Jóvenes indígenas le dan la vuelta al sistema

VESTIMENTA. Miriam Silva, Delia Guamán y Luis Ochoa visten los trajes típicos de su etnia.
VESTIMENTA. Miriam Silva, Delia Guamán y Luis Ochoa visten los trajes típicos de su etnia.

Redacción SANTO DOMINGO DE LOS TSÁCHILAS

Luis Ochoa, Delia Guamán y Miriam Silva son jóvenes indígenas, radicados en Santo Domingo, que han logrado salir adelante. Sus familias les han motivado a estudiar y a cumplir con sus objetivos.

Luis, 28 años, habla kichwa y castellano, es de la comunidad de Calancha, del cantón Colta (Chimborazo). Desde hace cinco años vive en la tierra tsáchila, pero sus padres, quienes siempre se han dedicado a la agricultura, por cuestiones de migración, salieron, en 2000, de su ciudad natal, en busca de estabilidad económica. Él se quedó con su abuelo.

Los estudios primarios y secundarios los culminó en Calancha. Siguió la universidad en la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, (Espoch), en la que obtuvo el título de ingeniero en Finanzas. “Lo que siembras da frutos, pues mis padres, cuando era niño, me decían que iba a ser un contador, y desde ese momento me proyecté a aprender algo de economía. Cuando era adolescente, ya tenía una visión de lo que iba a estudiar, por eso, al terminar el colegio sabía la carrera que quería”, expuso.

Luis no olvida su idioma, aunque por lo general utiliza más el español. En cuanto a su vestimenta, siempre carga la bufanda, en ocasiones el poncho, porque quiere mostrar su cultura. El sombrero de paño adornado con una pluma de pavo real, lo utiliza cuando está en la Sierra.

Desea estudiar en la universidad
Desde hace 13 años, Delia Guamán, de Otavalo, vive con su familia en Santo Domingo. Sus padres son comerciantes y, gracias a su apoyo, se ha preparado en informática, y su anhelo, a sus 23 años, es continuar con la universidad. En la actualidad labora en el área de cobranza en una institución financiera.

EL DATO
Los tres provienen de sectores diferentes, pero comparten similar ideología y laboran en el mismo establecimiento financiero.Es la mayor de cuatro hermanos. Cuenta que sus padres le han enseñado desde niña a mostrar su cultura. Viste el traje que identifica a la mujer otavaleña, que ella lo confecciona, cuando tiene tiempo.

Muchas personas –menciona– le han dicho que se ve elegante. La falda es combinada con tonos negros y blancos, acompañada de fajas en la cintura con varios colores. Lo más llamativo es la blusa de tono blanco, bordada con hilos llamativos y acompañada de collares y pulseras.

Luchadora
Los ancestros de Miriam Silva son de Chimborazo, aunque ella se formó en la ciudad. Le gusta sus costumbres y vestimenta. Llegó a Santo Domingo cuando tenía 12 años, con sus padres, que son comerciantes, quienes le han apoyado para que pueda estudiar. Es ingeniera en Contabilidad y Auditoría.

Explicó que al inicio se le complicó llegar a ser una profesional, porque no hay universidad pública en la ciudad. Tuvo que seguir en una particular. Pese a tener la ayuda de la familia, necesitó trabajar para cubrir los gastos.

Tiene 29 años, es soltera, y en su mente siempre ha estado seguir una maestría en Finanzas, la que está dispuesta a concretar este año. Su vestimenta es parecida a la de la mujer otavaleña, se diferencia en los diseños de las blusas, que incluyen pequeñas líneas simétricas que forman figuras como triángulos, churos y rectángulos. (LMM)