De lo arduo y lo espinoso

Manuel García Verdecia

Holguín, Cuba.- Hoy cuando buscaba agua de tomar, en el punto de venta comentábamos lo difícil de la situación que transitamos y un hombre replicó que había que acostumbrarse a lo malo. Que donde quiera había problemas. Lo peor es que se trata de una persona de las que pasan más penurias en el país. Me pregunté si tal vez a eso se debía su reacción de aguante, para justificar su estatus personal.

Le dije: “Señor, esa es su opinión que respeto pero no comparto. Nadie se acostumbra a lo malo, porque uno viene a la vida para vivirla. Como es una sola (hasta donde tenemos certeza) uno quiere vivirla lo mejor posible”. Porque hay que tener en cuenta que también el mal puede deberse a una estructura mental. Me resulta increíble que alguien piense que hay que acostumbrarse a lo arduo y espinoso de un contexto vital.

Pienso que es la actitud que beneficia y prolonga el mal. Lo positivamente humano, me parece, es actuar para eliminar el mal y construir lo beneficioso. Es una actitud defensiva e irracional, pues mientras veamos lo malo como algo normal no haremos lo debido para erradicarlo. El conformismo y la indiferencia son posturas letales que nos ‘vegetalizan’, nos vuelven lechugas parlantes. Y decir que dondequiera hay cosas malas (que es cierto, lo que en distintos grados, calidades y plazos) no es una fundamentación sino una justificación baladí.

Bien lo dice el refrán: “Mal de muchos consuelo de tontos”. Lo genuino de la vida es vivirla a plenitud y todo lo que uno haga debe ser para conseguirlo. De modo que cuanto obstruya esto uno debe combatirlo y hacer lo posible por conseguir una existencia provechosa y gratificante. ¡Ay de los que se acomodan a lo malo! Nunca, ni en sueños, conocerán la hermosura ni el goce supremo del don de vivir.

[email protected]

Manuel García Verdecia

Holguín, Cuba.- Hoy cuando buscaba agua de tomar, en el punto de venta comentábamos lo difícil de la situación que transitamos y un hombre replicó que había que acostumbrarse a lo malo. Que donde quiera había problemas. Lo peor es que se trata de una persona de las que pasan más penurias en el país. Me pregunté si tal vez a eso se debía su reacción de aguante, para justificar su estatus personal.

Le dije: “Señor, esa es su opinión que respeto pero no comparto. Nadie se acostumbra a lo malo, porque uno viene a la vida para vivirla. Como es una sola (hasta donde tenemos certeza) uno quiere vivirla lo mejor posible”. Porque hay que tener en cuenta que también el mal puede deberse a una estructura mental. Me resulta increíble que alguien piense que hay que acostumbrarse a lo arduo y espinoso de un contexto vital.

Pienso que es la actitud que beneficia y prolonga el mal. Lo positivamente humano, me parece, es actuar para eliminar el mal y construir lo beneficioso. Es una actitud defensiva e irracional, pues mientras veamos lo malo como algo normal no haremos lo debido para erradicarlo. El conformismo y la indiferencia son posturas letales que nos ‘vegetalizan’, nos vuelven lechugas parlantes. Y decir que dondequiera hay cosas malas (que es cierto, lo que en distintos grados, calidades y plazos) no es una fundamentación sino una justificación baladí.

Bien lo dice el refrán: “Mal de muchos consuelo de tontos”. Lo genuino de la vida es vivirla a plenitud y todo lo que uno haga debe ser para conseguirlo. De modo que cuanto obstruya esto uno debe combatirlo y hacer lo posible por conseguir una existencia provechosa y gratificante. ¡Ay de los que se acomodan a lo malo! Nunca, ni en sueños, conocerán la hermosura ni el goce supremo del don de vivir.

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Holguín, Cuba.- Hoy cuando buscaba agua de tomar, en el punto de venta comentábamos lo difícil de la situación que transitamos y un hombre replicó que había que acostumbrarse a lo malo. Que donde quiera había problemas. Lo peor es que se trata de una persona de las que pasan más penurias en el país. Me pregunté si tal vez a eso se debía su reacción de aguante, para justificar su estatus personal.

Le dije: “Señor, esa es su opinión que respeto pero no comparto. Nadie se acostumbra a lo malo, porque uno viene a la vida para vivirla. Como es una sola (hasta donde tenemos certeza) uno quiere vivirla lo mejor posible”. Porque hay que tener en cuenta que también el mal puede deberse a una estructura mental. Me resulta increíble que alguien piense que hay que acostumbrarse a lo arduo y espinoso de un contexto vital.

Pienso que es la actitud que beneficia y prolonga el mal. Lo positivamente humano, me parece, es actuar para eliminar el mal y construir lo beneficioso. Es una actitud defensiva e irracional, pues mientras veamos lo malo como algo normal no haremos lo debido para erradicarlo. El conformismo y la indiferencia son posturas letales que nos ‘vegetalizan’, nos vuelven lechugas parlantes. Y decir que dondequiera hay cosas malas (que es cierto, lo que en distintos grados, calidades y plazos) no es una fundamentación sino una justificación baladí.

Bien lo dice el refrán: “Mal de muchos consuelo de tontos”. Lo genuino de la vida es vivirla a plenitud y todo lo que uno haga debe ser para conseguirlo. De modo que cuanto obstruya esto uno debe combatirlo y hacer lo posible por conseguir una existencia provechosa y gratificante. ¡Ay de los que se acomodan a lo malo! Nunca, ni en sueños, conocerán la hermosura ni el goce supremo del don de vivir.

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Holguín, Cuba.- Hoy cuando buscaba agua de tomar, en el punto de venta comentábamos lo difícil de la situación que transitamos y un hombre replicó que había que acostumbrarse a lo malo. Que donde quiera había problemas. Lo peor es que se trata de una persona de las que pasan más penurias en el país. Me pregunté si tal vez a eso se debía su reacción de aguante, para justificar su estatus personal.

Le dije: “Señor, esa es su opinión que respeto pero no comparto. Nadie se acostumbra a lo malo, porque uno viene a la vida para vivirla. Como es una sola (hasta donde tenemos certeza) uno quiere vivirla lo mejor posible”. Porque hay que tener en cuenta que también el mal puede deberse a una estructura mental. Me resulta increíble que alguien piense que hay que acostumbrarse a lo arduo y espinoso de un contexto vital.

Pienso que es la actitud que beneficia y prolonga el mal. Lo positivamente humano, me parece, es actuar para eliminar el mal y construir lo beneficioso. Es una actitud defensiva e irracional, pues mientras veamos lo malo como algo normal no haremos lo debido para erradicarlo. El conformismo y la indiferencia son posturas letales que nos ‘vegetalizan’, nos vuelven lechugas parlantes. Y decir que dondequiera hay cosas malas (que es cierto, lo que en distintos grados, calidades y plazos) no es una fundamentación sino una justificación baladí.

Bien lo dice el refrán: “Mal de muchos consuelo de tontos”. Lo genuino de la vida es vivirla a plenitud y todo lo que uno haga debe ser para conseguirlo. De modo que cuanto obstruya esto uno debe combatirlo y hacer lo posible por conseguir una existencia provechosa y gratificante. ¡Ay de los que se acomodan a lo malo! Nunca, ni en sueños, conocerán la hermosura ni el goce supremo del don de vivir.

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