Torquemada

CARLOS TRUJILLO SIERRA

Sacrificios humanos, quema de herejes, descuartizamiento de criminales o herejes o paganos, o simplemente enemigos personales; campos de concentración o de refugiados, cruzadas cristianas o jihads islámicos, Carmencita Lara y su vals ‘Los cuervos’. Ideas y más ideas que estremecen, espantan y espeluznan. No es una lluvia de ideas, es una tormenta, un tsunami de horrores. Te puede paralizar, también puedes devolver la violencia, todo un caos.

En este año del señor (¿qué señor?) de 2019, con Internet, WiFi, twit y mil aplicaciones más, no creo que mucha gente joven entienda a qué me refiero con la palabra Torquemada que hace más de 500 años causaba terror entre judíos, musulmanes y los pocos herejes protestantes de la época. Años de calabozos subterráneos, el potro, la prisión de parientes, la confiscación de bienes y haciendas, el desentierro de cadáveres para quemarlos en la hoguera porque los pícaros herejes tuvieron la suerte de morirse antes de ser juzgados y condenados a ser quemados en la plaza pública en medio de cruces y cánticos.

En América, no hubo mejor suerte: el primer obispo de México, Fray Juan de Zumárraga (el gran cazador de brujas e inquisidor en el País Vasco) quemaba indios porque los aztecas ofrecían sacrificios humanos a sus dioses, o sea, lo mismo que él hacía con los pobres indios conquistados. No fueron Torquemada ni Zumárraga los únicos pero deben estar entre los ‘Top Ten’ de la época, a los que debería sumarse Calvino, en Ginebra que para variar quemaba católicos.

En nuestro Ecuador, en este 2019, sufrimos a un sucesor de esos monstruos, lástima que con nuestra tolerancia y humanismo llegó a Rector de Universidad (dejemos a un lado lo de Pontificia y Católica) y disfrazado de maestro y de pastor de almas llamó en un sermón a odiar y despreciar a los periodistas, y añado, a todos los que no siguen su pensamiento torcido y extraviado. Espero la voz clara de Francisco y la reacción de Lovaina.

[email protected]

CARLOS TRUJILLO SIERRA

Sacrificios humanos, quema de herejes, descuartizamiento de criminales o herejes o paganos, o simplemente enemigos personales; campos de concentración o de refugiados, cruzadas cristianas o jihads islámicos, Carmencita Lara y su vals ‘Los cuervos’. Ideas y más ideas que estremecen, espantan y espeluznan. No es una lluvia de ideas, es una tormenta, un tsunami de horrores. Te puede paralizar, también puedes devolver la violencia, todo un caos.

En este año del señor (¿qué señor?) de 2019, con Internet, WiFi, twit y mil aplicaciones más, no creo que mucha gente joven entienda a qué me refiero con la palabra Torquemada que hace más de 500 años causaba terror entre judíos, musulmanes y los pocos herejes protestantes de la época. Años de calabozos subterráneos, el potro, la prisión de parientes, la confiscación de bienes y haciendas, el desentierro de cadáveres para quemarlos en la hoguera porque los pícaros herejes tuvieron la suerte de morirse antes de ser juzgados y condenados a ser quemados en la plaza pública en medio de cruces y cánticos.

En América, no hubo mejor suerte: el primer obispo de México, Fray Juan de Zumárraga (el gran cazador de brujas e inquisidor en el País Vasco) quemaba indios porque los aztecas ofrecían sacrificios humanos a sus dioses, o sea, lo mismo que él hacía con los pobres indios conquistados. No fueron Torquemada ni Zumárraga los únicos pero deben estar entre los ‘Top Ten’ de la época, a los que debería sumarse Calvino, en Ginebra que para variar quemaba católicos.

En nuestro Ecuador, en este 2019, sufrimos a un sucesor de esos monstruos, lástima que con nuestra tolerancia y humanismo llegó a Rector de Universidad (dejemos a un lado lo de Pontificia y Católica) y disfrazado de maestro y de pastor de almas llamó en un sermón a odiar y despreciar a los periodistas, y añado, a todos los que no siguen su pensamiento torcido y extraviado. Espero la voz clara de Francisco y la reacción de Lovaina.

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CARLOS TRUJILLO SIERRA

Sacrificios humanos, quema de herejes, descuartizamiento de criminales o herejes o paganos, o simplemente enemigos personales; campos de concentración o de refugiados, cruzadas cristianas o jihads islámicos, Carmencita Lara y su vals ‘Los cuervos’. Ideas y más ideas que estremecen, espantan y espeluznan. No es una lluvia de ideas, es una tormenta, un tsunami de horrores. Te puede paralizar, también puedes devolver la violencia, todo un caos.

En este año del señor (¿qué señor?) de 2019, con Internet, WiFi, twit y mil aplicaciones más, no creo que mucha gente joven entienda a qué me refiero con la palabra Torquemada que hace más de 500 años causaba terror entre judíos, musulmanes y los pocos herejes protestantes de la época. Años de calabozos subterráneos, el potro, la prisión de parientes, la confiscación de bienes y haciendas, el desentierro de cadáveres para quemarlos en la hoguera porque los pícaros herejes tuvieron la suerte de morirse antes de ser juzgados y condenados a ser quemados en la plaza pública en medio de cruces y cánticos.

En América, no hubo mejor suerte: el primer obispo de México, Fray Juan de Zumárraga (el gran cazador de brujas e inquisidor en el País Vasco) quemaba indios porque los aztecas ofrecían sacrificios humanos a sus dioses, o sea, lo mismo que él hacía con los pobres indios conquistados. No fueron Torquemada ni Zumárraga los únicos pero deben estar entre los ‘Top Ten’ de la época, a los que debería sumarse Calvino, en Ginebra que para variar quemaba católicos.

En nuestro Ecuador, en este 2019, sufrimos a un sucesor de esos monstruos, lástima que con nuestra tolerancia y humanismo llegó a Rector de Universidad (dejemos a un lado lo de Pontificia y Católica) y disfrazado de maestro y de pastor de almas llamó en un sermón a odiar y despreciar a los periodistas, y añado, a todos los que no siguen su pensamiento torcido y extraviado. Espero la voz clara de Francisco y la reacción de Lovaina.

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CARLOS TRUJILLO SIERRA

Sacrificios humanos, quema de herejes, descuartizamiento de criminales o herejes o paganos, o simplemente enemigos personales; campos de concentración o de refugiados, cruzadas cristianas o jihads islámicos, Carmencita Lara y su vals ‘Los cuervos’. Ideas y más ideas que estremecen, espantan y espeluznan. No es una lluvia de ideas, es una tormenta, un tsunami de horrores. Te puede paralizar, también puedes devolver la violencia, todo un caos.

En este año del señor (¿qué señor?) de 2019, con Internet, WiFi, twit y mil aplicaciones más, no creo que mucha gente joven entienda a qué me refiero con la palabra Torquemada que hace más de 500 años causaba terror entre judíos, musulmanes y los pocos herejes protestantes de la época. Años de calabozos subterráneos, el potro, la prisión de parientes, la confiscación de bienes y haciendas, el desentierro de cadáveres para quemarlos en la hoguera porque los pícaros herejes tuvieron la suerte de morirse antes de ser juzgados y condenados a ser quemados en la plaza pública en medio de cruces y cánticos.

En América, no hubo mejor suerte: el primer obispo de México, Fray Juan de Zumárraga (el gran cazador de brujas e inquisidor en el País Vasco) quemaba indios porque los aztecas ofrecían sacrificios humanos a sus dioses, o sea, lo mismo que él hacía con los pobres indios conquistados. No fueron Torquemada ni Zumárraga los únicos pero deben estar entre los ‘Top Ten’ de la época, a los que debería sumarse Calvino, en Ginebra que para variar quemaba católicos.

En nuestro Ecuador, en este 2019, sufrimos a un sucesor de esos monstruos, lástima que con nuestra tolerancia y humanismo llegó a Rector de Universidad (dejemos a un lado lo de Pontificia y Católica) y disfrazado de maestro y de pastor de almas llamó en un sermón a odiar y despreciar a los periodistas, y añado, a todos los que no siguen su pensamiento torcido y extraviado. Espero la voz clara de Francisco y la reacción de Lovaina.

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