Lucía Margarita Figueroa Robles
Según historiadores, la fiesta que precede a la cuaresma, en cuyo intento de purificación del espíritu y cuerpo se han atribuido una serie de prácticas recurrentes, quizá fueron las que dieron origen a la tradición del “agua en el carnaval” en donde es muy probable que a manera de adulteración a los rituales de limpieza del alma como el bautismo, surge esta especie de degeneración a uno de los sacramentos más importantes, considerado como la puerta de la fe y la fuente de la vida cristiana, para que surja como nueva práctica el juego con el agua en las épocas previas a los días de cuaresma. De esta manera desde que éramos niños la fiesta del carnaval está ligada al juego con agua, aunque vale recalcar que actualmente con una serie de aditamentos generadores de mayor desorden, sobre todo cuando son empleados de forma inadvertida a quien transite contiguo a nuestro entorno. Y es que según registros desde la época de la colonia se han encontrado crónicas de las prohibiciones por parte del Cabildo Quiteño al punto de cortar el suministro líquido con la finalidad de que se evite el juego que por parte de la Iglesia Católica fue considerado una fiesta pagana, por lo que los jesuitas en el siglo XVIII según manifiesta un reconocido historiador ecuatoriano Fernando Muñoz, tomaron la medida de exhibir al Santísimo Sacramento frente a la iglesia y convento San Ignacio de Loyola de la Compañía de Jesús de Quito, hoy llamado por el acervo popular simplemente como iglesia ‘La Compañía’, con la finalidad de que exista mayor respeto y frenar en algo los juegos carnavaleros. Hoy por hoy el juego es en ocasiones violento y culmina hasta dejar a la gente totalmente empapada, pero según relatos en la fiesta tradicional quiteña se usaban cascarones de parafina con agua de colonia, cuyo perfume mojaba únicamente un poco a las personas. Es importante conocer la historia y vivir las tradiciones con el mayor respeto, considerando que el juego brusco es sancionado. ¡Disfrutemos el carnaval! (O)