El Estado es la salvación

Manuel Castro M.

A un año de las elecciones nos volvemos políticos y videntes. Lo que no se oculta es que la gran masa de votantes tiene total desconfianza en los dirigentes políticos, en los partidos políticos, en la democracia. La razón: el Estado, con su mandatario el Gobierno, no ha cumplido lo ofrecido, no ha satisfecho la provisión de empleos, de vivienda, de créditos, poca importancia ha dado a la corrupción, a la falta de preparación de sus líderes.

La primera explicación es que el pueblo siempre quiere que el Estado, el vecino, el mundo cumpla su deber a la perfección, pero por su parte incumple lo que le da gana y exige todo. Oscar Wilde dice: “El deber es lo que esperamos que cumplan los demás.”

La razón de fondo es que el pueblo quiere que el “Estado sea la salvación”, como bien afirma Carlos Alberto Montaner en su libro “Las raíces torcidas de América Latina”. Los más exigentes, cargados de ideología socialista afirman que el Estado existe para “redimir a los pobres” y que es el gran dispensador de justicia social y que de lo contrario no tiene legitimidad política.

De allí el criterio que el Estado es omnipotente, distribuidor y generoso, más cuando falla provienen los reclamos, la violencia y los atentados contra la democracia, pues el pueblo -azuzado por algunos de sus líderes políticos-, no admite que el Estado es una parte de la vida de un país, que no es el único motor de la economía.

Por cierto quienes aspiran o han llegado a los más importantes cargos políticos mienten un poco -sino no tendrían el favor del pueblo. Pero existen algunos que mienten mucho y engañan o se engañan, cuando prometen un “Estado empresario” que representará en todo al pueblo.

Caso evidente es el del exmandatario Rafael Correa, quien mientras hubo recursos los derrochó e intentó crear una super estado totalitario, padre y madre, con un solo amo, un solo partido y una sola visión.

Todo ello han conducido que Latinoamérica -por supuesto, Ecuador- cada vez sea más pobre. Toca, pues a la sociedad civil, empresa privada y a la opinión pública asumir y ser aceptada su participación protagónica.

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