Virus II

Patricio Durán

Cuando recién aparecieron las primeras noticias sobre el coronavirus o Covid-19 en China, yo me sentía tranquilo, pensaba que era algo que los chinos se lo andaban buscando porque se comen “todo lo que se mueve”, y creía que más bien se la estaban sacando barata, cuando de pronto me entero que el Ecuador lleva la delantera en la lista de países sudamericanos con mayor número de infectados con este “vairus “–como dicen los gringos- y con lo hipocondríaco que soy, estoy aterrado. Si antes de que aparezca este desagradable microbio me lavaba las manos a cada rato: cuando saludaba a otras personas, cuando acariciaba al gato, etc.

El sentido del humor nunca falta, ni en estos momentos en que la humanidad se debate en la angustia. Circulan en redes sociales mensajes como “el coronavirus es lo mejor que me podía pasar: mi mujer no quiere viajar, no quiere comprar nada porque todo viene de China, no va al mall o a cualquier evento por miedo a que la contagien, pasa todo el día y toda la noche con la boca tapada. Esto no es una maldición es una bendición.”

Estamos en una montaña rusa emocional alimentada por la desinformación en redes sociales. Vivimos en un “subibaja” económico: el riesgo país sube, los índices bursátiles y el petróleo bajan, y al Ecuador nos coge con una economía desastrosa.

No se puede toser o estornudar porque la gente lo queda viendo a uno como animal raro. En las iglesias los feligreses ya no se dan la paz, pero si se recogen las limosnas y diezmos –seguramente ese dinero será sometido a una rigurosa desinfección-. Se han inventado diversas formas de saludar sin dar la mano, y peor dar el ósculo. La publicidad engañosa enseguida hace su “agosto” promocionando los productos salvadores contra el virus. Programas de farándula dan recetas para fortalecer las defensas. Continuará.