El próximo año

POR: Manuel Báez R.

El reflejo político sobre los cambios financieros del país no dicen categóricamente que se alcanzará una especie de tranquilidad o alivio de los distintos cambios en las esferas gubernamentales; lo que tácitamente se entiende que el próximo año seguirá los mismos o peores conflictos políticos, lo que hace vislumbrar serias dificultades entre pobres y ricos.

Este pronunciamiento tiene su base fundamental en varios aspectos que no persiguen encontrar un real equilibrio político financiero.

Citaré uno de los puntos más críticos en este tema, como es el compromiso adquirido con el Fondo Monetario Internacional, en el que se puntualiza entre las metas acordadas del Ecuador y el Organismo Internacional, en donde consta: incrementar los ingresos tributarios, reducción del gasto en salarios y el de subsidios a los combustibles, sobre este último punto ya hicimos el tratamiento en esta misma columna.

Alrededor de este gran problema hay ciertos grupos humanos que comparten una radical desilusión respecto a las viejas instituciones, un común reconocimiento de que el viejo sistema ha quebrado en ocasiones anteriores irremediablemente; por lo tanto de seguir este compás el próximo año no será bueno o tal vez peor que el que hemos vivido.

Este criterio influirá decisivamente en la política del mañana, de forma que si el gobierno no encuentra el verdadero equilibrio financiero, nuestra suerte queda echada. La mayoría de nosotros sabemos o percibimos lo peligroso que será el nuevo año. Sabemos que la inestabilidad social y las incertidumbres políticas pueden desatar negativas energías, hasta se puede producir un grave cataclismo económico. Qué ojalá esto no se haga realidad.

POR: Manuel Báez R.

El reflejo político sobre los cambios financieros del país no dicen categóricamente que se alcanzará una especie de tranquilidad o alivio de los distintos cambios en las esferas gubernamentales; lo que tácitamente se entiende que el próximo año seguirá los mismos o peores conflictos políticos, lo que hace vislumbrar serias dificultades entre pobres y ricos.

Este pronunciamiento tiene su base fundamental en varios aspectos que no persiguen encontrar un real equilibrio político financiero.

Citaré uno de los puntos más críticos en este tema, como es el compromiso adquirido con el Fondo Monetario Internacional, en el que se puntualiza entre las metas acordadas del Ecuador y el Organismo Internacional, en donde consta: incrementar los ingresos tributarios, reducción del gasto en salarios y el de subsidios a los combustibles, sobre este último punto ya hicimos el tratamiento en esta misma columna.

Alrededor de este gran problema hay ciertos grupos humanos que comparten una radical desilusión respecto a las viejas instituciones, un común reconocimiento de que el viejo sistema ha quebrado en ocasiones anteriores irremediablemente; por lo tanto de seguir este compás el próximo año no será bueno o tal vez peor que el que hemos vivido.

Este criterio influirá decisivamente en la política del mañana, de forma que si el gobierno no encuentra el verdadero equilibrio financiero, nuestra suerte queda echada. La mayoría de nosotros sabemos o percibimos lo peligroso que será el nuevo año. Sabemos que la inestabilidad social y las incertidumbres políticas pueden desatar negativas energías, hasta se puede producir un grave cataclismo económico. Qué ojalá esto no se haga realidad.

POR: Manuel Báez R.

El reflejo político sobre los cambios financieros del país no dicen categóricamente que se alcanzará una especie de tranquilidad o alivio de los distintos cambios en las esferas gubernamentales; lo que tácitamente se entiende que el próximo año seguirá los mismos o peores conflictos políticos, lo que hace vislumbrar serias dificultades entre pobres y ricos.

Este pronunciamiento tiene su base fundamental en varios aspectos que no persiguen encontrar un real equilibrio político financiero.

Citaré uno de los puntos más críticos en este tema, como es el compromiso adquirido con el Fondo Monetario Internacional, en el que se puntualiza entre las metas acordadas del Ecuador y el Organismo Internacional, en donde consta: incrementar los ingresos tributarios, reducción del gasto en salarios y el de subsidios a los combustibles, sobre este último punto ya hicimos el tratamiento en esta misma columna.

Alrededor de este gran problema hay ciertos grupos humanos que comparten una radical desilusión respecto a las viejas instituciones, un común reconocimiento de que el viejo sistema ha quebrado en ocasiones anteriores irremediablemente; por lo tanto de seguir este compás el próximo año no será bueno o tal vez peor que el que hemos vivido.

Este criterio influirá decisivamente en la política del mañana, de forma que si el gobierno no encuentra el verdadero equilibrio financiero, nuestra suerte queda echada. La mayoría de nosotros sabemos o percibimos lo peligroso que será el nuevo año. Sabemos que la inestabilidad social y las incertidumbres políticas pueden desatar negativas energías, hasta se puede producir un grave cataclismo económico. Qué ojalá esto no se haga realidad.

POR: Manuel Báez R.

El reflejo político sobre los cambios financieros del país no dicen categóricamente que se alcanzará una especie de tranquilidad o alivio de los distintos cambios en las esferas gubernamentales; lo que tácitamente se entiende que el próximo año seguirá los mismos o peores conflictos políticos, lo que hace vislumbrar serias dificultades entre pobres y ricos.

Este pronunciamiento tiene su base fundamental en varios aspectos que no persiguen encontrar un real equilibrio político financiero.

Citaré uno de los puntos más críticos en este tema, como es el compromiso adquirido con el Fondo Monetario Internacional, en el que se puntualiza entre las metas acordadas del Ecuador y el Organismo Internacional, en donde consta: incrementar los ingresos tributarios, reducción del gasto en salarios y el de subsidios a los combustibles, sobre este último punto ya hicimos el tratamiento en esta misma columna.

Alrededor de este gran problema hay ciertos grupos humanos que comparten una radical desilusión respecto a las viejas instituciones, un común reconocimiento de que el viejo sistema ha quebrado en ocasiones anteriores irremediablemente; por lo tanto de seguir este compás el próximo año no será bueno o tal vez peor que el que hemos vivido.

Este criterio influirá decisivamente en la política del mañana, de forma que si el gobierno no encuentra el verdadero equilibrio financiero, nuestra suerte queda echada. La mayoría de nosotros sabemos o percibimos lo peligroso que será el nuevo año. Sabemos que la inestabilidad social y las incertidumbres políticas pueden desatar negativas energías, hasta se puede producir un grave cataclismo económico. Qué ojalá esto no se haga realidad.