Vox pópuli, vox Dei

Fredy Cueva Castillo

El Ecuador es un país lleno de viejos refranes y frases como esta: “La voz del pueblo es la voz de Dos”, muy utilizada, sobre todo, en tiempos electorales.

La frase en mención tiene tanto de vieja como de falsa, y busca descargar en parte, las frustraciones y resentimientos generados durante una lid electoral, intentando convencer al común de los mortales que las decisiones tomadas por las masas tendrían una inspiración divina.

En realidad, la supuesta “Voz de Dios”, no es más que el grito destemplado de una masa ilusionada por los ofrecimientos electorales y generalmente desacertada a la hora de escoger a sus mandantes.

Para quienes creen que votar es un derecho, les recuerdo que estudiar también sería otro derecho, no obstante, por muy derecho que sea, usted no entra en la universidad sin antes haber aprobado un riguroso examen de ingreso, entonces, por qué en nuestro país nos damos el lujo de dejar en manos de cualquiera la potestad de decidir quiénes manejarán los destinos de toda una nación.

Aun a riesgo de que me tilden de antidemocrático, lo que en realidad quiero dar a entender, es que el futuro del Ecuador no puede estar en las manos de una legión a tiempo completo.

En la mayoría de países democráticos, el voto es voluntario y no obligatorio, sin que necesariamente esto garantice un mejor escogimiento de autoridades per se, pero si se puede implementar este ejercicio como una alternativa al avance devastador del populismo.

La legitimidad de la democracia radica en la representatividad, pero esa condición puede verse gravemente afectada por la corrupción que recorre a la sociedad ecuatoriana como un eje transversal.

Finalmente, la democracia en el largo plazo, no se resume en la toma de decisiones para el futuro, sino en el futuro de las decisiones del presente. (O)

c[email protected]