Solo hago lo que a mí me gusta

Carlos Enrique Correa Jaramillo

En redes sociales encontré este mensaje: “Si te gusta, hazlo”. Sabiendo la cobertura que tienen estos medios, uno puede imaginarse los millones de seres humanos que habrán hecho suyas estas palabras y, lo más grave, habrán empezado a tomar decisiones bajo este lema.

Todos tenemos cosas que nos gustan y cosas que nos disgustan. A unos les gusta determinadas canciones y les disgusta otras. Hay quienes prefieren ciertos platos frente a otros que no les apetecen. Existen personas a las que les gusta el fútbol antes que leer. O que prefieren el baile a un día de campo.

El problema se presenta cuando las acciones que nos gustan o nos disgustan pueden producir daño a los demás o a uno mismo. Por ejemplo: a alguien le puede gustar quedarse con el vuelto de una compra cuando le dan demás. También le puede gustar mentir o insultar. Puede ser también que le disguste las inyecciones o que le corten una pierna. ¿Qué hacer en estos casos? ¿Hacer solo lo que me gusta? ¿No hacer lo que me disgusta?.

Y vemos claramente que el mensaje que asoma como título de este artículo resulta completamente dañino en ciertas ocasiones. Porque cuando las acciones que tenemos que realizar pueden provocar males, debemos abstenernos de hacerlas. De igual manera, cuando las acciones que tenemos que llevarlas a cabo sirven para algo bueno, no debemos abstenernos de hacerlas.

Es decir, estamos hablando en el campo de la moral. En este campo, hay cosas que me gustan y que son buenas: me gusta enseñar al que no sabe, entonces debo hacerlo. Hay cosas que me gustan, pero hacen daño: me gustan las drogas, pero no debo ingerirlas. Hay cosas que me disgustan y son buenas: no me gusta ponerme una inyección, pero debo hacerlo. Finalmente, hay cosas que me disgustan y son malas: no me gusta robar a nadie, entonces no debo hacerlo.

En conclusión, las decisiones de mi vida no pueden quedar solamente al arbitrio del gusto o disgusto que me causen tomarlas. Siempre debo considerar si lo que voy a hacer no afecta a nadie. Si así ocurre, entonces hago lo que hace el bien. Y bien puedo hacer lo que me disgusta si con eso logro el bien de alguien. (O)

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