Carta al ‘egonomista’

Ugo Stornaiolo

Señor Correa: por lo visto, usted es de los que no se quiere perder de nada. Ni un juicio ni una elección ni un escándalo. Es de esas personas que, por tener el ego muy grande, no soporta la levedad del ser. Desde su destierro sigue intentando convertirse en el árbitro de los destinos del Ecuador o en gran elector. Vive pensando en cualquier votación, aunque sea de presidente de grado.

Sus abogados siguen haciendo recusaciones y usando artimañas para que usted gane tiempo y pueda, como no sería de otra manera, inscribirse como candidato a cualquier dignidad (una palabra que usted no posee) y volver al país para seguir haciendo de las suyas, intentando desmontar lo que usted mismo montó: el desbarajuste institucional del país, para hacer otro nuevo. Y pensar que hay gente que todavía cree en usted.

Tal vez tiene Alzheimer político, porque no recuerda lo que hizo: las coimas, intentos de secuestro, espionaje, meterse en la vida ajena, el poder absoluto y las sabatinas, donde linchaba a cualquiera que piense diferente. Sí, señor Correa, usted se muere por regresar y seguir en la palestra. Su exilio es algo demasiado insoportable para alguien acostumbrado a las lisonjas, alabanzas y apologías.

Usted, que se rodeó de su círculo de “panas” de la Católica de Guayaquil y los scouts, para hacer tabla rasa en un país que se malacostumbró a sus griteríos, bravatas e insolencias. Ahora, que con algunos compinches están en el banquillo de acusados, insiste en que es perseguido político. Sus abogados niegan que usted se haya llevado un centavo. Usted, el “supremo hacedor”. Antes de usted el génesis y después, el apocalipsis…

¿Cuántos tiros se pegó en la cabeza? ¿Cuántas veces amenazó con hacerlo, pero no lo hizo, porque dijo que no robó, aunque las evidencias demuestran lo contrario? Sigue escondido en algún ático en Bélgica, esperando que sus abogados y los que le ayudaron a meter la mano en la Justicia le ayuden a volver. Usted no es el “gran ausente”. No le quite ese honor al doctor Velasco Ibarra, que sí se lo merecía. Regrese. Enfréntese a la Justicia. Demuestre que no hizo nada. Atentamente.

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