Más vale bueno por conocer que malo conocido

Jorge Zaruma Flores

Hace semanas se coreaba en Chile y resonaba en el mundo el performance feminista “Un Violador en tu Camino”. Su lírica generó distintos efectos; por un lado, se sentenció la frontalidad con que se expone una realidad compuesta por nuestra conducta, y toca íntimas fibras de conciencia. Asimismo, se rechazó la eliminación de esa violencia que nos afecta a todas las personas que integramos la estructura patriarcal, ya que repercute en nuestras tensiones morales y físicas.

Inversamente, hubo una ecuménica acogida, pues miles de mujeres se identificaron y encontraron espacios de empoderamiento a través del arte. Tan es así que se unificaron reivindicaciones desde Valparaíso hasta Nueva Delhi, desde Quito hasta Beirut.

En Ecuador, el repudio contra un camino pacífico puede significar varias cosas. Primero, que tenemos miedo a vernos más allá de lo que nos dicen que somos. Segundo, preferimos lo establecido, lo que pudo y nos hace daño; en lugar de buscar espacios de desfogue para conocer, pensar e intentar antes de rechazar y sentenciar.

Por esto, creo que nos escudamos en: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Pues, tememos a lo desconocido, tanto que nueva información incomoda más que un febril statu quo. Es decir, un performance perturba más que un femicidio cada tres días y una violencia de género que supera el 64%.

En suma, sugiero repensarnos con la estructura, pues obedeciendo secuencias de la vida social reproducimos la violencia. Así, podemos realizar pequeños cambios, como conocer el nacimiento del performance, el trasfondo, entender la reivindicación, asumir la realidad y luego, generar un criterio. Por esto, creo que –aunque arriesgado- al final, estaremos de acuerdo. Quién sabe, quizás valga más lo bueno por conocer que lo malo conocido. (O)

[email protected]

Jorge Zaruma Flores

Hace semanas se coreaba en Chile y resonaba en el mundo el performance feminista “Un Violador en tu Camino”. Su lírica generó distintos efectos; por un lado, se sentenció la frontalidad con que se expone una realidad compuesta por nuestra conducta, y toca íntimas fibras de conciencia. Asimismo, se rechazó la eliminación de esa violencia que nos afecta a todas las personas que integramos la estructura patriarcal, ya que repercute en nuestras tensiones morales y físicas.

Inversamente, hubo una ecuménica acogida, pues miles de mujeres se identificaron y encontraron espacios de empoderamiento a través del arte. Tan es así que se unificaron reivindicaciones desde Valparaíso hasta Nueva Delhi, desde Quito hasta Beirut.

En Ecuador, el repudio contra un camino pacífico puede significar varias cosas. Primero, que tenemos miedo a vernos más allá de lo que nos dicen que somos. Segundo, preferimos lo establecido, lo que pudo y nos hace daño; en lugar de buscar espacios de desfogue para conocer, pensar e intentar antes de rechazar y sentenciar.

Por esto, creo que nos escudamos en: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Pues, tememos a lo desconocido, tanto que nueva información incomoda más que un febril statu quo. Es decir, un performance perturba más que un femicidio cada tres días y una violencia de género que supera el 64%.

En suma, sugiero repensarnos con la estructura, pues obedeciendo secuencias de la vida social reproducimos la violencia. Así, podemos realizar pequeños cambios, como conocer el nacimiento del performance, el trasfondo, entender la reivindicación, asumir la realidad y luego, generar un criterio. Por esto, creo que –aunque arriesgado- al final, estaremos de acuerdo. Quién sabe, quizás valga más lo bueno por conocer que lo malo conocido. (O)

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Jorge Zaruma Flores

Hace semanas se coreaba en Chile y resonaba en el mundo el performance feminista “Un Violador en tu Camino”. Su lírica generó distintos efectos; por un lado, se sentenció la frontalidad con que se expone una realidad compuesta por nuestra conducta, y toca íntimas fibras de conciencia. Asimismo, se rechazó la eliminación de esa violencia que nos afecta a todas las personas que integramos la estructura patriarcal, ya que repercute en nuestras tensiones morales y físicas.

Inversamente, hubo una ecuménica acogida, pues miles de mujeres se identificaron y encontraron espacios de empoderamiento a través del arte. Tan es así que se unificaron reivindicaciones desde Valparaíso hasta Nueva Delhi, desde Quito hasta Beirut.

En Ecuador, el repudio contra un camino pacífico puede significar varias cosas. Primero, que tenemos miedo a vernos más allá de lo que nos dicen que somos. Segundo, preferimos lo establecido, lo que pudo y nos hace daño; en lugar de buscar espacios de desfogue para conocer, pensar e intentar antes de rechazar y sentenciar.

Por esto, creo que nos escudamos en: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Pues, tememos a lo desconocido, tanto que nueva información incomoda más que un febril statu quo. Es decir, un performance perturba más que un femicidio cada tres días y una violencia de género que supera el 64%.

En suma, sugiero repensarnos con la estructura, pues obedeciendo secuencias de la vida social reproducimos la violencia. Así, podemos realizar pequeños cambios, como conocer el nacimiento del performance, el trasfondo, entender la reivindicación, asumir la realidad y luego, generar un criterio. Por esto, creo que –aunque arriesgado- al final, estaremos de acuerdo. Quién sabe, quizás valga más lo bueno por conocer que lo malo conocido. (O)

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Jorge Zaruma Flores

Hace semanas se coreaba en Chile y resonaba en el mundo el performance feminista “Un Violador en tu Camino”. Su lírica generó distintos efectos; por un lado, se sentenció la frontalidad con que se expone una realidad compuesta por nuestra conducta, y toca íntimas fibras de conciencia. Asimismo, se rechazó la eliminación de esa violencia que nos afecta a todas las personas que integramos la estructura patriarcal, ya que repercute en nuestras tensiones morales y físicas.

Inversamente, hubo una ecuménica acogida, pues miles de mujeres se identificaron y encontraron espacios de empoderamiento a través del arte. Tan es así que se unificaron reivindicaciones desde Valparaíso hasta Nueva Delhi, desde Quito hasta Beirut.

En Ecuador, el repudio contra un camino pacífico puede significar varias cosas. Primero, que tenemos miedo a vernos más allá de lo que nos dicen que somos. Segundo, preferimos lo establecido, lo que pudo y nos hace daño; en lugar de buscar espacios de desfogue para conocer, pensar e intentar antes de rechazar y sentenciar.

Por esto, creo que nos escudamos en: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Pues, tememos a lo desconocido, tanto que nueva información incomoda más que un febril statu quo. Es decir, un performance perturba más que un femicidio cada tres días y una violencia de género que supera el 64%.

En suma, sugiero repensarnos con la estructura, pues obedeciendo secuencias de la vida social reproducimos la violencia. Así, podemos realizar pequeños cambios, como conocer el nacimiento del performance, el trasfondo, entender la reivindicación, asumir la realidad y luego, generar un criterio. Por esto, creo que –aunque arriesgado- al final, estaremos de acuerdo. Quién sabe, quizás valga más lo bueno por conocer que lo malo conocido. (O)

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