Absurdas decisiones

Pablo Fabián Ortiz Muñoz

Cada que escuchamos las medidas o las decisiones que toma o acata el Gobierno para tratar de contrarrestar en algo el alto déficit fiscal y la problemática económica y social que vive el país, se recurre a lo mismo de siempre, cargar más peso al ya abultado costal de impuestos que como ciudadanos tenemos que pagar al Estado. Demostrando con ello, una vez más, su clara incapacidad frente a los problemas nacionales.

Si solo por un pequeño momento analizamos el contexto de nuestro sistema gubernamental, desde el ente más pequeño, hasta el de mayor envergadura, podremos deducir que el mismo se encuentra viciado de podredumbre y la incapacidad ostenta su máxima expresión. Por supuesto que en el mismo hay hombres y mujeres probos, que sin lugar a dudas luchan con todas sus fuerzas para contribuir en algo a mejorar el sistema establecido, imagino, la podredumbre esta tan arraigada, que la lucha ha de ser poco gratificante que al final pierden su interés.

Al observar las políticas y directrices tomadas para enfrentar el problema por el que viene atravesando el país en los últimos años (claro está, herencia de la década ganada) no se ha atinado en favor de los ecuatorianos un solo acierto que nos lleve hacia la prosperidad. Más bien el fuerte andamiaje del barco se está debilitando e incluso ya tiene rajaduras y no existe un solo voluntario o las herramientas necesarias que nos permitan iniciar su reparación.

Todo en el país es un espejismo, durante tres años nos han prometido tanto, que no sabemos qué mismo creer. Cierto es que tenemos algunos presos, eso nadie lo puede negar. Pero si analizamos fríamente la situación, la mayoría de los encarcelados ya son hombres de edad avanzada, poco o nada les ha de importar pasar unos años en una prisión algo confortable, con internet, TV cable, seis comidas al día, guardaespaldas, heladitos y uno que otro dulce; si su familia o mejor aún sus generaciones ya están cuadradas y forradas con harto billete. Porque si hablamos de lo robado y su recuperación, más pronto se enterrar dos generaciones que ver los millones recuperados. (O)