La paranoia es más contagiosa y peligrosa que el coronavirus

Zoila Isabel Loyola Román

El Covid-19 se ha convertido en un desafío para el mundo: la industria, el comercio, el turismo, la economía han sido golpeados duramente y están de caída, en picada, hacia abajo. Todo esto es cierto y no se descarta la posibilidad de que pueda agravarse en las próximas semanas. Pero otra cosa es entrar en la paranoia de una catástrofe por la propagación de la enfermedad y la sensación de que nadie va a escapar con vida, lo que produce angustia como si esta enfermedad fuera mortal, cuando la tasa de mortalidad es menor que una gripe común y silvestre.

Es evidente que estamos en un momento grave de la situación, pero también es importante mantener esta amenaza en perspectiva. El consumo compulsivo y la sobrecarga de información acumulan incertidumbre y miedo en las personas por la posibilidad exagerada de contagio. Esto nos torna vulnerables, entramos en pánico y tomamos actitudes del todo irracionales, perdemos la habilidad para reinventar y responder de manera inteligente y mesurada en situaciones de peligro.

Al Covid-19 hemos de tratarlo con más racionalidad y menos fogosidad. ¿Para qué anunciar tempestades y ser esclavos de sufrimientos anticipados que perjudican la salud psíquica y la capacidad de manejar nuestra vida para tomar buenas decisiones?

Acoger las recomendaciones de las organizaciones de salud es lo mejor que se puede hacer, tanto para evitar la probabilidad de un contagio como para evitar caer en pánico.

Salir avante de este impasse tiene que ver con activar a tiempo la solidaridad y ese sentido fraterno tan propio de nuestros pueblos, mantener la calma y pensar en la oportunidad que tenemos cada uno de contribuir para enfrentar este reto. Empecemos hoy mismo, poniéndole toda nuestra fe, esperanza y decisión. (O)

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