Scorza necesita RV

Pablo Escandón Montenegro

Un escritor debe morir en lo más alto de su producción estética. Eso sucedió con Manuel Scorza, quien se fue de esta dimensión terrenal hace 36 años. No se fue solo, se fue con otros intelectuales en un mismo avión que despegaba de Madrid hacia Bogotá para una cita literaria y cultural, que se trocó en homenaje luctuoso.

Scorza es un grande de las letras andinas y mundiales. De las letras andinas porque en su pentalogía se remoza un indigenismo literario que va más allá de la denuncia del realismo social. Es el verdadero heredero de Arguedas, pues logra condensar y recrear el universo y la cosmogonía andina en esas cinco novelas que denuncian los más atroces crímenes contra los seres humanos.

Sus novelas son eternas, inmejorables, y dialogan con ‘Cien años de Soledad’, porque están hechas con la misma materia: la soledad de los agredidos. También es la comunidad de los ofendidos que necesitan de héroes transformados en mitos.

Cuánto necesitamos de héroes como el jinete insomne o del invisible Garabombo; es imperativo que esos mitos vivientes, a quienes conoció Scorza, se conviertan en nuestros paradigmas de reivindicación, en los reales superhéroes y no los guasones ni Batman ni Superman.

Es necesario que los nuevos lectores lleguen a las novelas de este gran escritor mediante las nuevas narrativas, que se potencien los saltos entre el libro y el juego de video, entre la novela y conocer cómo está ahora el cerro de Pasco, como lo hicieron los hijos de Scorza.

Si Netflix está en producción de ‘Cien años de soledad’, ¿dónde están los productores que deben revivir los hechos en el Cerro de Pasco, allá en el páramo andino? ¿Dónde las aplicaciones de realidad virtual (RV) para acompañar una lectura imprescindible de lo que es el realismo mágico en los Andes?

[email protected]

Pablo Escandón Montenegro

Un escritor debe morir en lo más alto de su producción estética. Eso sucedió con Manuel Scorza, quien se fue de esta dimensión terrenal hace 36 años. No se fue solo, se fue con otros intelectuales en un mismo avión que despegaba de Madrid hacia Bogotá para una cita literaria y cultural, que se trocó en homenaje luctuoso.

Scorza es un grande de las letras andinas y mundiales. De las letras andinas porque en su pentalogía se remoza un indigenismo literario que va más allá de la denuncia del realismo social. Es el verdadero heredero de Arguedas, pues logra condensar y recrear el universo y la cosmogonía andina en esas cinco novelas que denuncian los más atroces crímenes contra los seres humanos.

Sus novelas son eternas, inmejorables, y dialogan con ‘Cien años de Soledad’, porque están hechas con la misma materia: la soledad de los agredidos. También es la comunidad de los ofendidos que necesitan de héroes transformados en mitos.

Cuánto necesitamos de héroes como el jinete insomne o del invisible Garabombo; es imperativo que esos mitos vivientes, a quienes conoció Scorza, se conviertan en nuestros paradigmas de reivindicación, en los reales superhéroes y no los guasones ni Batman ni Superman.

Es necesario que los nuevos lectores lleguen a las novelas de este gran escritor mediante las nuevas narrativas, que se potencien los saltos entre el libro y el juego de video, entre la novela y conocer cómo está ahora el cerro de Pasco, como lo hicieron los hijos de Scorza.

Si Netflix está en producción de ‘Cien años de soledad’, ¿dónde están los productores que deben revivir los hechos en el Cerro de Pasco, allá en el páramo andino? ¿Dónde las aplicaciones de realidad virtual (RV) para acompañar una lectura imprescindible de lo que es el realismo mágico en los Andes?

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Un escritor debe morir en lo más alto de su producción estética. Eso sucedió con Manuel Scorza, quien se fue de esta dimensión terrenal hace 36 años. No se fue solo, se fue con otros intelectuales en un mismo avión que despegaba de Madrid hacia Bogotá para una cita literaria y cultural, que se trocó en homenaje luctuoso.

Scorza es un grande de las letras andinas y mundiales. De las letras andinas porque en su pentalogía se remoza un indigenismo literario que va más allá de la denuncia del realismo social. Es el verdadero heredero de Arguedas, pues logra condensar y recrear el universo y la cosmogonía andina en esas cinco novelas que denuncian los más atroces crímenes contra los seres humanos.

Sus novelas son eternas, inmejorables, y dialogan con ‘Cien años de Soledad’, porque están hechas con la misma materia: la soledad de los agredidos. También es la comunidad de los ofendidos que necesitan de héroes transformados en mitos.

Cuánto necesitamos de héroes como el jinete insomne o del invisible Garabombo; es imperativo que esos mitos vivientes, a quienes conoció Scorza, se conviertan en nuestros paradigmas de reivindicación, en los reales superhéroes y no los guasones ni Batman ni Superman.

Es necesario que los nuevos lectores lleguen a las novelas de este gran escritor mediante las nuevas narrativas, que se potencien los saltos entre el libro y el juego de video, entre la novela y conocer cómo está ahora el cerro de Pasco, como lo hicieron los hijos de Scorza.

Si Netflix está en producción de ‘Cien años de soledad’, ¿dónde están los productores que deben revivir los hechos en el Cerro de Pasco, allá en el páramo andino? ¿Dónde las aplicaciones de realidad virtual (RV) para acompañar una lectura imprescindible de lo que es el realismo mágico en los Andes?

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Un escritor debe morir en lo más alto de su producción estética. Eso sucedió con Manuel Scorza, quien se fue de esta dimensión terrenal hace 36 años. No se fue solo, se fue con otros intelectuales en un mismo avión que despegaba de Madrid hacia Bogotá para una cita literaria y cultural, que se trocó en homenaje luctuoso.

Scorza es un grande de las letras andinas y mundiales. De las letras andinas porque en su pentalogía se remoza un indigenismo literario que va más allá de la denuncia del realismo social. Es el verdadero heredero de Arguedas, pues logra condensar y recrear el universo y la cosmogonía andina en esas cinco novelas que denuncian los más atroces crímenes contra los seres humanos.

Sus novelas son eternas, inmejorables, y dialogan con ‘Cien años de Soledad’, porque están hechas con la misma materia: la soledad de los agredidos. También es la comunidad de los ofendidos que necesitan de héroes transformados en mitos.

Cuánto necesitamos de héroes como el jinete insomne o del invisible Garabombo; es imperativo que esos mitos vivientes, a quienes conoció Scorza, se conviertan en nuestros paradigmas de reivindicación, en los reales superhéroes y no los guasones ni Batman ni Superman.

Es necesario que los nuevos lectores lleguen a las novelas de este gran escritor mediante las nuevas narrativas, que se potencien los saltos entre el libro y el juego de video, entre la novela y conocer cómo está ahora el cerro de Pasco, como lo hicieron los hijos de Scorza.

Si Netflix está en producción de ‘Cien años de soledad’, ¿dónde están los productores que deben revivir los hechos en el Cerro de Pasco, allá en el páramo andino? ¿Dónde las aplicaciones de realidad virtual (RV) para acompañar una lectura imprescindible de lo que es el realismo mágico en los Andes?

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