, contienen un elemento clave para la vida: el hierro. Este metal es un micronutriente esencial para todos los organismos vivos. Los humanos lo tenemos en la sangre y nos ayuda a transportar oxígeno a las células. En los océanos, el hierro actúa como un fertilizante natural, que aumenta la productividad marina.

Aunque es abundante en la corteza terrestre, es muy escaso en los océanos, sobre todo en los polares. «Especialmente el Océano Austral, que rodea la Antártida, es una de las grandes zonas que, hablando en términos humanos, es totalmente anémica”, explica a DW el Dr. Juan Höfer, oceanógrafo e investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), de la Universidad Austral de Chile.

Una de las formas en que los mares se nutren de hierro es por medio de los icebergs. «Se van derritiendo lentamente a medida que se mueven y poco a poco van liberando hierro”, indica Höfer, quien es también académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).

Hasta hace poco, a nivel mundial se contaba con menos de diez muestras de hierro en icebergs y los investigadores usaban un valor promedio para estimar su efecto. Una investigación internacional, recién publicada en la prestigiosa revista Nature Communications, reveló que el hierro no se distribuye uniformemente en los icebergs, como se pensaba.

El estudio, encabezado por el Dr. Mark Hopwood, químico del Centro Helmholtz de Investigación Oceánica GEOMAR, de Kiel, Alemania, analizó 207 muestras de distintos lugares, como la Patagonia, la Antártida, Groenlandia e Islandia. En el proyecto participó, entre otros, el Centro IDEAL.

«En los icebergs hay desde el agua más limpia que se pueda encontrar hasta otra increíblemente sucia. Hay grandes diferencias entre las menores y mayores concentraciones de hierro”, explica Hopwood a DW. Así también, su efecto fertilizador de los mares es diverso.

«Este trabajo nos entrega información sobre las magnitudes y cómo se produce esta fertilización, desde sistemas como Groenlandia hasta la Antártida”, destaca el oceanógrafo Dr. Humberto González, director de IDEAL, en diálogo con DW.

¿Menos CO2 y más oxígeno?

«El hierro regula procesos clave. Especialmente en los sistemas de altas latitudes, donde hay muchos nutrientes, pero falta uno fundamental, que es el hierro”, destaca González.

«En el contexto actual de cambio climático, se supone que este flujo de icebergs se va a incrementar. Esto debería aumentar la cantidad de hierro disponible. La teoría es que crecería más fitoplancton que ayudaría a captar dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y podría ayudarnos hasta cierto punto a mitigar las emisiones de este gas”, dice Höfer.

Hopwood observa que «algunos plantean que los icebergs pueden tener un gran efecto y calculan que el 30 por ciento de la captura de CO2 en el océano austral es gracias a estas masas de hielo, pero otros sugieren mucho menos, alrededor del 5 por ciento. Nuestro estudio muestra que esto puede variar, porque realmente depende de qué números se usen. En el mundo real no hay promedios”.

El Dr. Mark Hopwood, químico de GEOMAR, dirigió el estudio que reunió a investigadores de diferentes centros del mundo.

La mayoría de las muestras de hielo analizadas no tienen tanto poder fertilizante y en sólo el 4 por ciento se concentra más del 90 por ciento del hierro total. Como el hierro no se distribuye uniformemente en los icebergs, el efecto fertilizador no es tan sencillo de predecir.

Cooperación científica por el medio ambiente

Hopwood, que se encuentra actualmente en Chile como investigador adjunto del Centro IDEAL, indica que el efecto biológico de estos hielos depende fuertemente de cómo sus sedimentos se asientan en el glaciar. «Hay que mirar más cercanamente los hielos y sus sedimentos para investigar cómo afectan biológicamente la productividad marina, el plancton y los peces”, señala.

La colaboración entre distintas instituciones es fundamental en este tipo de estudios, coinciden los científicos. González, quien obtuvo su grado de Doctor en el Alfred Wegener Institut de Bremerhaven, en Alemania, destaca las ventajas del trabajo conjunto, del cual se nutren los diversos centros que participan.

Para Hopwood, es fundamental contar con colaboradores en diferentes latitudes: «El trabajo de cooperación es más sustentable, da acceso al conocimiento de unos y otros, y podemos hacer una investigación más amistosa con el medio ambiente, porque no se necesita tener un científico viajando por todo el mundo ni visitando muchos lugares diferentes”.

«Para hacer investigación, sobre todo en sistemas de altas latitudes, donde es muy difícil llegar y se necesitan muchos recursos, las alianzas y la cooperación son claves para seguir avanzando en investigación en estos lugares tan remotos”, corrobora González. (dzc)

TOMADO DE DW

Uno de los efectos más visibles del cambio climático es el retroceso de los glaciares y el acelerado desprendimiento de icebergs. Estas masas de hielo flotante no son sólo agua congelada. También llevan sedimentos que han incorporado durante la formación de los glaciares sobre tierra y rocas.

Entre otros, contienen un elemento clave para la vida: el hierro. Este metal es un micronutriente esencial para todos los organismos vivos. Los humanos lo tenemos en la sangre y nos ayuda a transportar oxígeno a las células. En los océanos, el hierro actúa como un fertilizante natural, que aumenta la productividad marina.

Aunque es abundante en la corteza terrestre, es muy escaso en los océanos, sobre todo en los polares. «Especialmente el Océano Austral, que rodea la Antártida, es una de las grandes zonas que, hablando en términos humanos, es totalmente anémica”, explica a DW el Dr. Juan Höfer, oceanógrafo e investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL), de la Universidad Austral de Chile.

Una de las formas en que los mares se nutren de hierro es por medio de los icebergs. «Se van derritiendo lentamente a medida que se mueven y poco a poco van liberando hierro”, indica Höfer, quien es también académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).

Hasta hace poco, a nivel mundial se contaba con menos de diez muestras de hierro en icebergs y los investigadores usaban un valor promedio para estimar su efecto. Una investigación internacional, recién publicada en la prestigiosa revista Nature Communications, reveló que el hierro no se distribuye uniformemente en los icebergs, como se pensaba.

El estudio, encabezado por el Dr. Mark Hopwood, químico del Centro Helmholtz de Investigación Oceánica GEOMAR, de Kiel, Alemania, analizó 207 muestras de distintos lugares, como la Patagonia, la Antártida, Groenlandia e Islandia. En el proyecto participó, entre otros, el Centro IDEAL.

«En los icebergs hay desde el agua más limpia que se pueda encontrar hasta otra increíblemente sucia. Hay grandes diferencias entre las menores y mayores concentraciones de hierro”, explica Hopwood a DW. Así también, su efecto fertilizador de los mares es diverso.

«Este trabajo nos entrega información sobre las magnitudes y cómo se produce esta fertilización, desde sistemas como Groenlandia hasta la Antártida”, destaca el oceanógrafo Dr. Humberto González, director de IDEAL, en diálogo con DW.

¿Menos CO2 y más oxígeno?

«El hierro regula procesos clave. Especialmente en los sistemas de altas latitudes, donde hay muchos nutrientes, pero falta uno fundamental, que es el hierro”, destaca González.

«En el contexto actual de cambio climático, se supone que este flujo de icebergs se va a incrementar. Esto debería aumentar la cantidad de hierro disponible. La teoría es que crecería más fitoplancton que ayudaría a captar dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y podría ayudarnos hasta cierto punto a mitigar las emisiones de este gas”, dice Höfer.

Hopwood observa que «algunos plantean que los icebergs pueden tener un gran efecto y calculan que el 30 por ciento de la captura de CO2 en el océano austral es gracias a estas masas de hielo, pero otros sugieren mucho menos, alrededor del 5 por ciento. Nuestro estudio muestra que esto puede variar, porque realmente depende de qué números se usen. En el mundo real no hay promedios”.

El Dr. Mark Hopwood, químico de GEOMAR, dirigió el estudio que reunió a investigadores de diferentes centros del mundo.

La mayoría de las muestras de hielo analizadas no tienen tanto poder fertilizante y en sólo el 4 por ciento se concentra más del 90 por ciento del hierro total. Como el hierro no se distribuye uniformemente en los icebergs, el efecto fertilizador no es tan sencillo de predecir.

Cooperación científica por el medio ambiente

Hopwood, que se encuentra actualmente en Chile como investigador adjunto del Centro IDEAL, indica que el efecto biológico de estos hielos depende fuertemente de cómo sus sedimentos se asientan en el glaciar. «Hay que mirar más cercanamente los hielos y sus sedimentos para investigar cómo afectan biológicamente la productividad marina, el plancton y los peces”, señala.

La colaboración entre distintas instituciones es fundamental en este tipo de estudios, coinciden los científicos. González, quien obtuvo su grado de Doctor en el Alfred Wegener Institut de Bremerhaven, en Alemania, destaca las ventajas del trabajo conjunto, del cual se nutren los diversos centros que participan.

Para Hopwood, es fundamental contar con colaboradores en diferentes latitudes: «El trabajo de cooperación es más sustentable, da acceso al conocimiento de unos y otros, y podemos hacer una investigación más amistosa con el medio ambiente, porque no se necesita tener un científico viajando por todo el mundo ni visitando muchos lugares diferentes”.

«Para hacer investigación, sobre todo en sistemas de altas latitudes, donde es muy difícil llegar y se necesitan muchos recursos, las alianzas y la cooperación son claves para seguir avanzando en investigación en estos lugares tan remotos”, corrobora González. (dzc)