Buena fe

CARLOS TRUJILLO SIERRA

¡Ja! Verdad que hay escarabajos que vuelan, pero también es verdad que pájaras no quedan preñadas. Yo seguiré orgullosamente considerándome como animal racional sin ínfulas de ángel (ángeles en los que yo no creo a pesar de todo lo que digan y deliren judíos, cristianos, musulmanes y mil esotéricos más). Creo en la buena fe, pero viendo todo lo que pasa en nuestro rededor su práctica desapareciendo y nuestra fe en la buena fe de los otros podría llegar a extinguirse como se extinguieron los dinosaurios.

Podrán decir que he amanecido amargado pero lo que nos sucede no podría alegrar a ninguna persona honesta (los que se aprovechan de la buena fe de los otros, lo menos que nos dirán es ingenuos o. no bobitos o giles). Los que más fieramente exigen respeto -y que nunca lo ganaron – creen en la ley del embudo lo ancho para mí y lo angosto para ti- y en su viveza y su fantaseada superioridad.

A los gimientes perseguidos actuales y al público en general, me permitiría recordar algunos hechos que no pueden olvidarse: ante un triunfo trucado de Maduro, en una reunión en Santiago de Chile, ante una conferencia de jefes de Estado, prometió hacer un recuento de los votos, eso fue el lunes, el viernes ya de egreso se trepó abusivamente al poder olvidando sus declaraciones y confiando en la buena fe de los giles.

Además, ¿qué harán las mujeres venezolanas ahora que son conminadas a parir seis hijos? Correa, según él perseguido político, reclama el debido proceso burlándose con las mismas extravagancias de las que llenó sus leyes y se olvida de todos sus atropellos; por ejemplo, una fría madrugada quiteña embarcó como ganado a cientos de cubanos y los expulsó del Ecuador a Cuba y otro día a la mujer de un político venezolano de la oposición ni siquiera le permitió desembarcarse del avión en Quito. Las cosas se olvidan, se hunden, pero vuelven a flotar.