Calamidad

Esta es una intrusa palabra y muy adecuada para los tiempos que trascurren. Hace referencia a acción y personas. Revela quebranto y consecuencias garrafales como también define a personas ineficaces. Proviene del latín calamitas, que significa golpe o daño. Este es un momento de adversidad universal por obra y desgracia de varias cosas que hemos venido haciendo mal y ahora tontamente nos preguntamos cuándo acabará toda esta pandemia para volver a los tiempos ‘normales’ de antes, cuando en realidad esos eran los instantes de crisis que ‘jamás’ habíamos podido notar.

Los niveles de polución redujeron ostensiblemente en todo el planeta y la revelación de que el globo ha tenido un respiro parece ser suficientemente elocuente de lo que vivimos. Del mismo modo, desnudó el nivel de miserabilidad de personas e instituciones. La calamidad de contar con líderes políticos que colocaron y colocan factores económicos por encima de la vida. La dificultad no es esta, era la ‘tranquilidad’ en la que vivíamos y que parecía imposible de parar a través de la racionalidad. Solo una peste nos puede despertar hacia hechos objetivos que no podían dejar de ser examinados.

Los cínicos, los incompetentes, los sinvergüenzas, los corruptos y los déspotas, no pueden ante la muerte y su amenaza. El pánico se apoderó de un mundo injusto y contaminado, al que hoy sus líderes calamitosos se preguntan: ¿cuándo volveremos a esos tiempos? Primero refutaron, luego subestimaron, para finalmente asumir este estado de calamidad. Nadie se anima a ponerle tiempo. La sobrevivencia es clave hoy para un mundo que soñó con la globalización y que hoy asiste a su entierro. El de los liderazgos mesiánicos y populistas que perdieron sazón en los tiempos de bonanza para transformar nuestro seno educativo y salud en algo que tuviera que ver con la decencia de trato hacia el pueblo.

¡Ya fue! Ahora nos queda construir un mejor futuro con instituciones y personas que hayan sobrevivido de esta calamidad, que dejará roto a un mundo que olvidó las advertencias. Exigirá de leales, soñadores, innovadores, capaces y, por, sobre todo, de verdaderos líderes con empatía que hayan dejado atrás la soberbia y egoísmo que están visiblemente en el centro de esta calamidad mundial. El daño ya está hecho, la pandemia es resultado de la crisis y la solución pide a gritos un mundo nuevo, justo y reconciliado con la naturaleza y el ser humano, las únicas razones de toda acción.

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