La niña Greta o la paz

Más allá de lo ridícula que resulta la propuesta de esta niña, que parece a un ‘best seller’ televisivo, ya que, entre otras cosas, no veo cómo podrían reemplazarse todos los vuelos transoceánicos por viajes en barco. Cuenta una columna del ABC de Madrid que, tras más de 20 días de viaje en el catamarán ‘La Vagabonde’, a la niña le quedaba el trayecto de Lisboa a Madrid para llegar a la Cumbre del Clima, la COP25. Las opciones eran el tren o el coche eléctrico y la Junta de Extremadura ofreció la segunda, pero la joven prefería el tren. La Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres, que se opone a la construcción de una mina de litio, pidió que rechazara el coche porque lleva la contaminante batería de litio. Greta viajaría en el eléctrico Tren Hotel Lusitania, pero resulta que en un tramo de 100 kilómetros utiliza una locomotora diésel.

Lo mejor que podría hacer esta niña es quedarse en su casa y dedicarse a su familia, trabajar y estudiar en lugar de proponer a los jóvenes que dejen las escuelas, los trabajos y sus familias para “manifestarse” por las calles pidiendo más violencia.

Son tres las versiones sobre el “cambio climático”. Que no existe. La más creíble, que existe, pero no es nuevo, sino que la Tierra se ha calentado siempre -se derritieron los glaciares, desaparecieron los dinosaurios- y parece muy soberbio pretender que el ser humano sea capaz de poner en jaque a la inmensa y sabia naturaleza.

La afirmación “científica” oficialista -de la ONU- que asume Greta y que asegura que el cambio climático es grave y ocasionado por el ser humano. Como toda actitud soberbia, que insiste en que es “científica” precisamente porque no lo es, no acepta otras versiones y ni siquiera “el beneficio de la duda”. Lo que dicen es la “única verdad” y, por tanto, debe imponerse violentamente, utilizando las fuerzas armadas de los Estados. Irónicamente, las fuerzas armadas con las que impondrían “acciones contra el cambio climático”, son las corporaciones más contaminantes del planeta.

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California, @alextagliavini

Más allá de lo ridícula que resulta la propuesta de esta niña, que parece a un ‘best seller’ televisivo, ya que, entre otras cosas, no veo cómo podrían reemplazarse todos los vuelos transoceánicos por viajes en barco. Cuenta una columna del ABC de Madrid que, tras más de 20 días de viaje en el catamarán ‘La Vagabonde’, a la niña le quedaba el trayecto de Lisboa a Madrid para llegar a la Cumbre del Clima, la COP25. Las opciones eran el tren o el coche eléctrico y la Junta de Extremadura ofreció la segunda, pero la joven prefería el tren. La Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres, que se opone a la construcción de una mina de litio, pidió que rechazara el coche porque lleva la contaminante batería de litio. Greta viajaría en el eléctrico Tren Hotel Lusitania, pero resulta que en un tramo de 100 kilómetros utiliza una locomotora diésel.

Lo mejor que podría hacer esta niña es quedarse en su casa y dedicarse a su familia, trabajar y estudiar en lugar de proponer a los jóvenes que dejen las escuelas, los trabajos y sus familias para “manifestarse” por las calles pidiendo más violencia.

Son tres las versiones sobre el “cambio climático”. Que no existe. La más creíble, que existe, pero no es nuevo, sino que la Tierra se ha calentado siempre -se derritieron los glaciares, desaparecieron los dinosaurios- y parece muy soberbio pretender que el ser humano sea capaz de poner en jaque a la inmensa y sabia naturaleza.

La afirmación “científica” oficialista -de la ONU- que asume Greta y que asegura que el cambio climático es grave y ocasionado por el ser humano. Como toda actitud soberbia, que insiste en que es “científica” precisamente porque no lo es, no acepta otras versiones y ni siquiera “el beneficio de la duda”. Lo que dicen es la “única verdad” y, por tanto, debe imponerse violentamente, utilizando las fuerzas armadas de los Estados. Irónicamente, las fuerzas armadas con las que impondrían “acciones contra el cambio climático”, son las corporaciones más contaminantes del planeta.

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California, @alextagliavini

Más allá de lo ridícula que resulta la propuesta de esta niña, que parece a un ‘best seller’ televisivo, ya que, entre otras cosas, no veo cómo podrían reemplazarse todos los vuelos transoceánicos por viajes en barco. Cuenta una columna del ABC de Madrid que, tras más de 20 días de viaje en el catamarán ‘La Vagabonde’, a la niña le quedaba el trayecto de Lisboa a Madrid para llegar a la Cumbre del Clima, la COP25. Las opciones eran el tren o el coche eléctrico y la Junta de Extremadura ofreció la segunda, pero la joven prefería el tren. La Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres, que se opone a la construcción de una mina de litio, pidió que rechazara el coche porque lleva la contaminante batería de litio. Greta viajaría en el eléctrico Tren Hotel Lusitania, pero resulta que en un tramo de 100 kilómetros utiliza una locomotora diésel.

Lo mejor que podría hacer esta niña es quedarse en su casa y dedicarse a su familia, trabajar y estudiar en lugar de proponer a los jóvenes que dejen las escuelas, los trabajos y sus familias para “manifestarse” por las calles pidiendo más violencia.

Son tres las versiones sobre el “cambio climático”. Que no existe. La más creíble, que existe, pero no es nuevo, sino que la Tierra se ha calentado siempre -se derritieron los glaciares, desaparecieron los dinosaurios- y parece muy soberbio pretender que el ser humano sea capaz de poner en jaque a la inmensa y sabia naturaleza.

La afirmación “científica” oficialista -de la ONU- que asume Greta y que asegura que el cambio climático es grave y ocasionado por el ser humano. Como toda actitud soberbia, que insiste en que es “científica” precisamente porque no lo es, no acepta otras versiones y ni siquiera “el beneficio de la duda”. Lo que dicen es la “única verdad” y, por tanto, debe imponerse violentamente, utilizando las fuerzas armadas de los Estados. Irónicamente, las fuerzas armadas con las que impondrían “acciones contra el cambio climático”, son las corporaciones más contaminantes del planeta.

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California, @alextagliavini

Más allá de lo ridícula que resulta la propuesta de esta niña, que parece a un ‘best seller’ televisivo, ya que, entre otras cosas, no veo cómo podrían reemplazarse todos los vuelos transoceánicos por viajes en barco. Cuenta una columna del ABC de Madrid que, tras más de 20 días de viaje en el catamarán ‘La Vagabonde’, a la niña le quedaba el trayecto de Lisboa a Madrid para llegar a la Cumbre del Clima, la COP25. Las opciones eran el tren o el coche eléctrico y la Junta de Extremadura ofreció la segunda, pero la joven prefería el tren. La Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres, que se opone a la construcción de una mina de litio, pidió que rechazara el coche porque lleva la contaminante batería de litio. Greta viajaría en el eléctrico Tren Hotel Lusitania, pero resulta que en un tramo de 100 kilómetros utiliza una locomotora diésel.

Lo mejor que podría hacer esta niña es quedarse en su casa y dedicarse a su familia, trabajar y estudiar en lugar de proponer a los jóvenes que dejen las escuelas, los trabajos y sus familias para “manifestarse” por las calles pidiendo más violencia.

Son tres las versiones sobre el “cambio climático”. Que no existe. La más creíble, que existe, pero no es nuevo, sino que la Tierra se ha calentado siempre -se derritieron los glaciares, desaparecieron los dinosaurios- y parece muy soberbio pretender que el ser humano sea capaz de poner en jaque a la inmensa y sabia naturaleza.

La afirmación “científica” oficialista -de la ONU- que asume Greta y que asegura que el cambio climático es grave y ocasionado por el ser humano. Como toda actitud soberbia, que insiste en que es “científica” precisamente porque no lo es, no acepta otras versiones y ni siquiera “el beneficio de la duda”. Lo que dicen es la “única verdad” y, por tanto, debe imponerse violentamente, utilizando las fuerzas armadas de los Estados. Irónicamente, las fuerzas armadas con las que impondrían “acciones contra el cambio climático”, son las corporaciones más contaminantes del planeta.

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California, @alextagliavini