Ayahuasca, brebaje milenario al servicio de todos

INFUSIÓN. Esta mezcla, según la cosmovisión shuar, ha permitido la conexión con las almas. (Foto: Flickr/Ayahuasca in San Francisco)
INFUSIÓN. Esta mezcla, según la cosmovisión shuar, ha permitido la conexión con las almas. (Foto: Flickr/Ayahuasca in San Francisco)
INFUSIÓN. Esta mezcla, según la cosmovisión shuar, ha permitido la conexión con las almas. (Foto: Flickr/Ayahuasca in San Francisco)
INFUSIÓN. Esta mezcla, según la cosmovisión shuar, ha permitido la conexión con las almas. (Foto: Flickr/Ayahuasca in San Francisco)
INFUSIÓN. Esta mezcla, según la cosmovisión shuar, ha permitido la conexión con las almas. (Foto: Flickr/Ayahuasca in San Francisco)
INFUSIÓN. Esta mezcla, según la cosmovisión shuar, ha permitido la conexión con las almas. (Foto: Flickr/Ayahuasca in San Francisco)
INFUSIÓN. Esta mezcla, según la cosmovisión shuar, ha permitido la conexión con las almas. (Foto: Flickr/Ayahuasca in San Francisco)
INFUSIÓN. Esta mezcla, según la cosmovisión shuar, ha permitido la conexión con las almas. (Foto: Flickr/Ayahuasca in San Francisco)

Enredada en medio de la selva Amazónica, se encuentra una planta que desde hace miles de años se ha convertido en uno de los principales ingredientes de un brebaje ancestral y controversial: la ayahuasca, natem o yagé.

Sus lianas, tras ser escogidas cuidadosamente por un chamán (el sabio) -según relatan algunas tradiciones shuar-, se cortan y se colocan sobre la hoja de una planta a la que han llamado ‘saú’ (shuar). “Eso se hierve con hojas de yají (un árbol amazónico). La infusión de las dos plantas es la que tiene los poderes; solas no hacen nada”, explica Nelson Tsamaraint, de 54 años. Él es un uwishin (chamán) shuar.

Este brebaje no solo es conocido por los shuaras. En Ecuador y otros país de Latinoamérica, como Perú, Venezuela, Bolivia, Colombia y Brasil, se ha bebido desde hace cientos de años en pueblos ancestrales y diferentes culturas.

Lejos de las costumbres
De acuerdo con Camila Fernándes, antropóloga, “esta práctica es tan milenaria como el origen de ciertas culturas; pues, en algunas, incluso forma parte de su cosmovisión”.

“Existen estudios que datan el consumo de natem de los shuaras desde hace unos 5.000 años”, asegura.

La leyenda de este pueblo representa a ‘Tsunki’ y ‘tsunkinua’, divinidades que gobiernan las aguas y a todos quienes allí viven.

“Los primeros sabios guerreros abuelos, justamente los uwishin, fueron los encargados de transmitir este conocimiento de generación en generación”, afirma.

Tomar esta infusión, actualmente ha trascendido de la historia, tradiciones y prácticas milenarias. En varios países de América Latina, ritos con este menjunje se ofrecen a turistas aventureros o “personas que buscan sanación”. Tienen un valor que oscila entre 50 y 60 dólares por persona.

Tsmaraint advierte que la práctica de estas actividades sin conocimiento previo, podría ocasionar inconvenientes en el momento de guiar a quienes participan de este.

Para él, la proliferación de grupos que intentan masificar esta práctica y comerciarla, es un problema.

“Esto es natural, que se nos ha sido entregado para limpiarnos; no es algo que se deba vender. Además, el natem es fuerte; hay que saber domarlo antes para poder guiar un ritual”, explica.

La química del ritual
Omar Vacas es docente investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Desde hace más de 18 años se dedica al estudio de plantas medicinales en el país. Entre sus trabajos ha abarcado este brebaje.

“Es importante aclarar que en esta infusión, su principal componente psicoactivo es el DMT (dimetiltriptamina). Este es, hasta el momento, el componente alucinógeno más fuerte conocido por el hombre”, menciona.Este compuesto se encuentra naturalmente en plantas y animales. Según el experto, hay estudios que plantean que este compuesto se genera naturalmente en el cuerpo humano en etapas de sueño profundo, al nacer y al morir.

“El brebaje está compuesto por dos plantas, que en conjunto activan el DMT presente, y permiten que quien lo beba tenga un trance con algunas alucinaciones”, expresa.

EL DATO
Ayahuasca se puede traducir como ‘la soga que permite ir al lugar de los muertos’, en kichwa. “Esto, después de tomarlo, puede generar vómitos por horas y alucinaciones con ojos abiertos o cerrados”.

La complejidad de la sustancia, de acuerdo con Vacas, es uno de los factores que puede significar un riesgo mayor ante un consumo “irresponsable de esta mezcla”.

Pocos casos fatales han existido en torno a esta infusión. Sin embargo, uno de los casos que sonó a nivel mundial fue el de un joven británico, en 2014. Lo encontraron muerto en una calle de un poblado dela Amazonía colombiana tras haber participado de un rito de ayahuasca.

Vacas dice que los riesgos, básicamente, se generan al corromper los ingredientes originales de la mezcla o al consumirlo sin consejo previo.

“Es importante aclarar que la persona que va a tomar este brebaje debe, incluso, prepararse con anterioridad con ayuno, sin consumir carnes rojas, entre otros aspectos. Si esto no se cumple, la química del ritual puede verse modificada y no resultar como se planea”, dice.

Tsamaraint indica que este menaje puede ser mortal en caso de ser administrado sin una dosificación adecuada. (ECV)

Enredada en medio de la selva Amazónica, se encuentra una planta que desde hace miles de años se ha convertido en uno de los principales ingredientes de un brebaje ancestral y controversial: la ayahuasca, natem o yagé.

Sus lianas, tras ser escogidas cuidadosamente por un chamán (el sabio) -según relatan algunas tradiciones shuar-, se cortan y se colocan sobre la hoja de una planta a la que han llamado ‘saú’ (shuar). “Eso se hierve con hojas de yají (un árbol amazónico). La infusión de las dos plantas es la que tiene los poderes; solas no hacen nada”, explica Nelson Tsamaraint, de 54 años. Él es un uwishin (chamán) shuar.

Este brebaje no solo es conocido por los shuaras. En Ecuador y otros país de Latinoamérica, como Perú, Venezuela, Bolivia, Colombia y Brasil, se ha bebido desde hace cientos de años en pueblos ancestrales y diferentes culturas.

Lejos de las costumbres
De acuerdo con Camila Fernándes, antropóloga, “esta práctica es tan milenaria como el origen de ciertas culturas; pues, en algunas, incluso forma parte de su cosmovisión”.

“Existen estudios que datan el consumo de natem de los shuaras desde hace unos 5.000 años”, asegura.

La leyenda de este pueblo representa a ‘Tsunki’ y ‘tsunkinua’, divinidades que gobiernan las aguas y a todos quienes allí viven.

“Los primeros sabios guerreros abuelos, justamente los uwishin, fueron los encargados de transmitir este conocimiento de generación en generación”, afirma.

Tomar esta infusión, actualmente ha trascendido de la historia, tradiciones y prácticas milenarias. En varios países de América Latina, ritos con este menjunje se ofrecen a turistas aventureros o “personas que buscan sanación”. Tienen un valor que oscila entre 50 y 60 dólares por persona.

Tsmaraint advierte que la práctica de estas actividades sin conocimiento previo, podría ocasionar inconvenientes en el momento de guiar a quienes participan de este.

Para él, la proliferación de grupos que intentan masificar esta práctica y comerciarla, es un problema.

“Esto es natural, que se nos ha sido entregado para limpiarnos; no es algo que se deba vender. Además, el natem es fuerte; hay que saber domarlo antes para poder guiar un ritual”, explica.

La química del ritual
Omar Vacas es docente investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Desde hace más de 18 años se dedica al estudio de plantas medicinales en el país. Entre sus trabajos ha abarcado este brebaje.

“Es importante aclarar que en esta infusión, su principal componente psicoactivo es el DMT (dimetiltriptamina). Este es, hasta el momento, el componente alucinógeno más fuerte conocido por el hombre”, menciona.Este compuesto se encuentra naturalmente en plantas y animales. Según el experto, hay estudios que plantean que este compuesto se genera naturalmente en el cuerpo humano en etapas de sueño profundo, al nacer y al morir.

“El brebaje está compuesto por dos plantas, que en conjunto activan el DMT presente, y permiten que quien lo beba tenga un trance con algunas alucinaciones”, expresa.

EL DATO
Ayahuasca se puede traducir como ‘la soga que permite ir al lugar de los muertos’, en kichwa. “Esto, después de tomarlo, puede generar vómitos por horas y alucinaciones con ojos abiertos o cerrados”.

La complejidad de la sustancia, de acuerdo con Vacas, es uno de los factores que puede significar un riesgo mayor ante un consumo “irresponsable de esta mezcla”.

Pocos casos fatales han existido en torno a esta infusión. Sin embargo, uno de los casos que sonó a nivel mundial fue el de un joven británico, en 2014. Lo encontraron muerto en una calle de un poblado dela Amazonía colombiana tras haber participado de un rito de ayahuasca.

Vacas dice que los riesgos, básicamente, se generan al corromper los ingredientes originales de la mezcla o al consumirlo sin consejo previo.

“Es importante aclarar que la persona que va a tomar este brebaje debe, incluso, prepararse con anterioridad con ayuno, sin consumir carnes rojas, entre otros aspectos. Si esto no se cumple, la química del ritual puede verse modificada y no resultar como se planea”, dice.

Tsamaraint indica que este menaje puede ser mortal en caso de ser administrado sin una dosificación adecuada. (ECV)

Enredada en medio de la selva Amazónica, se encuentra una planta que desde hace miles de años se ha convertido en uno de los principales ingredientes de un brebaje ancestral y controversial: la ayahuasca, natem o yagé.

Sus lianas, tras ser escogidas cuidadosamente por un chamán (el sabio) -según relatan algunas tradiciones shuar-, se cortan y se colocan sobre la hoja de una planta a la que han llamado ‘saú’ (shuar). “Eso se hierve con hojas de yají (un árbol amazónico). La infusión de las dos plantas es la que tiene los poderes; solas no hacen nada”, explica Nelson Tsamaraint, de 54 años. Él es un uwishin (chamán) shuar.

Este brebaje no solo es conocido por los shuaras. En Ecuador y otros país de Latinoamérica, como Perú, Venezuela, Bolivia, Colombia y Brasil, se ha bebido desde hace cientos de años en pueblos ancestrales y diferentes culturas.

Lejos de las costumbres
De acuerdo con Camila Fernándes, antropóloga, “esta práctica es tan milenaria como el origen de ciertas culturas; pues, en algunas, incluso forma parte de su cosmovisión”.

“Existen estudios que datan el consumo de natem de los shuaras desde hace unos 5.000 años”, asegura.

La leyenda de este pueblo representa a ‘Tsunki’ y ‘tsunkinua’, divinidades que gobiernan las aguas y a todos quienes allí viven.

“Los primeros sabios guerreros abuelos, justamente los uwishin, fueron los encargados de transmitir este conocimiento de generación en generación”, afirma.

Tomar esta infusión, actualmente ha trascendido de la historia, tradiciones y prácticas milenarias. En varios países de América Latina, ritos con este menjunje se ofrecen a turistas aventureros o “personas que buscan sanación”. Tienen un valor que oscila entre 50 y 60 dólares por persona.

Tsmaraint advierte que la práctica de estas actividades sin conocimiento previo, podría ocasionar inconvenientes en el momento de guiar a quienes participan de este.

Para él, la proliferación de grupos que intentan masificar esta práctica y comerciarla, es un problema.

“Esto es natural, que se nos ha sido entregado para limpiarnos; no es algo que se deba vender. Además, el natem es fuerte; hay que saber domarlo antes para poder guiar un ritual”, explica.

La química del ritual
Omar Vacas es docente investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Desde hace más de 18 años se dedica al estudio de plantas medicinales en el país. Entre sus trabajos ha abarcado este brebaje.

“Es importante aclarar que en esta infusión, su principal componente psicoactivo es el DMT (dimetiltriptamina). Este es, hasta el momento, el componente alucinógeno más fuerte conocido por el hombre”, menciona.Este compuesto se encuentra naturalmente en plantas y animales. Según el experto, hay estudios que plantean que este compuesto se genera naturalmente en el cuerpo humano en etapas de sueño profundo, al nacer y al morir.

“El brebaje está compuesto por dos plantas, que en conjunto activan el DMT presente, y permiten que quien lo beba tenga un trance con algunas alucinaciones”, expresa.

EL DATO
Ayahuasca se puede traducir como ‘la soga que permite ir al lugar de los muertos’, en kichwa. “Esto, después de tomarlo, puede generar vómitos por horas y alucinaciones con ojos abiertos o cerrados”.

La complejidad de la sustancia, de acuerdo con Vacas, es uno de los factores que puede significar un riesgo mayor ante un consumo “irresponsable de esta mezcla”.

Pocos casos fatales han existido en torno a esta infusión. Sin embargo, uno de los casos que sonó a nivel mundial fue el de un joven británico, en 2014. Lo encontraron muerto en una calle de un poblado dela Amazonía colombiana tras haber participado de un rito de ayahuasca.

Vacas dice que los riesgos, básicamente, se generan al corromper los ingredientes originales de la mezcla o al consumirlo sin consejo previo.

“Es importante aclarar que la persona que va a tomar este brebaje debe, incluso, prepararse con anterioridad con ayuno, sin consumir carnes rojas, entre otros aspectos. Si esto no se cumple, la química del ritual puede verse modificada y no resultar como se planea”, dice.

Tsamaraint indica que este menaje puede ser mortal en caso de ser administrado sin una dosificación adecuada. (ECV)

Enredada en medio de la selva Amazónica, se encuentra una planta que desde hace miles de años se ha convertido en uno de los principales ingredientes de un brebaje ancestral y controversial: la ayahuasca, natem o yagé.

Sus lianas, tras ser escogidas cuidadosamente por un chamán (el sabio) -según relatan algunas tradiciones shuar-, se cortan y se colocan sobre la hoja de una planta a la que han llamado ‘saú’ (shuar). “Eso se hierve con hojas de yají (un árbol amazónico). La infusión de las dos plantas es la que tiene los poderes; solas no hacen nada”, explica Nelson Tsamaraint, de 54 años. Él es un uwishin (chamán) shuar.

Este brebaje no solo es conocido por los shuaras. En Ecuador y otros país de Latinoamérica, como Perú, Venezuela, Bolivia, Colombia y Brasil, se ha bebido desde hace cientos de años en pueblos ancestrales y diferentes culturas.

Lejos de las costumbres
De acuerdo con Camila Fernándes, antropóloga, “esta práctica es tan milenaria como el origen de ciertas culturas; pues, en algunas, incluso forma parte de su cosmovisión”.

“Existen estudios que datan el consumo de natem de los shuaras desde hace unos 5.000 años”, asegura.

La leyenda de este pueblo representa a ‘Tsunki’ y ‘tsunkinua’, divinidades que gobiernan las aguas y a todos quienes allí viven.

“Los primeros sabios guerreros abuelos, justamente los uwishin, fueron los encargados de transmitir este conocimiento de generación en generación”, afirma.

Tomar esta infusión, actualmente ha trascendido de la historia, tradiciones y prácticas milenarias. En varios países de América Latina, ritos con este menjunje se ofrecen a turistas aventureros o “personas que buscan sanación”. Tienen un valor que oscila entre 50 y 60 dólares por persona.

Tsmaraint advierte que la práctica de estas actividades sin conocimiento previo, podría ocasionar inconvenientes en el momento de guiar a quienes participan de este.

Para él, la proliferación de grupos que intentan masificar esta práctica y comerciarla, es un problema.

“Esto es natural, que se nos ha sido entregado para limpiarnos; no es algo que se deba vender. Además, el natem es fuerte; hay que saber domarlo antes para poder guiar un ritual”, explica.

La química del ritual
Omar Vacas es docente investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Desde hace más de 18 años se dedica al estudio de plantas medicinales en el país. Entre sus trabajos ha abarcado este brebaje.

“Es importante aclarar que en esta infusión, su principal componente psicoactivo es el DMT (dimetiltriptamina). Este es, hasta el momento, el componente alucinógeno más fuerte conocido por el hombre”, menciona.Este compuesto se encuentra naturalmente en plantas y animales. Según el experto, hay estudios que plantean que este compuesto se genera naturalmente en el cuerpo humano en etapas de sueño profundo, al nacer y al morir.

“El brebaje está compuesto por dos plantas, que en conjunto activan el DMT presente, y permiten que quien lo beba tenga un trance con algunas alucinaciones”, expresa.

EL DATO
Ayahuasca se puede traducir como ‘la soga que permite ir al lugar de los muertos’, en kichwa. “Esto, después de tomarlo, puede generar vómitos por horas y alucinaciones con ojos abiertos o cerrados”.

La complejidad de la sustancia, de acuerdo con Vacas, es uno de los factores que puede significar un riesgo mayor ante un consumo “irresponsable de esta mezcla”.

Pocos casos fatales han existido en torno a esta infusión. Sin embargo, uno de los casos que sonó a nivel mundial fue el de un joven británico, en 2014. Lo encontraron muerto en una calle de un poblado dela Amazonía colombiana tras haber participado de un rito de ayahuasca.

Vacas dice que los riesgos, básicamente, se generan al corromper los ingredientes originales de la mezcla o al consumirlo sin consejo previo.

“Es importante aclarar que la persona que va a tomar este brebaje debe, incluso, prepararse con anterioridad con ayuno, sin consumir carnes rojas, entre otros aspectos. Si esto no se cumple, la química del ritual puede verse modificada y no resultar como se planea”, dice.

Tsamaraint indica que este menaje puede ser mortal en caso de ser administrado sin una dosificación adecuada. (ECV)