Nuestros líderes, los ‘mártires’

Nicolás Merizalde

El comienzo del fin de uno de los personajes más siniestros de la actualidad ecuatoriana ha sido sorpresivo y humillante. Pero no es momento de cantar victoria, pues será doloroso y vergonzoso ver cómo el cura Tuárez una vez más, abusa de su ex condición de religioso (ya no lo es, pues la Iglesia lo separó cuando entró en política) para tratar de desviar a la justicia. Un populista de su clase no conoce ni el filo de la palabra responsabilidad, victimismo salvaje.

Es una epidemia este victimismo irresponsable, autoritario, manipulador. La asambleísta Marcela Aguiñaga alegando violencia política a ella y sus compañeras ha sido de las perlas de esta semana y es parte de esa gama de usos y abusos del papel de víctima. Ni ella, ni sus colegas han sido cuestionadas por la condición de ser mujeres, ni siquiera por su ideología (respetable, aunque dañosa) sino por corruptas. Porque han traicionado la confianza de quienes votaron por ellas, porque no hicieron otra cosa que alentar el discurso que les permitiera mantener el poder, aunque eso significara ser sumisas con su capataz de gusto.

Victimista irresponsable de nuevo Jaime Vargas, echando la culpa de todos los males habidos y por haber al gobierno, impidiendo que la ayuda estatal que tanto reclaman llegue a “su territorio”.

Y para cerrar el broche de este vicio que ha tomado a todos, la propia Asamblea deslindándose de su deber y dejado que las pugnas y los cálculos electorales nos impidan reformar la economía a fondo. Nuestras medidas parche, son insuficientes y por lo tanto irresponsables.

En el fondo, esa es la gran falencia de todos quienes han ocupado las primeras planas de esta semana. Comparten su irresponsabilidad, traducida en su incapacidad de pensar en país; egoísmo que luego tiene el descaro de exhibirse cómo víctima.

Nicolás Merizalde

El comienzo del fin de uno de los personajes más siniestros de la actualidad ecuatoriana ha sido sorpresivo y humillante. Pero no es momento de cantar victoria, pues será doloroso y vergonzoso ver cómo el cura Tuárez una vez más, abusa de su ex condición de religioso (ya no lo es, pues la Iglesia lo separó cuando entró en política) para tratar de desviar a la justicia. Un populista de su clase no conoce ni el filo de la palabra responsabilidad, victimismo salvaje.

Es una epidemia este victimismo irresponsable, autoritario, manipulador. La asambleísta Marcela Aguiñaga alegando violencia política a ella y sus compañeras ha sido de las perlas de esta semana y es parte de esa gama de usos y abusos del papel de víctima. Ni ella, ni sus colegas han sido cuestionadas por la condición de ser mujeres, ni siquiera por su ideología (respetable, aunque dañosa) sino por corruptas. Porque han traicionado la confianza de quienes votaron por ellas, porque no hicieron otra cosa que alentar el discurso que les permitiera mantener el poder, aunque eso significara ser sumisas con su capataz de gusto.

Victimista irresponsable de nuevo Jaime Vargas, echando la culpa de todos los males habidos y por haber al gobierno, impidiendo que la ayuda estatal que tanto reclaman llegue a “su territorio”.

Y para cerrar el broche de este vicio que ha tomado a todos, la propia Asamblea deslindándose de su deber y dejado que las pugnas y los cálculos electorales nos impidan reformar la economía a fondo. Nuestras medidas parche, son insuficientes y por lo tanto irresponsables.

En el fondo, esa es la gran falencia de todos quienes han ocupado las primeras planas de esta semana. Comparten su irresponsabilidad, traducida en su incapacidad de pensar en país; egoísmo que luego tiene el descaro de exhibirse cómo víctima.

Nicolás Merizalde

El comienzo del fin de uno de los personajes más siniestros de la actualidad ecuatoriana ha sido sorpresivo y humillante. Pero no es momento de cantar victoria, pues será doloroso y vergonzoso ver cómo el cura Tuárez una vez más, abusa de su ex condición de religioso (ya no lo es, pues la Iglesia lo separó cuando entró en política) para tratar de desviar a la justicia. Un populista de su clase no conoce ni el filo de la palabra responsabilidad, victimismo salvaje.

Es una epidemia este victimismo irresponsable, autoritario, manipulador. La asambleísta Marcela Aguiñaga alegando violencia política a ella y sus compañeras ha sido de las perlas de esta semana y es parte de esa gama de usos y abusos del papel de víctima. Ni ella, ni sus colegas han sido cuestionadas por la condición de ser mujeres, ni siquiera por su ideología (respetable, aunque dañosa) sino por corruptas. Porque han traicionado la confianza de quienes votaron por ellas, porque no hicieron otra cosa que alentar el discurso que les permitiera mantener el poder, aunque eso significara ser sumisas con su capataz de gusto.

Victimista irresponsable de nuevo Jaime Vargas, echando la culpa de todos los males habidos y por haber al gobierno, impidiendo que la ayuda estatal que tanto reclaman llegue a “su territorio”.

Y para cerrar el broche de este vicio que ha tomado a todos, la propia Asamblea deslindándose de su deber y dejado que las pugnas y los cálculos electorales nos impidan reformar la economía a fondo. Nuestras medidas parche, son insuficientes y por lo tanto irresponsables.

En el fondo, esa es la gran falencia de todos quienes han ocupado las primeras planas de esta semana. Comparten su irresponsabilidad, traducida en su incapacidad de pensar en país; egoísmo que luego tiene el descaro de exhibirse cómo víctima.

Nicolás Merizalde

El comienzo del fin de uno de los personajes más siniestros de la actualidad ecuatoriana ha sido sorpresivo y humillante. Pero no es momento de cantar victoria, pues será doloroso y vergonzoso ver cómo el cura Tuárez una vez más, abusa de su ex condición de religioso (ya no lo es, pues la Iglesia lo separó cuando entró en política) para tratar de desviar a la justicia. Un populista de su clase no conoce ni el filo de la palabra responsabilidad, victimismo salvaje.

Es una epidemia este victimismo irresponsable, autoritario, manipulador. La asambleísta Marcela Aguiñaga alegando violencia política a ella y sus compañeras ha sido de las perlas de esta semana y es parte de esa gama de usos y abusos del papel de víctima. Ni ella, ni sus colegas han sido cuestionadas por la condición de ser mujeres, ni siquiera por su ideología (respetable, aunque dañosa) sino por corruptas. Porque han traicionado la confianza de quienes votaron por ellas, porque no hicieron otra cosa que alentar el discurso que les permitiera mantener el poder, aunque eso significara ser sumisas con su capataz de gusto.

Victimista irresponsable de nuevo Jaime Vargas, echando la culpa de todos los males habidos y por haber al gobierno, impidiendo que la ayuda estatal que tanto reclaman llegue a “su territorio”.

Y para cerrar el broche de este vicio que ha tomado a todos, la propia Asamblea deslindándose de su deber y dejado que las pugnas y los cálculos electorales nos impidan reformar la economía a fondo. Nuestras medidas parche, son insuficientes y por lo tanto irresponsables.

En el fondo, esa es la gran falencia de todos quienes han ocupado las primeras planas de esta semana. Comparten su irresponsabilidad, traducida en su incapacidad de pensar en país; egoísmo que luego tiene el descaro de exhibirse cómo víctima.