Algo bueno

No quisiera referirme a los impactos devastadores sobre la salud pública y la economía que ha ocasionado el coronavirus, sino al efecto que nos deja a las familias estar en cuarentena.

Normalmente la agitada rutina laboral, académica, doméstica y social conlleva a que no haya tiempo o éste sea limitado para compartir con la familia. El día se pasa entre madrugar para alistar a los escolares y/o salir al trabajo, entre almuerzos apurados, en jornadas laborales extensas, en recorridos de largas distancias, y en regresos agotadores donde queremos llegar a casa a descansar. Al final del día siempre nos faltará tiempo.

Y precisamente ahora nos encontramos obligados a estar en casa. Al inicio parecía novelería, y luego pasó a convertirse en una sensación diferente ya que para unos es relajante y para otros estresante. Ahí es cuando nos enfrentamos a horas de sobra, sin saber que hacer. Pegados en los dispositivos electrónicos para saber novedades e interactuar con los que están lejos.

Entonces se nos presenta una oportunidad única. No para leer el libro que tenía pendiente. No para ordenar y arreglar la casa o algún artefacto dañado. No para eso. Sino para darle tiempo a quiénes más queremos y hemos descuidado. Para ver una película juntos. Para conversar con los hijos de esas cosas que aún no entienden. Para abrazar y amar a nuestra pareja. Para jugar una partida de fútbol en el patio. Para hacer esas travesuras que no hicimos nunca. Para desempolvar ese juego de mesa que jamás se lo utilizó. Para hacer cosas que no las hacemos por el pretexto de que no hay tiempo.

Este espacio es perfecto para dar tiempo a los que queremos. Es algo que no habíamos vivido las dos últimas generaciones. De tantas cosas malas, hay algo positivo. No lo dejemos pasar.

[email protected]