Corrupción y política

Rodrigo Contero Peñafiel

El poder, entendido como la capacidad de mandar o dar órdenes para que se haga o se deje de hacer algo, ha ido transformando la vida de las personas. El poder se va dispersando en los grandes actores tradicionales, llámense estos: gobiernos, ejércitos, empresas, sindicatos, movimientos políticos, sociales, religiosos, indígenas o de cualquier naturaleza.

El pueblo entrega el poder a políticos y funcionarios públicos para que lo utilicen en funciones del interés común de la sociedad y se ejecuten obras en su beneficio. Los problemas en política se producen por ineptitud, arbitrariedad y corrupción patrocinadas por quienes buscan conseguir beneficios personales, familiares y de grupo. Abusar de una dignidad, atribución o potestad concedidas temporalmente, es una práctica frecuente en nuestro medio, queriendo hacer prevalecer el mando antes que el juicio y la razón.

Cuando el poder recae en personas con rasgos paranoides, desconfiada, suspicaz, agresiva, inestable, violenta, con delirios de grandeza, actúan con amenazas y represalias creando desconcierto y desconfianza en la propia organización política a la que pertenecen, causa suficiente para que sus propios aliados los denuncien ante los tribunales de justicia.

En derecho administrativo el abuso lo ejercen quienes representan micropoderes y son parte del poder público o jurisdiccional del Estado; existen autoridades o dirigentes que abusando de la dignidad que ostentan, con o sin merecimientos, presionan y obligan a violar la Ley, acosan laboralmente y producen estrés y temor en las personas honestas; pero también hay de las otras que lo hacen a cambio de algo “la corrupción como forma de gobierno”.

El sentimiento de la población en el país se va acentuando en que la política se ha convertido en sinónimo de corrupción. Delincuentes comunes aceptan su culpa, “colaboran con la justicia”, contratan “abogados” que rebuscan reducir sus penas en la cárcel para luego salir a vivir sin pasar necesidades, el honor y la dignidad no importa, hay que disfrutar de la fortuna robada al pueblo ecuatoriano; la política como el arte y la ciencia de gobernar hoy solo es un recuerdo.

[email protected]

Rodrigo Contero Peñafiel

El poder, entendido como la capacidad de mandar o dar órdenes para que se haga o se deje de hacer algo, ha ido transformando la vida de las personas. El poder se va dispersando en los grandes actores tradicionales, llámense estos: gobiernos, ejércitos, empresas, sindicatos, movimientos políticos, sociales, religiosos, indígenas o de cualquier naturaleza.

El pueblo entrega el poder a políticos y funcionarios públicos para que lo utilicen en funciones del interés común de la sociedad y se ejecuten obras en su beneficio. Los problemas en política se producen por ineptitud, arbitrariedad y corrupción patrocinadas por quienes buscan conseguir beneficios personales, familiares y de grupo. Abusar de una dignidad, atribución o potestad concedidas temporalmente, es una práctica frecuente en nuestro medio, queriendo hacer prevalecer el mando antes que el juicio y la razón.

Cuando el poder recae en personas con rasgos paranoides, desconfiada, suspicaz, agresiva, inestable, violenta, con delirios de grandeza, actúan con amenazas y represalias creando desconcierto y desconfianza en la propia organización política a la que pertenecen, causa suficiente para que sus propios aliados los denuncien ante los tribunales de justicia.

En derecho administrativo el abuso lo ejercen quienes representan micropoderes y son parte del poder público o jurisdiccional del Estado; existen autoridades o dirigentes que abusando de la dignidad que ostentan, con o sin merecimientos, presionan y obligan a violar la Ley, acosan laboralmente y producen estrés y temor en las personas honestas; pero también hay de las otras que lo hacen a cambio de algo “la corrupción como forma de gobierno”.

El sentimiento de la población en el país se va acentuando en que la política se ha convertido en sinónimo de corrupción. Delincuentes comunes aceptan su culpa, “colaboran con la justicia”, contratan “abogados” que rebuscan reducir sus penas en la cárcel para luego salir a vivir sin pasar necesidades, el honor y la dignidad no importa, hay que disfrutar de la fortuna robada al pueblo ecuatoriano; la política como el arte y la ciencia de gobernar hoy solo es un recuerdo.

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El poder, entendido como la capacidad de mandar o dar órdenes para que se haga o se deje de hacer algo, ha ido transformando la vida de las personas. El poder se va dispersando en los grandes actores tradicionales, llámense estos: gobiernos, ejércitos, empresas, sindicatos, movimientos políticos, sociales, religiosos, indígenas o de cualquier naturaleza.

El pueblo entrega el poder a políticos y funcionarios públicos para que lo utilicen en funciones del interés común de la sociedad y se ejecuten obras en su beneficio. Los problemas en política se producen por ineptitud, arbitrariedad y corrupción patrocinadas por quienes buscan conseguir beneficios personales, familiares y de grupo. Abusar de una dignidad, atribución o potestad concedidas temporalmente, es una práctica frecuente en nuestro medio, queriendo hacer prevalecer el mando antes que el juicio y la razón.

Cuando el poder recae en personas con rasgos paranoides, desconfiada, suspicaz, agresiva, inestable, violenta, con delirios de grandeza, actúan con amenazas y represalias creando desconcierto y desconfianza en la propia organización política a la que pertenecen, causa suficiente para que sus propios aliados los denuncien ante los tribunales de justicia.

En derecho administrativo el abuso lo ejercen quienes representan micropoderes y son parte del poder público o jurisdiccional del Estado; existen autoridades o dirigentes que abusando de la dignidad que ostentan, con o sin merecimientos, presionan y obligan a violar la Ley, acosan laboralmente y producen estrés y temor en las personas honestas; pero también hay de las otras que lo hacen a cambio de algo “la corrupción como forma de gobierno”.

El sentimiento de la población en el país se va acentuando en que la política se ha convertido en sinónimo de corrupción. Delincuentes comunes aceptan su culpa, “colaboran con la justicia”, contratan “abogados” que rebuscan reducir sus penas en la cárcel para luego salir a vivir sin pasar necesidades, el honor y la dignidad no importa, hay que disfrutar de la fortuna robada al pueblo ecuatoriano; la política como el arte y la ciencia de gobernar hoy solo es un recuerdo.

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Rodrigo Contero Peñafiel

El poder, entendido como la capacidad de mandar o dar órdenes para que se haga o se deje de hacer algo, ha ido transformando la vida de las personas. El poder se va dispersando en los grandes actores tradicionales, llámense estos: gobiernos, ejércitos, empresas, sindicatos, movimientos políticos, sociales, religiosos, indígenas o de cualquier naturaleza.

El pueblo entrega el poder a políticos y funcionarios públicos para que lo utilicen en funciones del interés común de la sociedad y se ejecuten obras en su beneficio. Los problemas en política se producen por ineptitud, arbitrariedad y corrupción patrocinadas por quienes buscan conseguir beneficios personales, familiares y de grupo. Abusar de una dignidad, atribución o potestad concedidas temporalmente, es una práctica frecuente en nuestro medio, queriendo hacer prevalecer el mando antes que el juicio y la razón.

Cuando el poder recae en personas con rasgos paranoides, desconfiada, suspicaz, agresiva, inestable, violenta, con delirios de grandeza, actúan con amenazas y represalias creando desconcierto y desconfianza en la propia organización política a la que pertenecen, causa suficiente para que sus propios aliados los denuncien ante los tribunales de justicia.

En derecho administrativo el abuso lo ejercen quienes representan micropoderes y son parte del poder público o jurisdiccional del Estado; existen autoridades o dirigentes que abusando de la dignidad que ostentan, con o sin merecimientos, presionan y obligan a violar la Ley, acosan laboralmente y producen estrés y temor en las personas honestas; pero también hay de las otras que lo hacen a cambio de algo “la corrupción como forma de gobierno”.

El sentimiento de la población en el país se va acentuando en que la política se ha convertido en sinónimo de corrupción. Delincuentes comunes aceptan su culpa, “colaboran con la justicia”, contratan “abogados” que rebuscan reducir sus penas en la cárcel para luego salir a vivir sin pasar necesidades, el honor y la dignidad no importa, hay que disfrutar de la fortuna robada al pueblo ecuatoriano; la política como el arte y la ciencia de gobernar hoy solo es un recuerdo.

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