Nerón, Mahuad y Rafico…

JOFFRE DAZA QUIÑÓNEZ

Desde el imperio romano, Nerón con el poder de la fuerza de las armas, obligaba a los pobres a pagar impuestos para el Estado, sea en especies, oro o plata; le quitaba a los pobres sus provisiones de alimentos, frutas o cualquier bien de valor.

Con el desarrollo social, aún con la democracia aparente, los gobernantes de turno como el caso del cretino de Mahuad, robó el dinero de los ecuatorianos asaltando abusivamente las cuentas bancarias de los pobres y de la clase media, utilizando un tecnicismo de la economía, es decir, convirtieron un dólar a un costo de 25.000 sucres, cuando en el mercado financiero ecuatoriano se encontraba en 3.000, hecho que causó muerte de incontables ciudadanos, especialmente de edad adulta mayor y la quiebra del país, todo con la finalidad de favorecer la banca financiera y a los grupos de poder de la sierra y de la costa, quienes se quedaron con todo lo robado y gozando de lo mal habido.

Años después, todos pensábamos, ingenuamente, que el discurso de corazones ardientes, manos limpias de la ‘revolución ciudadana’, venía a reivindicar a la clase pobre, que la riqueza producida en el país iba a ser repartida con equidad; que los ingresos del Estado por concepto de venta de petróleo, gas, oro, cacao, flores, impuestos, serían invertidos por ‘Rafa’ en los pobres del país, que se crearan las condiciones para inversiones extranjeras, que permitiera la producción, y, con ello, trabajo multiplicador para los ecuatorianos. Nada se cumplió, sufrimos nuevamente otra decepción con el jefe de la banda Rafael, con sus acciones debidamente planificadas se convirtieron en los nuevos multimillonarios en dólares, los Rivadeneira, Alvarado, Mera, R.V, etc.

Ahora se pretende concesionar las empresas estatales de mayor rendimiento, como la CNT, puertos y aeropuertos, refinerías, etc., lo que significa disminuir los ingresos del Estado y, lo que es más dañino, la elevación de los costos de estos servicios. No estamos de acuerdo con este tipo de movimientos financieros, por cuanto los beneficiarios de estos contratos no invierten nada, debido a que la infraestructura de las instituciones están en plena producción y, por tanto, los beneficiarios de las concesiones disfrutarán plácidamente de nuestras empresas y con el riego de que los costos de servicios de agua potable, electricidad y telefonía suban. ¡Paren ya!

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