ROSALÍA ARTEAGA SERRANO
La actual emergencia de salud, ocasionada por un virus agresivo en cuanto a su contagio, el Covid-19 originado en la ciudad china de Wuhan, ha alertado al mundo entero, y con razón. Esto, por lo fácilmente expandible: una de las dolencias en un mundo hípercomunicado y globalizado como en el que vivimos. La catástrofe se ha extendido ya a otros países, que han tomado medidas tales como el aislamiento de poblaciones, de ciudades, de regiones enteras, tal como es el caso de Italia.
Las pérdidas económicas son enormes. Se calculan en miles de millones de dólares en las diversas regiones del mundo. China devaluó su moneda y el precio de productos, como el petróleo, está cayendo en picada, ocasionando temores muy fundamentados en países que basan su economía en las ‘comodities’.
El pánico se ha contagiado a las bolsas de valores, que ven con espanto como el precio de las acciones cae por los suelos, y compañías que hasta hace muy pocos días eran florecientes, se encuentran al borde de la quiebra. La pregunta que aflora: ¿Cuándo veremos el fin de estos días de pesadilla que vive la humanidad? ¿Cómo esto afectará a la calidad de vida? Pero, también es menester preguntarse si existirán ganadores en esta situación económica: quiénes están comprando las acciones devaluadas, quiénes serán los beneficiarios de esta crisis mundial.
No es pecar por mal pensamiento, pero la historia nos ha demostrado que después de las grandes crisis, hay siempre unos beneficiados. ¿Será que el eje económico está cambiando también con el Covid-19? ¿Será que veremos cómo algunas economías florecen luego del dolor que está causando esta peste del siglo XXI? Esperemos a ver cómo es el juego y cómo se posicionan ciertos países que aparecen como los más perjudicados con esta situación.