Coalición para la vida

Si hace unas semanas alguien habría mencionado que el mundo pronto sería otro, le hubiera dado el derecho a la duda. El Covid-19 va apagando y dilatando a cada uno de los gobiernos que imaginaron y desafiaron que el virus no llegaría a su territorio, porque para ese entonces se trataba de un mal ‘desconocido’.

Los gobernantes movilizaron sus ‘eficientes sistemas de salud’ y los más recelosos, montaron guarida en las fronteras y los aeropuertos, cuando advirtieron que se trataba de una pandemia que no respetaría nada. Fue entonces que desplazaron recursos, dictaron medidas, confinaron ciudades y trataron de desconectarse con el mundo globalizado. Era tarde, ya todos estábamos integrando la millonaria cifra de infectados y de muertos en nuestra propia casa.

Hoy, al quedar en evidencia la falta de un verdadero plan de emergencia sanitaria por epidemia, la insuficiencia de personal médico, recorte del presupuesto a la salud por medidas de austeridad. La pregunta recurrente y que hasta ahora no tiene respuesta concreta: ¿Por qué se ha llegado a estos límites? ¿Cuáles han sido las causas para dejar que el Covid-19 avance? ¿Está el Gobierno preparado para afrontar el peligro de esta pandemia? ¿Tiene el sistema de salud la capacidad de responder a esta amenaza? Las autoridades, ¿tienen la solvencia suficiente para hacer un manejo técnico-científico y no político?

En estos momentos, solo cabe aprender de los errores y de los aciertos de otros, ahora corresponde preparar la inédita infraestructura de salud con la contaba el país, a mirar la salud como prioridad, con sistemas fuertes y expertos de la salud que puedan cumplir con las necesidades de la población. El Estado debe ocuparse no solo de los sistemas de salud como prioridad, sino de los efectos colaterales de la pandemia. Movilizar recursos para atender a quienes, de pronto se quedan fuera de mercado, sin trabajo y al margen de la economía.

Algunas medidas son: moratoria en el pago de impuestos, líneas de crédito para empresas afectadas, seguridad social, recursos y mecanismos para paliar la pobreza y garantizar la alimentación, regulación de precios en productos para la salud. Todo esto significa prepararnos para enfrentar el virus. A los ciudadanos nos corresponde limitar los movimientos, lavarnos las manos y extremar la higiene, trabajar en casa si es posible, evitar aglomeraciones, informarnos en fuentes oficiales, tener empatía, dominar el miedo y el egoísmo.

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