Religión en el tapete político

Manuel Castro M.

Una sorpresa peligrosa: una diputada del partido del presidente mexicano López Obrador, socialista, ha presentado un proyecto de ley por la cual Iglesia podría participar directamente en la política.

Para algunos no hay tal sorpresa, sino que tiene un trasfondo: El partido político de AMLO se denomina Morena, clara alusión a la Virgen morena, la de mayor advocación mexicana, la Guadalupana; AMLO en sus “mañaneras” (sabatinas diarias, pero más lentas) no deja de hacer citas bíblicas; su hijo se llama Jesús; las Iglesias evangélicas siempre le apoyaron.

Parece que se olvidó de Benito Juárez, a quien siempre cita como ejemplo, quien expidió las leyes de Reforma de carácter radical (1859): separación de Iglesia y el Estado, nacionalización de los bienes del clero, supresión de las órdenes religiosas. Irónicamente se puede decir: volvió el “obscurantismo” gracias a un apóstol del socialismo del siglo XXI.

Desde luego que es una picardía y regresión. Los políticos de izquierda, frente al fracaso de sus ideologías socialistas-marxistas, con sabor o exigencia de convertirla en religión, han acudido a la fe cristiana de la inmensa mayoría de latinoamericanos. Saben que solo en Cuba se ha mantenido el sistema socialista, con sus dogmas marxistas, a pesar del estrepitoso fracaso económico, gracias a la censura, represión, educación dirigida y la propaganda.
Hoy acuden hábilmente a querer utilizar la religión, la fe y esperanzas de los pueblos en una vida mejor. Dios es invocado, en vano por supuesto, por Maduro, Ortega y compañía frente al evidente desplome de sus gobiernos y para contener la presión y descontento populares.

En el Ecuador también cocemos nuestras habas. El rector de una Universidad jesuita, arremetió desde el púlpito políticamente contra la prensa. Ciertos intelectuales invocan las creencias religiosas prehispánicas como elementos de nuestras vidas.

Ojalá la Iglesias cristianas, reveladas, no olviden: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” y que la participación de lo religioso en la política dio origen a persecuciones religiosas.

[email protected]

Manuel Castro M.

Una sorpresa peligrosa: una diputada del partido del presidente mexicano López Obrador, socialista, ha presentado un proyecto de ley por la cual Iglesia podría participar directamente en la política.

Para algunos no hay tal sorpresa, sino que tiene un trasfondo: El partido político de AMLO se denomina Morena, clara alusión a la Virgen morena, la de mayor advocación mexicana, la Guadalupana; AMLO en sus “mañaneras” (sabatinas diarias, pero más lentas) no deja de hacer citas bíblicas; su hijo se llama Jesús; las Iglesias evangélicas siempre le apoyaron.

Parece que se olvidó de Benito Juárez, a quien siempre cita como ejemplo, quien expidió las leyes de Reforma de carácter radical (1859): separación de Iglesia y el Estado, nacionalización de los bienes del clero, supresión de las órdenes religiosas. Irónicamente se puede decir: volvió el “obscurantismo” gracias a un apóstol del socialismo del siglo XXI.

Desde luego que es una picardía y regresión. Los políticos de izquierda, frente al fracaso de sus ideologías socialistas-marxistas, con sabor o exigencia de convertirla en religión, han acudido a la fe cristiana de la inmensa mayoría de latinoamericanos. Saben que solo en Cuba se ha mantenido el sistema socialista, con sus dogmas marxistas, a pesar del estrepitoso fracaso económico, gracias a la censura, represión, educación dirigida y la propaganda.
Hoy acuden hábilmente a querer utilizar la religión, la fe y esperanzas de los pueblos en una vida mejor. Dios es invocado, en vano por supuesto, por Maduro, Ortega y compañía frente al evidente desplome de sus gobiernos y para contener la presión y descontento populares.

En el Ecuador también cocemos nuestras habas. El rector de una Universidad jesuita, arremetió desde el púlpito políticamente contra la prensa. Ciertos intelectuales invocan las creencias religiosas prehispánicas como elementos de nuestras vidas.

Ojalá la Iglesias cristianas, reveladas, no olviden: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” y que la participación de lo religioso en la política dio origen a persecuciones religiosas.

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Manuel Castro M.

Una sorpresa peligrosa: una diputada del partido del presidente mexicano López Obrador, socialista, ha presentado un proyecto de ley por la cual Iglesia podría participar directamente en la política.

Para algunos no hay tal sorpresa, sino que tiene un trasfondo: El partido político de AMLO se denomina Morena, clara alusión a la Virgen morena, la de mayor advocación mexicana, la Guadalupana; AMLO en sus “mañaneras” (sabatinas diarias, pero más lentas) no deja de hacer citas bíblicas; su hijo se llama Jesús; las Iglesias evangélicas siempre le apoyaron.

Parece que se olvidó de Benito Juárez, a quien siempre cita como ejemplo, quien expidió las leyes de Reforma de carácter radical (1859): separación de Iglesia y el Estado, nacionalización de los bienes del clero, supresión de las órdenes religiosas. Irónicamente se puede decir: volvió el “obscurantismo” gracias a un apóstol del socialismo del siglo XXI.

Desde luego que es una picardía y regresión. Los políticos de izquierda, frente al fracaso de sus ideologías socialistas-marxistas, con sabor o exigencia de convertirla en religión, han acudido a la fe cristiana de la inmensa mayoría de latinoamericanos. Saben que solo en Cuba se ha mantenido el sistema socialista, con sus dogmas marxistas, a pesar del estrepitoso fracaso económico, gracias a la censura, represión, educación dirigida y la propaganda.
Hoy acuden hábilmente a querer utilizar la religión, la fe y esperanzas de los pueblos en una vida mejor. Dios es invocado, en vano por supuesto, por Maduro, Ortega y compañía frente al evidente desplome de sus gobiernos y para contener la presión y descontento populares.

En el Ecuador también cocemos nuestras habas. El rector de una Universidad jesuita, arremetió desde el púlpito políticamente contra la prensa. Ciertos intelectuales invocan las creencias religiosas prehispánicas como elementos de nuestras vidas.

Ojalá la Iglesias cristianas, reveladas, no olviden: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” y que la participación de lo religioso en la política dio origen a persecuciones religiosas.

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Manuel Castro M.

Una sorpresa peligrosa: una diputada del partido del presidente mexicano López Obrador, socialista, ha presentado un proyecto de ley por la cual Iglesia podría participar directamente en la política.

Para algunos no hay tal sorpresa, sino que tiene un trasfondo: El partido político de AMLO se denomina Morena, clara alusión a la Virgen morena, la de mayor advocación mexicana, la Guadalupana; AMLO en sus “mañaneras” (sabatinas diarias, pero más lentas) no deja de hacer citas bíblicas; su hijo se llama Jesús; las Iglesias evangélicas siempre le apoyaron.

Parece que se olvidó de Benito Juárez, a quien siempre cita como ejemplo, quien expidió las leyes de Reforma de carácter radical (1859): separación de Iglesia y el Estado, nacionalización de los bienes del clero, supresión de las órdenes religiosas. Irónicamente se puede decir: volvió el “obscurantismo” gracias a un apóstol del socialismo del siglo XXI.

Desde luego que es una picardía y regresión. Los políticos de izquierda, frente al fracaso de sus ideologías socialistas-marxistas, con sabor o exigencia de convertirla en religión, han acudido a la fe cristiana de la inmensa mayoría de latinoamericanos. Saben que solo en Cuba se ha mantenido el sistema socialista, con sus dogmas marxistas, a pesar del estrepitoso fracaso económico, gracias a la censura, represión, educación dirigida y la propaganda.
Hoy acuden hábilmente a querer utilizar la religión, la fe y esperanzas de los pueblos en una vida mejor. Dios es invocado, en vano por supuesto, por Maduro, Ortega y compañía frente al evidente desplome de sus gobiernos y para contener la presión y descontento populares.

En el Ecuador también cocemos nuestras habas. El rector de una Universidad jesuita, arremetió desde el púlpito políticamente contra la prensa. Ciertos intelectuales invocan las creencias religiosas prehispánicas como elementos de nuestras vidas.

Ojalá la Iglesias cristianas, reveladas, no olviden: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” y que la participación de lo religioso en la política dio origen a persecuciones religiosas.

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