¿Renuncia el CNE?

Rodrigo Santillán Peralbo

Falta menos de un año para que se realicen las elecciones generales y el país no cuenta con un Consejo Nacional Electoral (CNE) que actúe como el rector absoluto del proceso, y cada vez se amplían en los sectores socio-políticos que advierten desconfianza en un organismo dividido e incapaz de resolver los grandes problemas que afronta y que afecta a todos los ciudadanos.

No ha sido capaz de aprobar un cronograma de actividades que encamine al país hacia el ejercicio del voto. Grave es que el organismo no haya aprobado un presupuesto para el año electoral y que el Ministerio de Finanzas se convirtiera en regateador. Ya se han despedido a 68 trabajadores con lo que se incrementa el desempleo.

Tampoco se han puesto de acuerdo para aprobar un nuevo reglamento que debe surgir de las reformas al Código de la Democracia. Es absurdo que se pretenda evitar la presencia del candidato en el momento del registro e inscripción. ¿Es una nueva tomadura de pelo? ¿Quieren actuar en favor de los prófugos de la Justicia? Así, los candidatos a cualquier dignidad ordenarán, a control remoto, a sus simpatizantes, partidarios o peones que vayan al CNE a “darles inscribiendo”.

Tan mal está el CNE que el consejero Verdesoto, quien representa a la Junta Cívica de Guayaquil, que conforma la minoría junto al consejero Pita, de Creo, propone a todos los consejeros que renuncien a sus puestos y se acabe con la mayoría integrada por la presidenta Atamaint de la Conaie, Cabrera del PSC y Acero de PAIS. ¿Que se vayan todos para que sean reemplazados por personas capaces y con experiencia? ¿Es una imperiosa necesidad o un nuevo elemento para la mediación? Si se mantiene el CNE, ¿con qué garantías contará el futuro electoral del país?

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