Segundo mandatario

Juan Sebastián Vargas

En la legislación ecuatoriana el segundo mandatario es el Vicepresidente de la República, constitucionalmente esta figura vendría a ser el ‘back up’ en el caso de que el Presidente falte por cualquier circunstancia, resulta que en nuestro país hemos tenido “otro segundo mandatario” pues en Guatemala el Presidente de la Conaie tuvo la desfachatez y la imprudencia, como no podía ser de otra manera, de autocalificarse de esa manera y después ratificarlo nuevamente, esto solo nos demuestra la enorme ambición de Jaime Vargas por la presidencia del Ecuador, que por supuesto como ciudadano ecuatoriano está en todo su derecho, sin embargo, nos corrobora también que para las próximas elecciones contaremos con candidatos de escasa preparación e insuficientes conocimientos, que con 15 minutos de fama por las protestas de octubre se creen líderes natos para poder manejar todo un país, en fin, 100% populismo, una pena por Ecuador, ya que esto vendría a ser igual de catastrófico que la ‘década robada’.

La otra cara de la moneda es la falta de unión e inteligencia en la oposición, igual de ambiciosos, por un lado Guillermo Lasso y por otro Jaime Nebot, su egocentrismo provoca una avaricia política que al fin de cuentas lo podríamos terminar pagando todos los ecuatorianos y claro, la banda de Correa hará todo lo posible por que esas diferencias se mantengan y salir de alguna forma beneficiados electoralmente.

Si bien cada día que pasa la soga le llega al cuello a Rafael por su evidente vinculación con delitos de corrupción de su gobierno, y aunque muchos no lo creamos existen todavía una gran cantidad de fanáticos empedernidos que votarían a ciegas por estos delincuentes, sí, lamentablemente el populismo sigue acechándonos y este año nos espera con seguridad un canibalismo de calumnias y escándalos de cada lado, y es que esa ha sido la retórica de nuestra política en los últimos 20 años. Como ecuatoriano espero que la coyuntura política se esclarezca y podamos contar con un binomio de categoría que independientemente de su ideología no caiga en fanatismos ni extremos, que sean honestos y que eviten la demagogia y el populismo, pero al parecer es un sueño poco probable.