Navidad es Jesús

Mariana Velasco

La Navidad es alegría porque es la fiesta de la fe que se hace vida. Tiene que ver con acariciar y celebrar el amor que comparte entre familia, amigos y los que menos tienen, porque las decoraciones, sabrosos alimentos y regalos caerán en el olvido, perdidos entre los recuerdos de muchas navidades. Dedicar tiempo para amar, podría ser el mejor obsequio.

El significado de esta festividad, responde a manifestación de ciertos valores como el amor, solidaridad, unión, paz y esperanza. No permitamos que los sentimientos se pierdan entre el comercio, movimiento, bullicio, estrés y en crear la Navidad “perfecta”. Hay que recuperar esa emoción de los años de infancia, cuando la Navidad “empapaba” el alma y espíritu.

Los millares de luces en las calles y en los comercios no deben opacar nuestra luz interior, que debe ser signo vivo de Cristo. Vivir la Navidad significa el “volcarse” unos a otros en atención particular a los más pequeños, ancianos y a los enfermos.

En esta época compartir las tradiciones en familia y transmitir la importancia de dar y recibir amor, de ser solidarios, de alimentar el espíritu y de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, se convierten en el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestros seres queridos. Es un tiempo para renovar la fe en Dios, amar a los demás, y poner en alto el amor y paz. La Navidad, lejos de ser un deseo no puede convertirse en obligación impuesta desde distintos frentes.

El papa Francisco ha expresado que estas fechas hay que vivirlas con alegría para compartir con los demás. Este tiempo de Adviento, que termina precisamente el Día de Nochebuena, tiene como propósito ayudarnos a poner las cosas en su justa perspectiva. Este es tiempo de reflexión y de volver la mirada y el corazón a Dios.

[email protected]

Mariana Velasco

La Navidad es alegría porque es la fiesta de la fe que se hace vida. Tiene que ver con acariciar y celebrar el amor que comparte entre familia, amigos y los que menos tienen, porque las decoraciones, sabrosos alimentos y regalos caerán en el olvido, perdidos entre los recuerdos de muchas navidades. Dedicar tiempo para amar, podría ser el mejor obsequio.

El significado de esta festividad, responde a manifestación de ciertos valores como el amor, solidaridad, unión, paz y esperanza. No permitamos que los sentimientos se pierdan entre el comercio, movimiento, bullicio, estrés y en crear la Navidad “perfecta”. Hay que recuperar esa emoción de los años de infancia, cuando la Navidad “empapaba” el alma y espíritu.

Los millares de luces en las calles y en los comercios no deben opacar nuestra luz interior, que debe ser signo vivo de Cristo. Vivir la Navidad significa el “volcarse” unos a otros en atención particular a los más pequeños, ancianos y a los enfermos.

En esta época compartir las tradiciones en familia y transmitir la importancia de dar y recibir amor, de ser solidarios, de alimentar el espíritu y de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, se convierten en el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestros seres queridos. Es un tiempo para renovar la fe en Dios, amar a los demás, y poner en alto el amor y paz. La Navidad, lejos de ser un deseo no puede convertirse en obligación impuesta desde distintos frentes.

El papa Francisco ha expresado que estas fechas hay que vivirlas con alegría para compartir con los demás. Este tiempo de Adviento, que termina precisamente el Día de Nochebuena, tiene como propósito ayudarnos a poner las cosas en su justa perspectiva. Este es tiempo de reflexión y de volver la mirada y el corazón a Dios.

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La Navidad es alegría porque es la fiesta de la fe que se hace vida. Tiene que ver con acariciar y celebrar el amor que comparte entre familia, amigos y los que menos tienen, porque las decoraciones, sabrosos alimentos y regalos caerán en el olvido, perdidos entre los recuerdos de muchas navidades. Dedicar tiempo para amar, podría ser el mejor obsequio.

El significado de esta festividad, responde a manifestación de ciertos valores como el amor, solidaridad, unión, paz y esperanza. No permitamos que los sentimientos se pierdan entre el comercio, movimiento, bullicio, estrés y en crear la Navidad “perfecta”. Hay que recuperar esa emoción de los años de infancia, cuando la Navidad “empapaba” el alma y espíritu.

Los millares de luces en las calles y en los comercios no deben opacar nuestra luz interior, que debe ser signo vivo de Cristo. Vivir la Navidad significa el “volcarse” unos a otros en atención particular a los más pequeños, ancianos y a los enfermos.

En esta época compartir las tradiciones en familia y transmitir la importancia de dar y recibir amor, de ser solidarios, de alimentar el espíritu y de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, se convierten en el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestros seres queridos. Es un tiempo para renovar la fe en Dios, amar a los demás, y poner en alto el amor y paz. La Navidad, lejos de ser un deseo no puede convertirse en obligación impuesta desde distintos frentes.

El papa Francisco ha expresado que estas fechas hay que vivirlas con alegría para compartir con los demás. Este tiempo de Adviento, que termina precisamente el Día de Nochebuena, tiene como propósito ayudarnos a poner las cosas en su justa perspectiva. Este es tiempo de reflexión y de volver la mirada y el corazón a Dios.

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La Navidad es alegría porque es la fiesta de la fe que se hace vida. Tiene que ver con acariciar y celebrar el amor que comparte entre familia, amigos y los que menos tienen, porque las decoraciones, sabrosos alimentos y regalos caerán en el olvido, perdidos entre los recuerdos de muchas navidades. Dedicar tiempo para amar, podría ser el mejor obsequio.

El significado de esta festividad, responde a manifestación de ciertos valores como el amor, solidaridad, unión, paz y esperanza. No permitamos que los sentimientos se pierdan entre el comercio, movimiento, bullicio, estrés y en crear la Navidad “perfecta”. Hay que recuperar esa emoción de los años de infancia, cuando la Navidad “empapaba” el alma y espíritu.

Los millares de luces en las calles y en los comercios no deben opacar nuestra luz interior, que debe ser signo vivo de Cristo. Vivir la Navidad significa el “volcarse” unos a otros en atención particular a los más pequeños, ancianos y a los enfermos.

En esta época compartir las tradiciones en familia y transmitir la importancia de dar y recibir amor, de ser solidarios, de alimentar el espíritu y de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, se convierten en el mejor regalo que podemos ofrecer a nuestros seres queridos. Es un tiempo para renovar la fe en Dios, amar a los demás, y poner en alto el amor y paz. La Navidad, lejos de ser un deseo no puede convertirse en obligación impuesta desde distintos frentes.

El papa Francisco ha expresado que estas fechas hay que vivirlas con alegría para compartir con los demás. Este tiempo de Adviento, que termina precisamente el Día de Nochebuena, tiene como propósito ayudarnos a poner las cosas en su justa perspectiva. Este es tiempo de reflexión y de volver la mirada y el corazón a Dios.

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