Por un concierto de voluntades

El ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, habla en estos días de los acuerdos que en materia de seguridad resultaron de la reciente cumbre ecuatoriano-estadounidense celebrada en Washington. Dijo que culminan dos años de conversaciones, de las que los sobrevuelos marítimos con apoyo de ese país son una muestra.

Desde el punto de vista de nuestra seguridad interna y externa lo que se va logrando entre la Casa Blanca y Carondelet refleja una voluntad común para enfrentar la delincuencia interna, regional y suprarregional. Una estrategia que deberá convertirse en política de Estado no importa qué partido político o movimiento asuma el poder en 2021.

Se ha referido también a la colaboración en materias de comunicaciones, radares y ciberseguridad, así como la capacitación sistemática de nuestros cuerpos policiales. Las declaraciones de Jarrín y otros ministros rebosan en optimismo. Sin embargo, aparte de la narcodelincuencia que azota a los dos países, y a los vecinos, es la delincuencia común, la que más angustia y acorrala a la ciudadanía. La información disponible, aunque incompleta, es aterradora.

El fenómeno es resultado de graves e históricos problemas estructurales. Estancamiento de la economía y el desempleo, deficiencias en los sistemas educativo y penitenciario, así como una pobre integración del complejo etnocultural nuestro, estarían entre los campos en los que hay que empeñarse con un espíritu de futuridad y estabilidad. Ecuador necesita un concierto de voluntades para que su sociedad aspire a una verdadera y perdurable seguridad ciudadana.


¡Cuántas tonterías humanas se encierran en ese recipiente que lleva como rótulo: ‘libertad’!”. Honoré de Balzac Novelista francés (1799-1850) La libertad es un lujo que no todos pueden permitirse”. Otto von Bismarck Estadista y político alemán (1815-1898)