Yo no olvido al año viejo

Víctor Cabezas

Estamos en diciembre y es común que aprovechemos este mes para festejar por lo que fue el año que se va y, por supuesto, echarle los mejores augurios al que se viene.

En lo político y en lo social, las protestas de octubre, sin duda, fueron el episodio que marcó el 2019 y, hasta hoy, creo que no hemos dimensionado sus causas, sus efectos. En lo económico, arrastramos problemas estructurales que tienen al Gobierno ahorcado.

En materia de libertades civiles, creo que cerramos un año con un balance positivo. Los ciudadanos ya no tenemos miedo a hablar, las funciones del Estado van retoman-do autonomía después de diez años de estar sometidas a una aplanadora y eso es mucho que decir.

Moreno cierra un año con números rojos en popularidad y, sobre todo, con una patro-logía que a estas alturas se ha vuelto la arena movediza de su gestión: la improvisación y la falta de estrategia. Los ecuatorianos cerramos el año sin saber a dónde camina el país, quién lo gobierna, qué planes tiene a largo plazo.

2019 se nos va sin saber si seremos el Ecuador del mundial 2030, el Ecuador de la economía naranja o el de la conectividad sin límites.

Cerramos el año sin saber qué maravillosa e improvisada misión saldrá de los escritorios del ejecutivo en 2020. Yo no olvido las promesas del tren playero, ni las del teleférico para Quito ni aquellas de miles de millones de dólares en inversión extranjera.

El Presidente ha hecho mucho por Ecuador, pero por cada día que pasa sin estrategia, sin plan y con improvisación, perdemos más de lo que hemos ganado. Mi deseo para el 2020: no más novelerías, un Gobierno con un plan serio y sesudo para terminar el periodo, austeridad, respeto a las libertades civiles y que no tengamos más promesas de gobierno que olvidar por haberse incumplido.

[email protected]

Víctor Cabezas

Estamos en diciembre y es común que aprovechemos este mes para festejar por lo que fue el año que se va y, por supuesto, echarle los mejores augurios al que se viene.

En lo político y en lo social, las protestas de octubre, sin duda, fueron el episodio que marcó el 2019 y, hasta hoy, creo que no hemos dimensionado sus causas, sus efectos. En lo económico, arrastramos problemas estructurales que tienen al Gobierno ahorcado.

En materia de libertades civiles, creo que cerramos un año con un balance positivo. Los ciudadanos ya no tenemos miedo a hablar, las funciones del Estado van retoman-do autonomía después de diez años de estar sometidas a una aplanadora y eso es mucho que decir.

Moreno cierra un año con números rojos en popularidad y, sobre todo, con una patro-logía que a estas alturas se ha vuelto la arena movediza de su gestión: la improvisación y la falta de estrategia. Los ecuatorianos cerramos el año sin saber a dónde camina el país, quién lo gobierna, qué planes tiene a largo plazo.

2019 se nos va sin saber si seremos el Ecuador del mundial 2030, el Ecuador de la economía naranja o el de la conectividad sin límites.

Cerramos el año sin saber qué maravillosa e improvisada misión saldrá de los escritorios del ejecutivo en 2020. Yo no olvido las promesas del tren playero, ni las del teleférico para Quito ni aquellas de miles de millones de dólares en inversión extranjera.

El Presidente ha hecho mucho por Ecuador, pero por cada día que pasa sin estrategia, sin plan y con improvisación, perdemos más de lo que hemos ganado. Mi deseo para el 2020: no más novelerías, un Gobierno con un plan serio y sesudo para terminar el periodo, austeridad, respeto a las libertades civiles y que no tengamos más promesas de gobierno que olvidar por haberse incumplido.

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Víctor Cabezas

Estamos en diciembre y es común que aprovechemos este mes para festejar por lo que fue el año que se va y, por supuesto, echarle los mejores augurios al que se viene.

En lo político y en lo social, las protestas de octubre, sin duda, fueron el episodio que marcó el 2019 y, hasta hoy, creo que no hemos dimensionado sus causas, sus efectos. En lo económico, arrastramos problemas estructurales que tienen al Gobierno ahorcado.

En materia de libertades civiles, creo que cerramos un año con un balance positivo. Los ciudadanos ya no tenemos miedo a hablar, las funciones del Estado van retoman-do autonomía después de diez años de estar sometidas a una aplanadora y eso es mucho que decir.

Moreno cierra un año con números rojos en popularidad y, sobre todo, con una patro-logía que a estas alturas se ha vuelto la arena movediza de su gestión: la improvisación y la falta de estrategia. Los ecuatorianos cerramos el año sin saber a dónde camina el país, quién lo gobierna, qué planes tiene a largo plazo.

2019 se nos va sin saber si seremos el Ecuador del mundial 2030, el Ecuador de la economía naranja o el de la conectividad sin límites.

Cerramos el año sin saber qué maravillosa e improvisada misión saldrá de los escritorios del ejecutivo en 2020. Yo no olvido las promesas del tren playero, ni las del teleférico para Quito ni aquellas de miles de millones de dólares en inversión extranjera.

El Presidente ha hecho mucho por Ecuador, pero por cada día que pasa sin estrategia, sin plan y con improvisación, perdemos más de lo que hemos ganado. Mi deseo para el 2020: no más novelerías, un Gobierno con un plan serio y sesudo para terminar el periodo, austeridad, respeto a las libertades civiles y que no tengamos más promesas de gobierno que olvidar por haberse incumplido.

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Víctor Cabezas

Estamos en diciembre y es común que aprovechemos este mes para festejar por lo que fue el año que se va y, por supuesto, echarle los mejores augurios al que se viene.

En lo político y en lo social, las protestas de octubre, sin duda, fueron el episodio que marcó el 2019 y, hasta hoy, creo que no hemos dimensionado sus causas, sus efectos. En lo económico, arrastramos problemas estructurales que tienen al Gobierno ahorcado.

En materia de libertades civiles, creo que cerramos un año con un balance positivo. Los ciudadanos ya no tenemos miedo a hablar, las funciones del Estado van retoman-do autonomía después de diez años de estar sometidas a una aplanadora y eso es mucho que decir.

Moreno cierra un año con números rojos en popularidad y, sobre todo, con una patro-logía que a estas alturas se ha vuelto la arena movediza de su gestión: la improvisación y la falta de estrategia. Los ecuatorianos cerramos el año sin saber a dónde camina el país, quién lo gobierna, qué planes tiene a largo plazo.

2019 se nos va sin saber si seremos el Ecuador del mundial 2030, el Ecuador de la economía naranja o el de la conectividad sin límites.

Cerramos el año sin saber qué maravillosa e improvisada misión saldrá de los escritorios del ejecutivo en 2020. Yo no olvido las promesas del tren playero, ni las del teleférico para Quito ni aquellas de miles de millones de dólares en inversión extranjera.

El Presidente ha hecho mucho por Ecuador, pero por cada día que pasa sin estrategia, sin plan y con improvisación, perdemos más de lo que hemos ganado. Mi deseo para el 2020: no más novelerías, un Gobierno con un plan serio y sesudo para terminar el periodo, austeridad, respeto a las libertades civiles y que no tengamos más promesas de gobierno que olvidar por haberse incumplido.

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