Las mariposas

EDUARDO TABÁREZ RAMÍREZ

En efecto, así era la denominación reivindicatoria de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Miraval, valerosas y valientes mujeres cruelmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960, por ser férreas opositoras a la tiranía imperante del dictador Rafael Leónidas Trujillo. En honor a ellas fue que en 1981 y en el marco del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, se declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, años más tarde en 1999, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se sumó a la jornada reivindicativa y declaró esta fecha como el Día internacional.

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual, sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas, tanto así que son incontables los hechos sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas; un desarrollo sostenible no podrá cumplirse si antes no ponemos fin a la violencia contra mujeres y niñas.

Todas las acciones encaminadas a prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas, deben partir de un enfoque multidimensional para poder incidir en las numerosas formas que originan la violencia. Asimismo, éstas deben considerar el involucramiento, no solo de las instituciones estatales, sino de las sobrevivientes de violencia, de las organizaciones de la sociedad civil, de la Academia, del sector privado y de la comunidad en su conjunto. Solo así se podrá transformar nuestro mundo, sin dejar a nadie atrás.

¡La mujer es una flor de riego diario, es la razón de la existencia humana, es la ternura fresca del amor! Los tiempos han cambiado, jamás debieron ser agredidas, si antes callaron por temor al mal entendido patriarcado, ahora no, ellas no seguirán callando, por eso todos estamos en la obligación moral y amparados en el derecho positivo en denunciar la agresión contra mujeres y niñas, pensar que no es nuestro problema cuando no se trate de los allegados a nosotros, esta inacción nos convierte en cómplices activos y pusilánimes.

[email protected]

EDUARDO TABÁREZ RAMÍREZ

En efecto, así era la denominación reivindicatoria de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Miraval, valerosas y valientes mujeres cruelmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960, por ser férreas opositoras a la tiranía imperante del dictador Rafael Leónidas Trujillo. En honor a ellas fue que en 1981 y en el marco del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, se declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, años más tarde en 1999, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se sumó a la jornada reivindicativa y declaró esta fecha como el Día internacional.

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual, sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas, tanto así que son incontables los hechos sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas; un desarrollo sostenible no podrá cumplirse si antes no ponemos fin a la violencia contra mujeres y niñas.

Todas las acciones encaminadas a prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas, deben partir de un enfoque multidimensional para poder incidir en las numerosas formas que originan la violencia. Asimismo, éstas deben considerar el involucramiento, no solo de las instituciones estatales, sino de las sobrevivientes de violencia, de las organizaciones de la sociedad civil, de la Academia, del sector privado y de la comunidad en su conjunto. Solo así se podrá transformar nuestro mundo, sin dejar a nadie atrás.

¡La mujer es una flor de riego diario, es la razón de la existencia humana, es la ternura fresca del amor! Los tiempos han cambiado, jamás debieron ser agredidas, si antes callaron por temor al mal entendido patriarcado, ahora no, ellas no seguirán callando, por eso todos estamos en la obligación moral y amparados en el derecho positivo en denunciar la agresión contra mujeres y niñas, pensar que no es nuestro problema cuando no se trate de los allegados a nosotros, esta inacción nos convierte en cómplices activos y pusilánimes.

[email protected]

EDUARDO TABÁREZ RAMÍREZ

En efecto, así era la denominación reivindicatoria de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Miraval, valerosas y valientes mujeres cruelmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960, por ser férreas opositoras a la tiranía imperante del dictador Rafael Leónidas Trujillo. En honor a ellas fue que en 1981 y en el marco del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, se declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, años más tarde en 1999, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se sumó a la jornada reivindicativa y declaró esta fecha como el Día internacional.

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual, sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas, tanto así que son incontables los hechos sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas; un desarrollo sostenible no podrá cumplirse si antes no ponemos fin a la violencia contra mujeres y niñas.

Todas las acciones encaminadas a prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas, deben partir de un enfoque multidimensional para poder incidir en las numerosas formas que originan la violencia. Asimismo, éstas deben considerar el involucramiento, no solo de las instituciones estatales, sino de las sobrevivientes de violencia, de las organizaciones de la sociedad civil, de la Academia, del sector privado y de la comunidad en su conjunto. Solo así se podrá transformar nuestro mundo, sin dejar a nadie atrás.

¡La mujer es una flor de riego diario, es la razón de la existencia humana, es la ternura fresca del amor! Los tiempos han cambiado, jamás debieron ser agredidas, si antes callaron por temor al mal entendido patriarcado, ahora no, ellas no seguirán callando, por eso todos estamos en la obligación moral y amparados en el derecho positivo en denunciar la agresión contra mujeres y niñas, pensar que no es nuestro problema cuando no se trate de los allegados a nosotros, esta inacción nos convierte en cómplices activos y pusilánimes.

[email protected]

EDUARDO TABÁREZ RAMÍREZ

En efecto, así era la denominación reivindicatoria de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Miraval, valerosas y valientes mujeres cruelmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960, por ser férreas opositoras a la tiranía imperante del dictador Rafael Leónidas Trujillo. En honor a ellas fue que en 1981 y en el marco del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, se declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, años más tarde en 1999, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se sumó a la jornada reivindicativa y declaró esta fecha como el Día internacional.

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual, sigue siendo un obstáculo para alcanzar igualdad, desarrollo, paz, al igual que el respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas, tanto así que son incontables los hechos sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas; un desarrollo sostenible no podrá cumplirse si antes no ponemos fin a la violencia contra mujeres y niñas.

Todas las acciones encaminadas a prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas, deben partir de un enfoque multidimensional para poder incidir en las numerosas formas que originan la violencia. Asimismo, éstas deben considerar el involucramiento, no solo de las instituciones estatales, sino de las sobrevivientes de violencia, de las organizaciones de la sociedad civil, de la Academia, del sector privado y de la comunidad en su conjunto. Solo así se podrá transformar nuestro mundo, sin dejar a nadie atrás.

¡La mujer es una flor de riego diario, es la razón de la existencia humana, es la ternura fresca del amor! Los tiempos han cambiado, jamás debieron ser agredidas, si antes callaron por temor al mal entendido patriarcado, ahora no, ellas no seguirán callando, por eso todos estamos en la obligación moral y amparados en el derecho positivo en denunciar la agresión contra mujeres y niñas, pensar que no es nuestro problema cuando no se trate de los allegados a nosotros, esta inacción nos convierte en cómplices activos y pusilánimes.

[email protected]