El daño que hace la política

Ugo Stornaiolo

Para Aristóteles la política era “coordinar acciones teniendo en cuenta la voluntad de los demás y giraba en torno a las leyes e instituciones para elaborarlas y administrarlas”. Hablaba de seis formas de gobierno, tres de las cuales eran la abominación de las tres primeras: de la monarquía salía la tiranía, de la aristocracia surgía la oligarquía y de la república nacía la demagogia.

Desde esos tiempos se pensaba que la política era el arte de servir a los demás, ejercer el poder y gobernar con sabiduría a las sociedades humanas, intentando resolver los problemas que afectan a la mayoría. En teoría se sostiene que la actividad política es una de las más nobles de los seres humanos.

Actualmente, sin embargo, la política está muy desprestigiada, precisamente por haber olvidado muchos de los postulados mencionados. Hay abuso y concentración de poder, las mayorías son marginadas de la toma de decisiones, porque quienes ejercen los puestos de elección popular creen que no se debería criticar a los políticos, mientras los que los reprochen no ganen elecciones.

La política actual está llena de intereses personales y vacía de discursos, con fuerzas que buscan captar el poder para beneficiarse personalmente y, de paso, al reducido grupo que manejará la cosa pública que, con toda seguridad, dará inicio a la corrupción en el estado que surge tras el voto del pueblo, que pronto es traicionado. La democracia no está resolviendo los problemas de la sociedad. Más bien, los está profundizando.

En lugar de postulados ideológicos planteados en plataformas de campaña y planes de gobierno, lo que brota son grupos minoritarios que confunden el activismo con la política, mezclando los dos conceptos e imponiendo, a los que gobiernan, sus propuestas como políticas de estado.

Uno de los sectores que más ha sido olvidado es el de los jóvenes, que han encontrado en las redes sociales y plazas públicas espacios para sus protestas (muchas veces violentas) y su desfogue, por problemas que los políticos no pueden o no quieren resolver. La política ha caído muy bajo y le está haciendo mucho daño a la sociedad.

[email protected]

Ugo Stornaiolo

Para Aristóteles la política era “coordinar acciones teniendo en cuenta la voluntad de los demás y giraba en torno a las leyes e instituciones para elaborarlas y administrarlas”. Hablaba de seis formas de gobierno, tres de las cuales eran la abominación de las tres primeras: de la monarquía salía la tiranía, de la aristocracia surgía la oligarquía y de la república nacía la demagogia.

Desde esos tiempos se pensaba que la política era el arte de servir a los demás, ejercer el poder y gobernar con sabiduría a las sociedades humanas, intentando resolver los problemas que afectan a la mayoría. En teoría se sostiene que la actividad política es una de las más nobles de los seres humanos.

Actualmente, sin embargo, la política está muy desprestigiada, precisamente por haber olvidado muchos de los postulados mencionados. Hay abuso y concentración de poder, las mayorías son marginadas de la toma de decisiones, porque quienes ejercen los puestos de elección popular creen que no se debería criticar a los políticos, mientras los que los reprochen no ganen elecciones.

La política actual está llena de intereses personales y vacía de discursos, con fuerzas que buscan captar el poder para beneficiarse personalmente y, de paso, al reducido grupo que manejará la cosa pública que, con toda seguridad, dará inicio a la corrupción en el estado que surge tras el voto del pueblo, que pronto es traicionado. La democracia no está resolviendo los problemas de la sociedad. Más bien, los está profundizando.

En lugar de postulados ideológicos planteados en plataformas de campaña y planes de gobierno, lo que brota son grupos minoritarios que confunden el activismo con la política, mezclando los dos conceptos e imponiendo, a los que gobiernan, sus propuestas como políticas de estado.

Uno de los sectores que más ha sido olvidado es el de los jóvenes, que han encontrado en las redes sociales y plazas públicas espacios para sus protestas (muchas veces violentas) y su desfogue, por problemas que los políticos no pueden o no quieren resolver. La política ha caído muy bajo y le está haciendo mucho daño a la sociedad.

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Ugo Stornaiolo

Para Aristóteles la política era “coordinar acciones teniendo en cuenta la voluntad de los demás y giraba en torno a las leyes e instituciones para elaborarlas y administrarlas”. Hablaba de seis formas de gobierno, tres de las cuales eran la abominación de las tres primeras: de la monarquía salía la tiranía, de la aristocracia surgía la oligarquía y de la república nacía la demagogia.

Desde esos tiempos se pensaba que la política era el arte de servir a los demás, ejercer el poder y gobernar con sabiduría a las sociedades humanas, intentando resolver los problemas que afectan a la mayoría. En teoría se sostiene que la actividad política es una de las más nobles de los seres humanos.

Actualmente, sin embargo, la política está muy desprestigiada, precisamente por haber olvidado muchos de los postulados mencionados. Hay abuso y concentración de poder, las mayorías son marginadas de la toma de decisiones, porque quienes ejercen los puestos de elección popular creen que no se debería criticar a los políticos, mientras los que los reprochen no ganen elecciones.

La política actual está llena de intereses personales y vacía de discursos, con fuerzas que buscan captar el poder para beneficiarse personalmente y, de paso, al reducido grupo que manejará la cosa pública que, con toda seguridad, dará inicio a la corrupción en el estado que surge tras el voto del pueblo, que pronto es traicionado. La democracia no está resolviendo los problemas de la sociedad. Más bien, los está profundizando.

En lugar de postulados ideológicos planteados en plataformas de campaña y planes de gobierno, lo que brota son grupos minoritarios que confunden el activismo con la política, mezclando los dos conceptos e imponiendo, a los que gobiernan, sus propuestas como políticas de estado.

Uno de los sectores que más ha sido olvidado es el de los jóvenes, que han encontrado en las redes sociales y plazas públicas espacios para sus protestas (muchas veces violentas) y su desfogue, por problemas que los políticos no pueden o no quieren resolver. La política ha caído muy bajo y le está haciendo mucho daño a la sociedad.

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Ugo Stornaiolo

Para Aristóteles la política era “coordinar acciones teniendo en cuenta la voluntad de los demás y giraba en torno a las leyes e instituciones para elaborarlas y administrarlas”. Hablaba de seis formas de gobierno, tres de las cuales eran la abominación de las tres primeras: de la monarquía salía la tiranía, de la aristocracia surgía la oligarquía y de la república nacía la demagogia.

Desde esos tiempos se pensaba que la política era el arte de servir a los demás, ejercer el poder y gobernar con sabiduría a las sociedades humanas, intentando resolver los problemas que afectan a la mayoría. En teoría se sostiene que la actividad política es una de las más nobles de los seres humanos.

Actualmente, sin embargo, la política está muy desprestigiada, precisamente por haber olvidado muchos de los postulados mencionados. Hay abuso y concentración de poder, las mayorías son marginadas de la toma de decisiones, porque quienes ejercen los puestos de elección popular creen que no se debería criticar a los políticos, mientras los que los reprochen no ganen elecciones.

La política actual está llena de intereses personales y vacía de discursos, con fuerzas que buscan captar el poder para beneficiarse personalmente y, de paso, al reducido grupo que manejará la cosa pública que, con toda seguridad, dará inicio a la corrupción en el estado que surge tras el voto del pueblo, que pronto es traicionado. La democracia no está resolviendo los problemas de la sociedad. Más bien, los está profundizando.

En lugar de postulados ideológicos planteados en plataformas de campaña y planes de gobierno, lo que brota son grupos minoritarios que confunden el activismo con la política, mezclando los dos conceptos e imponiendo, a los que gobiernan, sus propuestas como políticas de estado.

Uno de los sectores que más ha sido olvidado es el de los jóvenes, que han encontrado en las redes sociales y plazas públicas espacios para sus protestas (muchas veces violentas) y su desfogue, por problemas que los políticos no pueden o no quieren resolver. La política ha caído muy bajo y le está haciendo mucho daño a la sociedad.

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