Espuma y jabón

El problema mayor de sostener la política de aislamiento y parálisis social para enfrentar la pandemia es enfrentarla con un deplorable sistema sanitario, sin insumos y carentes de un modelo alterno a la inmovilidad. Durante la actual emergencia, la ciudadanía contribuye obediente en confinamiento; la empresa privada hace lo suyo y se presiona por auxilio financiero externo a pesar del detonante: mezclar pobreza, informalidad laboral y debilitamiento de la autoridad. Esa turbulenta corrupción reciclada, incompetente, dueña del sobreprecio y los negociados, que complican hallar soluciones a corto plazo y malogran un plan integral de salvataje económico.

Minimizar la situación catastrófica es irresponsable peor esconder cadáveres o alterar cifras. Ninguna autoridad saldrá ilesa cuando no se auto-depura. No saca demagogos y farsantes. Pues el canibalismo político – contribuyente a la expansión de virus-, tiene reveses como la sentencia de 8 años de prisión a Rafael Correa y su banda por el delito de cohecho agravado y al prófugo se lo inhabilitó para 25 años; pero, aún la batalla persiste contra la desinformación que fue originada en aquel entorno populista. Y que continúa en componendas por el dominio territorial, cantonal y provincial.

Empero, el desafío de la pandemia no tiene trucos retóricos. Los muertos se cuentan y los padres viejos se enferman. La gente tiene hambre y hay que evitar la propagación del virus. Corregir errores y vencer el miedo. Distribuir jabones y alimentos en zonas marginales. No paralizar el agro y consolidar la soberanía alimentaria; suspender clases presenciales este año y perfeccionar la conectividad educativa e incluir programas de sanidad. Cambiar la rectoría universitaria politizada y reconstruir una ciencia médica libérrima.

Controlar la especulación en mercados y restringir la entrada de foráneos. Acatar la cuarentena e insertar a las corporaciones de telefonía móvil para perfeccionar un sistema ‘big data’ transparente que monitoree y detenga contagiados irresponsables. Si se conoce volumen, características de pedidos telefónicos, urgencias sanitarias, enfermos asistidos en telemedicina y el detalle de compras públicas, se elaboraría un plan de sanidad nacional coherente.

Mucha espuma y jabón al virus. Y al traidor doméstico un tiro. Promesa incumplida.

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