Yo no soy político

Carlos Enrique Correa Jaramillo

Aun en estos días de tragedia para el mundo, no he dejado de ver, con pesadumbre, la cantidad de comentarios políticos de toda arte y parte. Y lo más lamentable es que se encuentran mentiras de todos los tamaños; insultos a unos y a otros; acusaciones ciertas o en falso; etc.

¿Es que la política es así, por sí misma? ¿O es que hay algunos políticos que no pueden ser más respetuosos o más tolerantes? ¿O es que es necesario que no dejemos pasar ningún hecho sin que se lo someta al juzgamiento nuestro, sea o no del caso?

Tal parece que el ser humano no puede hacer política sin decir mentiras, infundios o infamias en contra del adversario. Y, por otro lado, parece que todo político que llega al poder se dedica a acumular bienes mediante la corrupción. Me pregunto: ¿qué gobierno, desde que tengo uso de razón, no se ha visto enredado en casos de corrupción? Claro está que los que votaron por el candidato triunfante lo defenderán a capa y espada. ¡Y los contrarios lo denigrarán!

Debemos decir, por lo tanto, que quien no quiera verse envuelto en calumnias, escándalos o litigios, más le conviene que no entre en política.

Pero, de igual manera, ya me contestarán que lo que digo es una barbaridad y que todos deberíamos hacer política. ¿O es que, acaso, no me interesa el bien público? ¿No me doy cuenta de que, por ejemplo, al escribir este artículo, estoy influyendo en los demás con mi pensamiento?

Pues bien, yo tengo que decir que sí, que me interesa el bien público. Y que en el fondo, todos buscamos el bien público aunque no sea evidente; todos hacemos política de una u otra manera. El problema no está en la política sino en que son los seres humanos los que hacen la política. Y son los que introducen la corrupción, el engaño, la calumnia, en el quehacer político.

Si cada uno de nosotros difamamos al vecino, o tergiversamos lo que ha dicho el profesor; o mentimos sobre un ateo o sobre un cura; si inventamos acciones viles en contra de cualquier persona, lo menos que podemos esperar es que la política siga siendo como es. El camino no es que cambien los políticos. El camino es que soy yo el que tiene que cambiar. (O)

[email protected]