La democracia y el Cpccs

María Rosa Zury

La eliminación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) nuevamente aviva el debate público. Esta institución refleja el quinto poder del Estado y fue creada con la finalidad de promover una verdadera democracia. Ante el poco involucramiento social y político por parte de los ecuatorianos se asumió que estatizar la participación ciudadana ayudaría a erradicar el problema.

Los resultados fueron contrarios: aumentó la poca credibilidad de las instituciones, el desinterés político se disparó y la ciudadanía dista de una real incidencia en las instancias de poder.

Es oportuno, entonces cuestionarse quién se encargará de la formación ciudadana o qué pasará con las competencias de transparencia y control social si se elimina el Cpccs. Lo cierto es que una participación activa ayudará a construir cimientos para una mejora en nuestro Estado de Derecho.

Otro signo de una democracia saludable es cuando goza de un sistema de pesos y contrapesos. En sus inicios, el Cpccs buscó ser una institución imparcial, que dejó de lado los intereses políticos de quien ostenta el poder de turno y dio lugar a una legítima división de poderes institucionales. No obstante, la politización de la integración de este Consejo, de sus competencias y los conflictos de intereses obstruyeron rápidamente estos objetivos. Dando lugar a un incremento de la corrupción y a la cooptación de poderes por parte del Gobierno. El Cpccs fue finalmente usado en beneficio del poder y no de sus ciudadanos.

Por ello, algunos concuerdan que de nada sirve mantener una institución que no cumple el propósito para el que fue creada. Otros analizan cuál es la mejor vía para garantizar la elección de autoridades. Pero, el verdadero debate debe centrarse en las nuevas formas de participación ciudadana, pues, en democracia las decisiones están sometidas al escrutinio público, y por tanto, la legitimidad del poder debe estar en constante mira. (O)

[email protected]

María Rosa Zury

La eliminación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) nuevamente aviva el debate público. Esta institución refleja el quinto poder del Estado y fue creada con la finalidad de promover una verdadera democracia. Ante el poco involucramiento social y político por parte de los ecuatorianos se asumió que estatizar la participación ciudadana ayudaría a erradicar el problema.

Los resultados fueron contrarios: aumentó la poca credibilidad de las instituciones, el desinterés político se disparó y la ciudadanía dista de una real incidencia en las instancias de poder.

Es oportuno, entonces cuestionarse quién se encargará de la formación ciudadana o qué pasará con las competencias de transparencia y control social si se elimina el Cpccs. Lo cierto es que una participación activa ayudará a construir cimientos para una mejora en nuestro Estado de Derecho.

Otro signo de una democracia saludable es cuando goza de un sistema de pesos y contrapesos. En sus inicios, el Cpccs buscó ser una institución imparcial, que dejó de lado los intereses políticos de quien ostenta el poder de turno y dio lugar a una legítima división de poderes institucionales. No obstante, la politización de la integración de este Consejo, de sus competencias y los conflictos de intereses obstruyeron rápidamente estos objetivos. Dando lugar a un incremento de la corrupción y a la cooptación de poderes por parte del Gobierno. El Cpccs fue finalmente usado en beneficio del poder y no de sus ciudadanos.

Por ello, algunos concuerdan que de nada sirve mantener una institución que no cumple el propósito para el que fue creada. Otros analizan cuál es la mejor vía para garantizar la elección de autoridades. Pero, el verdadero debate debe centrarse en las nuevas formas de participación ciudadana, pues, en democracia las decisiones están sometidas al escrutinio público, y por tanto, la legitimidad del poder debe estar en constante mira. (O)

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María Rosa Zury

La eliminación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) nuevamente aviva el debate público. Esta institución refleja el quinto poder del Estado y fue creada con la finalidad de promover una verdadera democracia. Ante el poco involucramiento social y político por parte de los ecuatorianos se asumió que estatizar la participación ciudadana ayudaría a erradicar el problema.

Los resultados fueron contrarios: aumentó la poca credibilidad de las instituciones, el desinterés político se disparó y la ciudadanía dista de una real incidencia en las instancias de poder.

Es oportuno, entonces cuestionarse quién se encargará de la formación ciudadana o qué pasará con las competencias de transparencia y control social si se elimina el Cpccs. Lo cierto es que una participación activa ayudará a construir cimientos para una mejora en nuestro Estado de Derecho.

Otro signo de una democracia saludable es cuando goza de un sistema de pesos y contrapesos. En sus inicios, el Cpccs buscó ser una institución imparcial, que dejó de lado los intereses políticos de quien ostenta el poder de turno y dio lugar a una legítima división de poderes institucionales. No obstante, la politización de la integración de este Consejo, de sus competencias y los conflictos de intereses obstruyeron rápidamente estos objetivos. Dando lugar a un incremento de la corrupción y a la cooptación de poderes por parte del Gobierno. El Cpccs fue finalmente usado en beneficio del poder y no de sus ciudadanos.

Por ello, algunos concuerdan que de nada sirve mantener una institución que no cumple el propósito para el que fue creada. Otros analizan cuál es la mejor vía para garantizar la elección de autoridades. Pero, el verdadero debate debe centrarse en las nuevas formas de participación ciudadana, pues, en democracia las decisiones están sometidas al escrutinio público, y por tanto, la legitimidad del poder debe estar en constante mira. (O)

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María Rosa Zury

La eliminación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) nuevamente aviva el debate público. Esta institución refleja el quinto poder del Estado y fue creada con la finalidad de promover una verdadera democracia. Ante el poco involucramiento social y político por parte de los ecuatorianos se asumió que estatizar la participación ciudadana ayudaría a erradicar el problema.

Los resultados fueron contrarios: aumentó la poca credibilidad de las instituciones, el desinterés político se disparó y la ciudadanía dista de una real incidencia en las instancias de poder.

Es oportuno, entonces cuestionarse quién se encargará de la formación ciudadana o qué pasará con las competencias de transparencia y control social si se elimina el Cpccs. Lo cierto es que una participación activa ayudará a construir cimientos para una mejora en nuestro Estado de Derecho.

Otro signo de una democracia saludable es cuando goza de un sistema de pesos y contrapesos. En sus inicios, el Cpccs buscó ser una institución imparcial, que dejó de lado los intereses políticos de quien ostenta el poder de turno y dio lugar a una legítima división de poderes institucionales. No obstante, la politización de la integración de este Consejo, de sus competencias y los conflictos de intereses obstruyeron rápidamente estos objetivos. Dando lugar a un incremento de la corrupción y a la cooptación de poderes por parte del Gobierno. El Cpccs fue finalmente usado en beneficio del poder y no de sus ciudadanos.

Por ello, algunos concuerdan que de nada sirve mantener una institución que no cumple el propósito para el que fue creada. Otros analizan cuál es la mejor vía para garantizar la elección de autoridades. Pero, el verdadero debate debe centrarse en las nuevas formas de participación ciudadana, pues, en democracia las decisiones están sometidas al escrutinio público, y por tanto, la legitimidad del poder debe estar en constante mira. (O)

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